Spencer (2021, HBO, Prime Video)
En primer lugar voy a recomendar una película vi hace un par de años pero que acaba de subir a HBO (ya estaba en Prime Video). Se trata de Spencer, de Pablo Larraín, uno de los directores chilenos que pisó fuerte en Hollywood. Spencer, obviamente es Diana, Lady Di, la chica que formó parte de la familia real británica al casarse con el príncipe Charles, hoy Rey.
Vi muchas películas del director chileno, muchas de ella me causan un rechazo pleno. Sin embargo, esta me gusta mucho por su mirada lateral, no obvia, de las vicisitudes de una joven frágil (la extraordinaria Kristen Stewart) inmersa en un mundo muy extraño con reglas casi incomprensibles. En su momento, Mariela Sexer, artista de Maxikiosco, escribió en el excelente sitio. A sala llena una crítica con muchas más ideas de las que yo podría desarrollar. La cito libremente en un par de fragmentos de esa crítica.
La novedad de este retrato es la dimensión de la psiquis de Diana. Por supuesto la incomodidad que ella vive es producto de ser parte de un mundo tan rígido como el de la realeza. Aun así, podría haber vivido igual de infeliz si hubiera sido una ama de casa de clase media que se casó con un hombre que estaba enamorado de otra antes de conocerla. O también podría ser igual al conflicto de una joven plebeya con bulimia y anorexia en un tiempo donde no se hablaba de esos padecimientos. La prisión que resalta Larraín no es solo la de las costumbres centenarias de la realeza sino también la de una mente atribulada. El padecimiento mental no es fácil de poner en escena sin caer en la caricatura o el grotesco. La película refleja a Diana como un alma sensible y sufriente.
La jaula está en su cabeza y solo logra pequeños destellos de felicidad con sus hijos y su criada. La prisión de la mente es la más poderosa. Obviamente los hechos objetivos tienen un peso y pueden ayudar o no a engrosar los barrotes, pero hay un componente tan personal en el padecimiento mental que nada de la realidad puede superarlo.
Es eso lo que refleja con maestría Spencer. Con cierta solemnidad visual nos adentramos en la soledad de la protagonista y sus tribulaciones. Y todo el tiempo la película parece estar atravesada por la pregunta ¿Por qué? ¿Por qué sos tan infeliz? ¿Por qué te casaste? ¿Por qué entraste en ese mundo? ¿Por qué no podés ser feliz con lo que tenés?. Justamente es lo que alguien que esta triste (o que se siente, como se dice mucho más poéticamente en inglés, “blue”) no puede responder. La imagen granulada con el que está filmada gran parte de la película se emparenta al corazón de una persona que sufre, a la niebla que invade su conciencia.
A la manera de Once Upon a Time, el final de la película tiene carácter de epifanía. Una vez más el cine le hace trampa a la tragedia. Diana podría haber sido feliz. Carlos podría haber sido magnánimo y la reina podría haber comprendido. Nada de eso paso, pero nunca sabremos si fue por su destino de princesa o por su niebla interior.
La caída. Dios, codicia y el culto de Gwen Shamblin (2021, HBO)
Si Mariela ve y comenta las películas que hay que ver, yo sigo atrapado en las miniseries documentales que cuentan crímenes verdaderos. Revolviendo la chatarra de HBO encontré La caída. Dios, codicia y el culto de Gwen Shamblin, una joyita bizarra relacionada con un culto, uno de las subespecies criminales de la que más documentales de plataformas vi.
En este caso se trata de la Iglesia de los Remnant Fellowship, que promueven la pérdida de peso a través del amor a Dios o el amor a Dios a través de la pérdida de peso, no entendí bien. La líder de la Iglesia es Gwen Shamblin, una excéntrica sureña con un peinado estrambótico y una convicción absolutamente malsana sobre la relación entre la pérdida de peso y la divinidad.
La miniserie se parece a tantas otras sobre cultos misteriosos (los Estados Unidos parecen especialmente predispuestos a este tipo de congregaciones) con su sucesión de testimonios de exmiembros arrepentidos y material de archivo. Un pequeño detalle le da un interés fenomenal. Cuando la miniserie estaba casi completada, Gwen Shamblin, su nuevo y pintoresco marido y otros cinco líderes de la organización se matan en un accidente aéreo. Los primeros tres capítulos son enmarcados por esta tragedia. Los dos agregados posteriormente tratan sobre las consecuencias de la pérdida de la líder. Se puede prescindir de esta coda aunque a esa altura de las circunstancias uno quiere seguir enterándose de cosas y sigue y sigue hasta el final, así como no puede dejar de comer las papas fritas del paquete.