Patricia Illingworth Carvajal (37 años) podría escribir un libro de 500 páginas con la historia de La Mula Ciega. La cafetería de culto abrió el 10 de agosto de 2021, como buena patriota, y se ha convertido en un clásico en la Calle Panamá, en el centro de Guayaquil. El tono intenso del color naranja, en sus paredes interiores, y en parte del mobiliario, destaca en los bajos del Museo Nacional del Cacao (MuCAO), que funciona en la restaurada Casona Patrimonial Guzmán. El aroma del café la había perseguido desde su época universitaria en Buenos Aires, cuando estudiaba en las cafeterías de esa ciudad, y con los años fue hilvanando sus sueños.
La Mula Ciega es un sitio para rescatar la cultura montuvia y tiene como bandera el café. Y a su alrededor gira una cadena de iniciativas que van desde la venta de café al retail, tertulias literarias, y una editorial llamada Camareta, para desempolvar la literatura ecuatoriana costumbrista. Los caminantes del centro pasan por ahí y se acomodan en las mesas que están en el soportal, junto a otros restaurantes, que dan ritmo a este nuevo distrito gastronómico de la ciudad. El capuccino de rosas es una de las especialidades de la casa.
El estilo de la decoración es una mezcla de objetos montuvios, como lámparas en forma de sombreros de paja toquilla, y un guardafrío, un mueble que se usa en las casas de la zona rural costeña, y tiene sillonería tapizada en tonos grises. En el área de la cocina hay un detalle que llama la atención: un racimo de plátano colgado. La inversión para montar el local ascendió a US$ 35.800 y trabajan cinco personas.
La imagen de una mula con los ojos vendados, en el logo de la marca, resumen tal vez parte de las páginas de esta historia. Pero detrás hay todo un realismo mágico, que narrado por Patricia resulta más fantástico. Cuando ella estaba haciendo su proyecto de negocios de la carrera de Administración Hotelera, de la Universidad Argentina de la Empresa, se metió de cabeza a investigar sobre la cultura montuvia de la Costa ecuatoriana, se reunió con historiadores, como Willington Paredes, y prestó muchos libros a la biblioteca municipal. En ese camino descubrió La Mula Ciega, la obra de Oswaldo Castro, publicada en 1970. El libro del manabita, nacido en Chone, es una historia de amor entre Panchita Mieles y Arturo Iriarte, su familia tiene una hacienda llamada Camareta y una mula ciega.
La columna de mi trabajo universitario fue la cultura montuvia y no La Mula Ciega, además, era el proyecto de un hotel y no de una cafetería, porque me sentía en deuda con la cultura montuvia, que la tenemos en el olvido, la gente dice despectivamente 'no seas montuvio', 'no seas cholo', pero el montuvio es muy trabajador, madruga al campo. Y entre los tantos libros que leí encontré La Mula Ciega, me encantó la historia, y dije 'yo quiero tener una marca de café con ese nombre', una finca, unas plantaciones, estaba acelerada (ja, ja, ja). Pero un amigo de su padre le puso el freno de mano a su entusiasmo y le dijo que no era un buen negocio.
Se divierte cuando recuerda que estaba embalada. Pero regresó al país y empezó a trabajar en una empresa de limpieza que montaron con un primo. Luego se fue a un diario como coordinadora de eventos. Y el primer proyecto que le asignaron fue organizar el concurso 'Reina de Mi Tierra'. Sí, un evento de belleza, ¿qué sé yo de belleza', dije. Le tocó lidiar con las candidatas, los peluqueros, el vestuario, y toda la logística del evento.
Tenía 26 años y aprendió con todo. Todas sus experiencias, dice, las vive de modo superlativo. Pero La Mula Ciega seguía terca en su cabeza. En 2013 decidió crear una cuenta en Instagram con el nombre. La tenía reposando", porque estaba segura de que la iba a necesitar. Paralelamente trabajaba en una empresa tecnológica. Ese mismo año hizo contactos con un productor de Zaruma para comenzar a vender el producto en Guayaquil.
En 2015, antes de casarse, registró la marca para café y para cafetería. Luego salió de su último trabajo en un canal y empezó a buscar otra oportunidad laboral. Pero me decía 'tengo que darle chance a La Mula', que me persigue desde 2009, incluso ya había hecho el logo ese mismo año, en 2016.
Decidió hacer un curso de barista en Quito y comenzó a buscar fincas de café. En mayo de 2017 vendió su primer paquete con la marca de La Mula Ciega, después de todos los papeleos y permisos. Era de la producción del Zarumeñito, variedad Zaruma, arábigo, tueste medio oscuro. Invirtió más de US$ 300 en el primer quintal de café. Al principio vendía el paquete de 400 gramos en US$ 7, pero el precio de la saca se disparó por la escasez en el mercado internacional, ahora está en US$ 9.
