Como cofundador de Caliandra, una empresa que brinda consultoría a organizaciones que quieren mejorar la salud mental de sus empleados, fui testigo de la gran cantidad de personas agotadas, tanto física como mentalmente.
Hace unos años, y esto era incluso tendencia, muchas organizaciones se dedicaban a mejorar el entorno laboral. Comenzó con el entorno físico. Se derribaron paredes para que los compañeros pudieran verse y circular más libremente, y se adoptó un modelo de estación rotativa, es decir, cada empleado podía elegir dónde trabajaría al llegar a la oficina.
Algunas organizaciones, en particular las startups, que por regla general tienen una estructura menos rígida y más flexible, incluso invirtieron en “juguetes” como toboganes para que sus empleados se sientan más relajados y tengan un momento de ocio en medio de la jornada laboral.
La condición física del ambiente de trabajo, por supuesto, es muy importante, pero ¿es suficiente? Claro que no. Precisamente por eso, muchas organizaciones también empezaron a invertir en las personas, quienes, al fin y al cabo, son el alma de cada modelo de negocio. Puede parecer una obviedad, pero fueron pocos los que dedicaron tiempo, estudios y dinero en capital humano.
Invertir en las personas no es un camino fácil ni barato. Pero hay una fuerte razón por la que deberían preocuparse por esto: la económica. Tuve acceso a una encuesta recientemente publicada, realizada por la Fundación Vitalk, Talenses y Dom Cabral, que confirma que el bienestar emocional y el alto rendimiento van de la mano.
Estar bien emocionalmente tiene repercusiones positivas no solo para el empleado, en su desempeño, sino también en sus relaciones dentro y fuera de la empresa.
Por eso, se vuelve fundamental que las empresas busquen generar ese bienestar emocional del que tantos empleados carecen. El primer paso lo deben dar los líderes altos y medios. Es necesario abandonar definitivamente el viejo modelo “uno manda, el otro obedece”, para sustituirlo por un modelo colaborativo, en el que líderes y seguidores cooperen y crezcan juntos.
Los líderes también son quienes pueden identificar tempranamente los casos de angustia emocional en sus equipos y abordar el problema. Tener esa mirada cuidada y humanizada es construir bienestar emocional.
Pero una advertencia: no es posible cuidar a los demás antes de cuidarse a uno mismo. El cuidado personal debe estar en la parte superior de la lista de prioridades de cada líder.
No debemos olvidar que los líderes son ejemplos para los equipos. Los líderes que se cuidan y que se preocupan genuinamente por el bienestar de sus equipos son los capaces de traer más resultados a sus organizaciones.
*Nota publicada en Forbes Brasil