Es un salto de fe. No hay otra forma de explicar lo que se experimenta al sentarse en una de las cuatro mesas de San Bite a degustar un menú de comida chatarra o, como desde hace muchos años los jóvenes universitarios de la ciudad la conocen: chancrosas.
Es un común y sencillo local de comida rápida de barrio que abrió hace dos meses al norte, bien al norte, de Quito y en donde es necesario no dejarse llevar por la primera impresión. Dentro, su dueño y cocinero, Cristian Caluguillin, no es ningún amateur en el mundo de la gastronomía ecuatoriana. Durante 14 años se ha dedicado a aprender de nombres importantes del ámbito y a dejarse llevar por la imaginación y el arte de preparar platos con clase.
“Me gradué en el 2013 de tecnólogo en el Instituto Tecnológico Internacional (ITI), como tecnólogo en gastronomía. Desde que estudié pude trabajar, para llevarlo de la mejor manera. Pasé por Camine, Briciola, Country Los Arrayanes, Hotel Mercure. Tuve la oportunidad de tener buenos maestros, Santiago Granda, Dimitri Hidalgo, Mauricio Armendáriz. Colaboré con 'El Chamo', Alejandro Chamorro, cuando iniciaba Astrid & Gastón. Así aprendí de los mejores”. Llegó a ser parte soy parte del libro de la Asociación de Chefs del Ecuador llamado 'La nueva cocina Ecuador'.
Siempre detrás de las luces, fatigado un poco con las duras tareas en la cocina y la llegada de la pandemia fueron las señales para que Caluguillin finalmente pusiera a aderezar un proyecto que le rondaba desde hace algún tiempo atrás. Sin trabajo, tras su liquidación como Chef Ejecutivo en el restaurante Vista Hermosa, debido al impacto del Covid-19, puso en marcha la idea. Así nació San Bite, como un 'fast food' para entrega a domicilio, en una bodega de su casa. El nombre: San en honor a un sobrino llamado Santiago que falleció y Bite que significa mordida en inglés. “Una mordida gloriosa, representa el concepto que tengo”.
SABOR DE GLORIA
La preparación gourmet de la comida chatarra empezó a atraer cada vez más pedidos. El siguiente paso fue invertir US$ 3.500 para adecuar un pequeño local para la venta directa. Que la gente rompa sus ideas preconcebidas e ingresen al lugar para conocer el concepto es una lucha diaria. Pero Caluguillin tiene mucha fe en su proyecto, porque para él, este es el primer paso de un sueño que quiere cumplir: llevar la oferta a un restaurante más grande, donde más personas puedan acceder a su propuesta. El objetivo, encontrar un inversionista que también crea. “Es complicado cambiar la mentalidad de las personas, que piensan que todo lo 'chancroso' es lo mismo. Quise mostrar otra forma de degustarlo, un 'chancroso gourmet', por así decirlo”.
Hamburguesas de res, pollo, cerdo, camarón aderezadas con una amplia variedad de productos y especies ecuatorianas: maní, jengibre, cedrón, uvilla, habas, arvejas, horchata, morocho, maíz morado? una danza de sabores, donde la experiencia de un mordisco provoca la misma reacción en quienes lo prueban: ¡Wow!
“Me gusta jugar bastante con los ingredientes y productos. Siempre he querido hacer y resaltar lo nuestro, plasmarlo en la comida”. (I)