Toqué puertas, y el primer local que me aceptó fue La Molienda, luego entramos a servicios de market, Ecuagourmet y se empezó a vender muy bien. Desde ahí nada la detuvo. En 2018 comenzó con el sistema de suscripciones para la venta de paquetes de café. El cliente contrata los diferentes servicios y el producto le llega cada mes a su domicilio, te ahorras el costo del envío, si compras la suscripción anual, tienes un descuento de 10 %, es una idea que la vi en EE.UU., no me inventé nada, pero me parece algo lógico.
En los primeros meses salía tablas en las ventas, luego los ingresos llegaban a US$ 1.200 mensuales. Actualmente tiene 30 suscriptores. Cuando arrancó con ese negocio, vendía un quintal cada mes y ahora son 10 quintales mensuales, que se distribuyen en retail, restaurantes y otros negocios. En 2019, sumó la variedad Zamora que compra al productor y se lo tuesta Pablo Jiménez, de Comuna Café, en Guayaquil. Es mi tostador, el café se divide en submundos y mil procesos, a través del tueste puedes resaltar y enaltecer un café o, también, lo puedes fregar.
Después de muchas pruebas, La Mula Ciega ya tiene su blend de la casa, es 50 % arábigo, de Loja, y 50 % robusta, de Pichincha. Logré hacer un tueste medio donde el amargor viene de la variedad robusta, para mí era súper importante crear este blend para transmitir todos mis sentimientos, lo tenemos desde diciembre de 2022, solo lo venderemos en nuestra cafetería, y a través de la página web, desde abril.
La esquina del café
La página web de La Mula Ciega comenzó a funcionar en octubre 2019 para vender el café. Abrir una cafetería, todavía era un proyecto en construcción. Así que comenzó a promocionar el producto y convenció a su amiga Gabriela Cepeda, que había abierto La Central Deli Shop, en la esquina de Panamá y Luzárraga, para poner una máquina casera y preparar los café. Así comenzó La Esquina del Café.
Le dije a Gaby, qué tal si hacemos un huequito y traigo una máquina; yo hacía el café, y La Central vendía comida, pagaba un alquiler, compré utensilios, la máquina, hice mi primera carta de La Mula Ciega. El plan era abrir una cafetería cerca de la zona y tenía previsto invertir US$30.000, sin embargo llegó la pandemia. La página web la salvó, ya que comenzó a vender productos de otros emprendimientos para acompañantes del café, como las galletas Biscotti, de María José Noboa.
En 2021, cuando La Central cambia su modelo de negocios, La Esquina del Café ya no cabía en el nuevo local. Intentó poner una cafetería con una socia pero no se pudo concretar y fue una gran frustración. Hasta que la administración del MuCAO le asignó dos locales para abrir su cafetería. Y ha sido una aventura, mi expertis es café, no soy cocinera pero me apoyo en mis chicas para armar un menú. Ocurría que durante cinco años la gente había escuchado que La Mula Ciega solo era café, no sabía que vendíamos desayunos.
La carta está compuesta de platos que marcan la tradición costeña. Yuquitas fritas, maduro lampreado, muchines, tortilla de verde, humitas, hayacas, patacones y tigrillo. En el menú también se encuentran la tortilla Benedictina, con tortilla de verde, más jamón, huevos ponchados y salsa holandesa; el montuvio que es verde pisado, carne mechada, aguacate y huevo frito.
Para almorzar, la oferta incluye sopa de tomate, crema de lenteja, torreja de choclo y hamburguesa criolla, que lleva mayonesa de salprieta, maduro y queso criollo frito. Hay una variedad de sanduches y en vitrina, siete dulces. También se ofrecen cócteles, como Violeta, que es en honor a la dueña original de la Casona Guzmán. Y don Baudilio es otro cóctel que toma el nombre del padre de La Tigra, el personaje principal en el cuento de José de la Cuadra, publicado en 1940.
El objetivo es que vengas y veas lo qué es La Mula Ciega, y que todo gira alrededor de la cultura montubia, de sus costumbres, aquí se habla español, la carta es en español, y todos los proyectos que vienen ahora son para rescatar esa cultura. Este año retomaremos las tertulias literarias y el primer libro que sacaremos con la editorial será una reedición de La Mula Ciega.
Los horarios de atención en la Calle Panamá son: domingo, lunes y martes entre 08:30 y 17:00. De miércoles a sábado de 08:30 a 19:00.
En abril de 2022, La Mula Ciega abrió en Samborondón La Esquina del Café. Es un sitio pequeño que funciona dentro de un gimnasio, abre de 06:30 a 19:00. Ofrece todo el menú y la vitrina. La inversión para este local fue de US$ 7.000. La facturación en los dos locales oscila entre US$ 17.000 y 20.000 mensuales.
Los planes de expansión de la marca contemplan abrir dos esquinas del café, otra en Samborondón y una en Ceibos. La inversión prevista serían US$ 30.000. (I)