Forbes Ecuador
Leticia Tituaña
Liderazgo
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Leticia Lisseth Tituaña Picuasi es una mujer indígena de la comunidad Kichwa Otavalo. Es la creadora de Warmi Stem, una fundación que vincula a jóvenes de distintas nacionalidades indígenas con las ciencias y la tecnología. Esta Under 30 alcanzó una meta tras otra, pero va por más.

15 Septiembre de 2024 06.00

Su caminar no ha sido nada fácil. Nació en San José de Cerotal, una pequeña comunidad rural indígena en Imbabura, Ecuador. Es la mayor de seis hermanos. Su papá es albañil y su mamá se dedica a la siembra y a la agricultura familiar. A pesar de las tradiciones machistas que caracterizaban su entorno, logró romper barreras y superar obstáculos. 

"Un día mi papá me dijo: 'Quiero que seas diferente, como las hijas de mis jefes' y me inscribió en una escuela fiscal en Ibarra. Sufrí discriminación, tuve que sacarme mi anaco para ponerme la falda del uniforme, pasaba sola, no tenía amigas. Para primer año de básica me cambié a un colegio en Otavalo. Incluso cuando yo lo daba todo en clase no era lo suficiente, simplemente porque era de San José. Las niñas de otras comunidades se burlaban y me decían que mi anaco no era de calidad y que mis walkas (collares) eran muy malas. Yo era muy pobre. No aguanté y volví a Ibarra. Para ayudarme, trabajaba como empleada de un local. El dueño intentó abusar de mí, es la primera vez que lo cuento, me quedé callada, la necesidad era grande y yo quería seguir estudiando. En mi casa también había mucha violencia de género, mi papá nos golpeaba mucho", cuenta Leticia Lisseth Tituaña Picuasi.

Esta mujer indígena de la comunidad Kichwa Otavalo asegura que muchos de los momentos que vivió en su época colegial la impulsaron para decir que en verdad ¡sí se puede!, que hay muchas cosas por hacer y que no se va a detener por cuestiones de discriminación.

La educación se volvió su herramienta para ser libre. Se graduó de ingeniera química por la Escuela Superior Politécnica del Litoral (ESPOL) y ahora trabaja como técnica de investigación en la Escuela Politécnica Nacional, en la maestría de Gestión de Recursos Hídricos. "Por eso me fui para Guayaquil. Trabajé de todo, vendía carne de cangrejo, empanadas, incluso esos productos para bajar de peso. Muchos de mis compañeros sentían lástima y me prestaban un cuarto a cambio de que los ayudara como empleada y cocinera. Había semanas en que pasaba con un US$ 1 diario. Luego empecé a trabajar como ayudante de gestión en la universidad y mi situación mejoró. Tuve la oportunidad de irme un semestre a Málaga, España. Esta experiencia me marcó. Quería cambiar las perspectivas de mi comunidad". 

Para ella estaba claro que ser Kichwa Otavalo es su fortaleza y no una debilidad. El primer paso fue crear Warmi Stem, una fundación que vincula a jóvenes de distintas nacionalidades indígenas con las ciencias y la tecnología. Tenía en sus bolsillos US$ 250, y al poco tiempo se dio cuenta de que sin recursos no lograría nada. Empezó a tocar puertas, se involucró con organizaciones internacionales. En su transitar entendió que debía escribir y hablar con impacto para conseguir sus objetivos. En estos cuatro años ha logrado levantar alrededor de US$ 40.000 para Warmi Stem. "Hemos beneficiado a más de 200 mujeres, niños y niñas. Trabajamos con comunidades y nacionalidades indígenas de Pichincha, Cañar, Tungurahua, Cotopaxi e Imbabura, pero no he podido ingresar a mi comunidad por el sentido machista que se mantiene. Eso duele, pero no me detiene". 

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