Pasa horas de horas escuchando y conversando con emprendedores que buscan capital para impulsar sus ideas de negocio. En sus manos, y las del equipo de siete personas del cual es parte en la empresa Clocktower, asentada en Santa Mónica, California, EE.UU., está la decisión de invertir o no en las propuestas. Es la guayaquileña Adriana Samán, que salió del país después de cursar sus estudios colegiales en el colegio Delta, para estudiar Ciencias Políticas en la Universidad de Pensilvania.
Pensaba que después de la carrera de cuatro años regresaría, pero no fue así. Lleva ya diez años en EE.UU. y hoy, tras su mudanza desde la costa este a la oeste, alterna el trabajo de apoyo a los emprendedores que tanto disfruta con el senderismo, el vóley de playa, navegar, patinar, correr, cocinar. Y extraña el verde y a su familia…
Estudió Ciencias Políticas pero está en una actividad financiera. Cómo sucedió?
Durante los años que estudié en la universidad hice pasantías que me expusieron al mundo financiero. En el primer año estuve en Banco del Pacífico, en el segundo en un banco de inversión pequeño en Panamá que se llama M&A Lazard y en el tercero apliqué a una pasantía en JP Morgan. Mi última vacación de universidad la pasé trabajando ahí. Cuando me gradué, me dieron la oferta para volver. Regresé en 2015 a tiempo completo. En JP Morgan pasé dos años. Ya desde antes tenía una pasión muy grande por la inclusión financiera. En Ecuador me había impactado la falta de acceso de las personas a cuentas de ahorros y la falta de conocimiento de los servicios para mejorar sus finanzas personales. Por eso, siempre buscaba aportar y mejorar en la sociedad. Después de un par de años, empecé a descubrir el mundo fintech, que es básicamente tecnología que permite mejorar los servicios financieros. Empecé a aprender mucho del tema. Tuve la oportunidad de formar parte de un equipo de fintech que estaba haciendo una estrategia para la app que usan todos los usuarios del banco Chase. La idea era mejorar la experiencia. Estuve un año.
En ese momento llegó la oferta de Clocktower, ¿cómo se dio?
En realidad, fue mucha suerte. Un día salía del trabajo en Chase y me llegó el correo de una head hunter que me decía que había una oportunidad en Santa Mónica, California, para trabajar en un fondo de inversiones fintech, de capital de riesgo. Yo, en ese momento, nunca había ido a California, no sabía dónde era Santa Mónica. Me parecía interesante y sabía lo del capital de riesgo, pero no tenía idea de cómo funcionaba. De hecho, mi plan en ese momento era postularme a un MBA. Pero cuando vi ese correo algo me latió y dije bueno, hay demasiadas cosas que suenan interesantes y respondí. Y lo hice solo porque me daba curiosidad de cómo sería la entrevista para hacerla después de aplicar mi MBA. Nunca pensé que me iba a mudar a Los Ángeles. Ya llevo tres años. Me encanta donde estoy y el tipo de trabajo que hacemos.
Las ciencias políticas se fueron al baúl…
Es una carrera que me fascinó estudiar y la estudiaría de nuevo. Igual me enfoqué en desarrollo económico y en impacto social, y ese es un tema que suena mucho en el momento de tomar decisiones de inversión. No hago nada relacionado con ciencias políticas hoy. Antes pensaba pertenecer a un fondo multinacional como el BID o el FMI, pero me di cuenta de que prefería involucrarme en el sector privado.
¿De qué se trata exactamente su trabajo?
En Clocktower buscamos emprendedores con ideas muy tempranas y les damos financiamiento para que puedan seguir sus proyectos a cambio de ser accionistas de la compañía. Hacemos eso solo en fintech disruptivas en servicios financieros. En el día a día, básicamente paso mucho tiempo conversando con emprendedores, escuchando sus ideas y haciendo procesos de inteligencia para entender qué estrategias de mercado están aplicando, y conocer un poco más sobre su giro de negocio. Discutimos con mi equipo a ver si son viables y conversamos con otros inversionistas con los cuales colaboramos para invertir en oportunidades. Además, ayudamos a los emprendedores en los cuales ya invertimos aclarándoles sus dudas y brindándoles servicios para que sigan mejorando sus proyectos.
¿Qué ha sido lo más difícil en estos años?
Todavía es decirle a un emprendedor que no. Nuestro trabajo es muchísimo decir que no. Vemos miles de compañías al año y decimos sí a unas cuantas. Todavía me toma mucho de tiempo reflexionar sobre la mejor manera de dar un feedback a la persona cuando no vamos a invertir. Paso tiempo pensando cuál es la decisión correcta, para asegurarme, a la vez, de tener una relación amena con ese emprendedor rechazado.
