Hacemos un viaje en el tiempo, cerca de 3.500 años antes de Cristo, para conocer el inicio de una sociedad que dejó de ser nómada y se asentó en las costas ecuatorianas, principalmente, en la Península de Santa Elena. Estamos hablando de la cultura Valdivia, que fue una de las primeras en América en emplear la alfarería y sus figurinas son un remanente de su existencia, de su desarrollo social y de sus creencias.
Mientras esta sociedad evolucionaba, también lo hicieron sus piezas. En sus fases tempranas eran simples y talladas en piedras. Después se fabricaron en arcilla y se estilizaron, poniendo énfasis en sus tocados y sus peinados, que para unos arqueólogos representan la fertilidad y, para otros, las actividades cotidianas. Hoy regresan con fuerza de la mano del maestro Edgar Cevallos y su deseo de presentar al mundo las riquezas de un pueblo que rindió culto a la mujer, a la fertilidad y a la vida.
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Con una colección de 40 esculturas, este ecuatoriano, conocido por ser el autor de personajes como Don Evaristo y monumentos como Guayas y Kil, presenta su trabajo de cuatro años. Con una taza de café en la mano, recibió al equipo de Forbes Ecuador en una pequeña exhibición en el norte de Quito. Estaban todas sus piezas en un cuarto bien iluminado, donde el contraste entre negro y blanco fue el protagonista. Sus creaciones, de pie, sentadas o acostadas en los pedestales, son una mezcla entre el pasado y el presente, entre las antiguas civilizaciones y las culturas contemporáneas.
Durante más de 40 minutos escuchamos los relatos del maestro Cevallos. Se detenía con cierta dulzura frente a cada Valdivia y comenzaba su explicación, como un padre orgulloso de los logros de sus hijos. Imposible mencionar a cada una, pero todas mantienen un común denominador: el vientre y el tocado. Pasaron de ser unos trazos en una hoja de papel, a ser esculturas de arcilla y masa de modelar. Luego pasaron a ser una mezcla de mármol y porcelana, que conserva la apariencia de roca, sin ser tan pesada. Su forma final, la que se presentará al mundo, será en acero inoxidable, al puro estilo de las obras del escultor estadounidense Jeff Koons.
Las piezas de Cevallos están a la venta en US$ 30.000 cada una. Y la inversión para convertirlas en piezas de acero inoxidable en EE.UU. supera los US$ 1,2 millones. Son obras únicas y solo 40 amantes del arte tendrán entre sus pertenencias a las Venus de Valdivia originales, en obra blanca, realizadas por las manos del maestro Cevallos. Las de acero se exhibirán en grandes vitrinas como Francia y se espera que cada una supere los US$ 500.000, lo que representaría un total de US$ 20 millones que se destinarán a promover la cultura Valdivia en Ecuador.
No tienen rostro, su movimiento viene desde su columna vertebral y la posición de sus extremidades. Dentro de su exhibición, la única escultura 'embarazada' es Espera, quien desborda ternura y cobija su vientre con el calor de sus manos. Otra es Mrs. Robinson, inspirada en la película El Graduado, que te invita a un viaje sin conocer el destino ni las circunstancias. También, presenta su propia Venus del Espejo, que con sus curvas nos induce a amar la naturaleza, que "nos acoge, complace y nos da la vida".
Betsabé, con su espléndido tocado, rememora su belleza y cómo cautivó al Rey David y le dio cuatro hijos, convirtiéndose en reina madre. El amor desesperado no podía quedar afuera y Cevallos recreó a Afrodita, la diosa dorada del deseo, que con su cabellera larga luce el tocado de las hijas de las playas de la spóndylus. Todas las Valdivias son muy sensuales, sus curvas, perfectas e imperfectas, representan a la mujer actual, con una belleza que despierta los sentidos y se convierte en un arte que conmueve.
Es así como la brisa que puso a volar el vestido de Marilyn Monroe, la Venus de Milo, la diosa de la guerra, hasta Sherezade y sus mil historias, combinaron su magia con la de las Valdivias ecuatorianas. El tamaño promedio de las esculturas es de 80 a 110 centímetros de alto.
Las 40 piezas de acero inoxidable viajarán al más alto nivel, recorriendo un círculo élite de arte mundial. De acuerdo con Cevallos, están en un puerto de embarque para 2025.
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En octubre próximo, 20 de estas figuras estarán adornando los Campos Elíseos en París, con dimensiones de seis metros de alto y un costo que ronda los US$ 140.000 cada una. "Necesitamos US$ 3 millones para estar en París y estamos presupuestando, con las pequeñas y las grandes, recaudar US$ 4 millones". Asimismo, espera llegar a Madrid, Tokio y Nueva York. Y traer de vuelta a nuestras fronteras las grandes para que brillen en Valdivia o en algunas ciudades del país.
Es un proyecto que sueña en alto y por qué no pensar que sus esculturas adornarán las urbes más importantes y se convertirán en las más fotografiadas del mundo. (I)