Con una sonrisa cálida, Verónica Cuesta nos abrió las puertas de su hogar para presentarnos su emprendimiento: carteras y accesorios tejidos a mano, 100% personalizados y diseñados por ella. "Llevo el diseño en mis venas, desde pequeña siempre me apasionó crear el vestuario de mis muñecas. Los colores y las texturas eran elementos esenciales al crear en mis outfits".
Cada hilo tejido a mano cuenta una historia de habilidad y dedicación, reflejada en piezas únicas y llenas de personalidad. Cuesta asegura que su objetivo es que estos accesorios perduren en el tiempo y se conviertan en piezas apreciadas y atesoradas por generaciones.
Las carteras y ponchos son tejidos a crochet, la principal materia prima es la lana. Cada pieza es forrada y cosida a mano. Los herrajes, jaladeras y cadenas son, en su mayoría, elaborados por artesanos ecuatorianos. La singularidad es uno de los mayores atractivos de la marca. Al ser elaboradas a mano y de forma artesanal ninguna pieza se parece a otra.
"La elaboración de una cartera puede tomar más de diez días. Se utilizan al menos cinco madejas de 600 gramos y en algunos casos, puede ser más, dependiendo del tipo de tejido. El precio promedio está entre los US$ 80 y US$ 100. Los ponchos y chales debido a la delicadeza de su trabajo, llegan a ser más costosos".
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Esta cuencana vive en Quito más de 20 años. Cuenta que la idea surgió hace cuatro años con el deseo de mostrar al mundo el talento de su tía Rossi, con quién pasaba largas horas, aprendiendo a bordar, tejer y coser. "Mi tía Rossi me confeccionaba los vestidos para mis presentaciones de ballet y siempre causaban sensación".
Pasaron los años y con ello Cuesta se volvió una apasionada de la moda y el glamour. Mientras muestra sus creaciones cuenta que un día vio en Instagram una cartera que le encantó. "Llamé a mi tía y le pedí que me haga una similar. El resultado superó de largo a la original".
En una época ampliamente dominada por la velocidad y la producción masiva, estos artículos hechos a mano ofrecen una valiosa pausa. "Las nuevas generaciones no conocen, ni valoran el trabajo y esfuerzo que implica lo hecho a mano, tampoco lo que cuesta. Contra eso hay que luchar con paciencia, lo importante es generar un mensaje a largo plazo. Entendiendo este pensamiento y por estar junto a mi tía todo lo recaudado es para ella, soy una intermediaria sin remuneración (risas)".
La pasión, dedicación y el rigor que pone en sus diseños los hacen únicos. La atención meticulosa al detalle, más el tiempo invertido transforman un simple accesorio en una expresión personal. "Un look único se logra con una cartera hecha a mano", afirma con picardía.
Confiesa que otra de sus pasiones es el maquillaje. Desde hace unos ocho años tiene un pequeño estudio, al que acuden sus amigas. Un maquillaje sencillo tiene un costo aproximado de US$ 30.
En los próximos meses, su vida familiar dará un giro de 180 grados, ya que se mudará a Santiago de Chile por el trabajo de su esposo. Con confianza manifiesta que sus carteras y accesorios conquistarán el mercado del cono sur. (I)