Una mujer más confiada en sí misma y en su trabajo. Ese es el resultado de liderar el área de UX (experiencia de usuario) en Produbanco. Belén von Buchwald llegó a esta institución financiera hace cuatro años, con poca experiencia corporativa en Ecuador y sin tener conocimientos claros del negocio y las prioridades de la banca. Estudió Ciencias Políticas en Alemania y obtuvo su primera maestría en Relaciones Internacionales en la Universidad Autónoma de Barcelona (España). Vivió, trabajó y estudió durante 10 años en Europa antes de regresar al país y encabezar los planes de innovación de los miembros de la Alianza para el Emprendimiento y la Innovación. "Este fue, formalmente, mi primer trabajo en el país y el comienzo de un camino hacia la transformación. Después, tuve la oportunidad de entrevistarme con Produbanco y ahí empezó todo: mi carrera y lo que soy ahora".
Su rápido crecimiento se basa en el apoyo que recibió de sus líderes, quienes apostaron por hacer las cosas de manera diferente, de acuerdo con las tendencias mundiales y los cambios constantes que enfrentan sus clientes. "Me dieron la oportunidad de explorar nuevas metodologías y procesos para crear soluciones con la voz del usuario". Esto la motivó a seguir un MBA en Manchester (Inglaterra) y a conocer más sobre productos financieros. "Tenía ese espíritu emprendedor dentro de mí, pero necesitaba darle forma. Recuerdo que después de cada reunión tenía muchas inseguridades e incertidumbres, y siempre pedía retroalimentación para saber cómo mejorar. Ahora (entre risas) soy una Belén que sabe en qué apostar, cómo estructurar una iniciativa y cómo venderla a sus stakeholders. Soy más segura".
Esta ecuatoriana es amante de las metodologías ágiles y hace dos años, en plena pandemia, lideró la creación del área de UX y del primer equipo de diseño de experiencias digitales. "Me reportan cinco personas y en todo el área somos 10. Al principio era solo yo y actualmente contamos con una unidad interdisciplinaria que construye soluciones para garantizar las experiencias del cliente".
Con 35 años, se considera una profesional proactiva, desafiante y que no deja de autoeducarse para ofrecer una visión más global y con evidencia de hacia dónde se dirigen. "Espero presentar algo disruptivo, que cambie y transforme vidas", tal cual lo hizo su pequeño Coco cuando llegó a su hogar hace un año y medio. Estábamos en medio de la pandemia y las únicas personas que podían salir de casa eran aquellas que iban a comprar o a pasear su perro. En ese entonces, pensé que era una buena opción para tener compañía, ya que soy la única de mi familia que vive en Quito".
Como buena investigadora, Von Buchwald hizo una tarea exhaustiva para encontrar una raza de perro que pudiera vivir cómodamente en un departamento, con espacios reducidos. Por medio de Facebook y de unos conocidos, encontró unos cachorros boston terrier que estaban en adopción. "Busqué en muchos blogs y pregunté a mis amigos porque quería un pequeño que fuera tranquilo y te acompañara mientras lees. ¡Me equivoqué! Mi Coco tiene mucha energía, nunca se cansa, le gusta saltar de lado a lado. Tuve que esterilizarlo y todos los días debe quemar su energía extra". A Coco lo recogen por la mañana para ir a la guardería y regresa en la tarde, justo a tiempo para recibir a mamá. "Estoy sorprendida sobre cómo la ciudad se ha acomodado para que las personas puedan tener una mascota y un trabajo a tiempo completo. Existen más facilidades, aunque para Coco no fue tan fácil encontrar una guardería y a veces le dan 'su estate quieto' porque es hiperactivo".
Este boston terrier llegó para organizar la vida de su dueña. Hizo que fuera más responsable y que sus aspiraciones personales dieran un giro. "Considero que la Belén, por sí misma, dejó de existir porque hay otro ser que necesita de mi cuidado y mi atención. Debo estar en la casa a la misma hora y ya no puedo salir siempre porque no lo puedo dejar solo. Me cambió mis prioridades y sin duda ajustó mis finanzas".
Es un perro con carácter fuerte, que disfruta de los premios y esconde su hueso en los cojines. No deja que su epilepsia sea un impedimento para disfrutar de sus actividades favoritas. "Un día salí por un café y comenzó a desvanecerse. Temblaba, tenía la mirada perdida y nadie quería llevarme a emergencias. Todos los taxis me cancelaban. Sentí mucha impotencia porque mi perro necesitaba atención y yo no tenía la autonomía para transportarme porque nunca aprendí a manejar. Viví en Europa y siempre usé el transporte público, tener un carro nunca fue mi prioridad".
La situación de Coco la obligó a tomar clases de manejo y a comprar un auto. "Cuando lo llevé sola al veterinario sentí un gran alivio y pensé que por fin podía cuidar de él". Es el primer perro de esta ecuatoriana, que está marcando un antes y un después en la banca nacional. "Peco de mimarlo, pero es un buen perro. Es el alfa de la casa y ha sacado mi mejor versión". (I)