La Galería Gogh nació hace más de 25 años como el proyecto de vida de Alberto Freire. Luego de enrumbar su carrera hacia la música, decidió hacerle caso a su otra pasión: la pintura. Freire ya había estado involucrado en este mundo a través de su padres, quienes tuvieron un taller de arte, en donde él conoció a artistas importantes de la industria.
En 1995, Gogh tuvo su primer pequeño local en un conocido centro comercial de Quito. Diez años después, Freire abrió la galería principal en donde hoy exhibe más de 800 obras de arte, llevando a sus clientes a un viaje por el tiempo.
Pero, ¿cómo han llegado estas piezas únicas hasta este lugar? Freire se convirtió en un minucioso experto de grandes obras de arte, aquello que llaman como perito avaluador; asegurándose de que cada cuadro que llegue a Gogh sea auténtico. Es súper divertido porque para hacer una investigación, hay que involucrarse en el mundo privado del artista, entender su obra y saber qué pasó con su vida, asegura Alberto cuando le preguntamos cómo es su trabajo.
Hoy en día, este lugar guarda grandes piezas que son valoradas desde los US$ 45 hasta los US$ 80.000, dependiendo del pintor. Aunque es un mercado dinámico para ser medido mensualmente, en 2022, esta galería cerró sus ventas en aproximadamente en US$ 500 mil. En Gogh se pueden encontrar piezas artísticas de pintores reconocidos en Ecuador y en Latinoamérica como: Guayasamín, Kingman, Viteri, Catasse, Carrasco, entre otros.
Para él, el valor de una obra de arte lo define un artista, una galería y, sobre todo, el mercado. El mundo se mueve muchísimo, puedes caminar 60 años haciendo arte y no llegar al estrellato, o puedes pintar durante un mes y hacerte millonario, enfatiza. A lo largo de su carrera ha realizado alrededor de 340 certificaciones. En cada certificación, por su trabajo de autenticidad, Freire recibe el 5% del avalúo de la obra. (I)