¿Cómo equilibra lo emocional con lo técnico en el momento de decidir?
Es más complejo que distinguir entre lo técnico y emocional. Es mi trabajo identificar buenas ideas. Te acostumbras a tener una estructura mental donde ves diferentes aristas de oportunidades e identificas entre esto es bueno y esto es malo. Tal vez el mercado es bueno, pero la tecnología no; quizás la tecnología es buena, pero el mercado es muy pequeño, o, tal vez, las dos cosas son buenas, pero el founder o emprendedor no tiene la experiencia relevante para llevar a cabo el modelo de negocio. Entonces es una combinación de muchísimos factores. Ojo, no tomo la decisión sola, sino que es consensuada con el resto del equipo. Son varios puntos de vista que se discuten cuando tomamos la decisión. Eso facilita el proceso.
¿Qué es Clocktower hoy?
Al día de hoy tenemos aproximadamente US$ 300 millones bajo asset management y esperamos agregar un poco más. Invertimos en las compañías cheques desde US$ 125.000 a US$ 5 millones, dependiendo del stage, del tamaño, etc. En total, hemos invertido en más de 130 compañías a escala global. Yo he estado muy ocupada en el último año en el fondo latinoamericano y ahí ya tenemos más de 20 compañías donde invertimos.
Venture Capital Journal reconoció su trabajo. Dice, textualmente: Samán jugó un papel decisivo en el lanzamiento del primer fondo latinoamericano centrado en fintech, encabezando los esfuerzos de Clocktower con inversores y fundadores de fintech. ¿Qué significó para usted ser incluida en la lista de las 40 estrellas emergentes de 2021?
Me hizo mucha ilusión ver el reconocimiento. Hemos sido el fondo más activo en la región en fintech en 2021. Y eso no pasó desapercibido. El poder y el reconocimiento de Clocktower en América Latina ha sido muy bueno. Pero para mí el mayor reconocimiento es cuando vemos a nuestras compañías crecer y levantar más capital. Eso me da mucho más orgullo. Porque al final el efecto positivo es que consigues que más emprendedores conozcan la compañía, escuchen tu nombre y amplíen sus posibilidades.
¿Cómo pueden saltar los emprendedores la barrera del miedo para golpear las puertas de un inversionista?
Una recomendación es acudir a incubadoras y aceleradoras que ayudan a los emprendedores a perder el miedo, a saber por dónde empezar y cómo hacer el primer acercamiento. Este tipo de plataformas ayudan a mejorar la forma en que se presenta la idea, a mejorar la presentación, el business plan y a vender mejor la idea para que atraiga capital.
¿Cuáles son los principales errores en que incurren los emprendedores al enfrentarse a un inversionista?
Lo más importante es mostrar pasión por la causa que están tratando de mejorar. Hay veces que los founders no te transmiten y eso puede quitar el entusiasmo del inversionista, ya que quieren ver autenticidad, pasión. Otro error es que no transmiten una visión suficientemente grande sobre en qué se puede convertir la compañía. Es importante que un emprendedor trasmita un potencial muy grande que permita atraer capital y talento. Y otra falla es cuando un founder no sabe bien los números, cuando se le hace una pregunta y no tiene las respuestas muy frescas y precisas en su mente.
Suena al programa de televisión Shark Tank. ¿Es la shark tank ecuatoriana?
Noooo (risas). Es muy similar el trabajo, pero creo que el estilo y la manera de involucrarse con los emprendedores es distinta. En pocas palabras, sí es muy similar a una shark ecuatoriana, una shark tank de fintech (risas).
En el mundo fintech, ¿cómo está el tema de diversidad?
Es muy poco diverso todavía, sobre todo en América Latina. Hay mucho por hacer. No podemos esconderlo, la verdad es que faltan mujeres en el ecosistema. Paso mucho de mi tiempo tratando de apoyar a emprendedoras para facilitar su proceso, me importa mucho.
¿Por dónde romper esta dinámica?
Perdiendo el miedo, pero apoyando también. Si solo esperamos que las mujeres solas un día cambien todo, es difícil. Las aceleradoras deben buscar mujeres y ayudarlas a perder el miedo. Apoyar a las chicas a que se mantengan en la carrera y lleguen a senior.
¿Se asustó en este mundo corporativo?, ¿cómo lo superó?
Participar en paneles, en podcast, en representar a la organización, al principio causa mucho miedo cómo van a reaccionar las personas a tu opinión. La única manera de superarlo es hacerlo. La primera vez no creo que me quedó tan bien como la segunda ni como la tercera. Siempre acepto todas las oportunidades que se presenten sin importar el tamaño del reto. (I)