El guayaquileño Alberto Arauz está seguro de que la disconformidad impulsa a pensar en grande. Tiene 41 años y por casi una década fue parte del equipo de ejecutivos de Cervecería Nacional, hoy parte de AB InBev, el grupo cervecero más grande del mercado.
Graduado de negocios internacionales en la Universidad Nuremberg, Alemania, con un MBA en IDE Business School, su sueño era trabajar en Cervecería Nacional y lo logró cuando regresó al país en 2007. Empezó en el área de Marketing, luego pasó a Ventas, algunas gerencias, hasta dirigir el departamento de Asuntos Corporativos. En 2012 viví un año en Quito, me encantó literalmente, sólo extrañaba el encebollado y el bolón. Como jefe de Trade Marketing conocí el Ecuador profundo. Cuando volví a Guayaquil me hice cargo del área de Asuntos Corporativos.Entre mis funciones debía reunirme con asambleístas, funcionarios de gobierno, políticos y empresarios. Esto me curtió a no tener miedo a nada, me dio cancha.
En total fueron 10 años de una carrera ascendente que le abría las puertas para ser un ejecutivo internacional. Fue una época extraordinaria, pero al mismo tiempo muy dura, trabajaba de lunes a domingo, incluso feriados, sin horarios. Entonces una noche me pregunté ¿si tanto sacrificio valía la pena, si quería vivir lejos de mi familia? Entendí que con todo mi background tenía la fórmula para empezar con algo propio. Renuncié y me lancé al agua, sin temor a ahogarme en el intento.
Arauz no tenía nada en el horizonte, sólo un camino lleno de baches, piedras y derrumbes, pero lleno de sueños. Ingresó como pasante a un emprendimiento de marketing de afiliación. Su primer sueldo fue de US$ 300 y al año le subieron a US$ 1.000. Se volvió un nómada digital. Participó en varios proyectos de innovación y fracasó.
Corría 2021 cuando con dos amigos, ahora sus socios, vieron una luz en el horizonte. Los tres compraron Publifyer y le dieron la vuelta: pasó de ser una solución digital de código QR, a convertirse en una agencia de marketing de creadores de contenido. Arauz sabía que estaba ante un área con mucha tela para cortar. Esta industria mueve más de US$ 20 millones anuales según explica. Al modelo de negocio le hemos invertido un US$ 1 millón. En 2022 realizaron unas 15 campañas y facturaron US$ 50.000. Publifyer se abrió espacio a una gran velocidad: de 1.000 creadores de contenido, pasaron a 10.000. El año pasado cerraron con 400 campañas, 20 colaboradores y una facturación de US$ 700.000.
El mayor aprendizaje ha sido priorizar el levantamiento de capital y cubrir los gastos. Multinacionales y grandes empresas son sus clientes. Los socios están seguros de que la industria avanza rápido y que si se descuidan se les irá el tren.
Arauz se alista para dar un salto como un siguiente paso en esta historia. Hace un mes Publifyer abrió oficinas en Perú y para julio estarán en Colombia. Este 2024, según sus cálculos, las ventas estarán sobre los US$ 2 millones. En la mira de Arauz también están México y EE.UU.
Disciplinado, organizado, un poco temático e hiperactivo, con picardía comenta que sólo puedo quedarse quieto en misa y cuando está en un avión. Asegura contar con los kilovatios todo para revolucionar el mundo del marketing de creadores de contenido, con soluciones disruptivas, innovadores y fuera de la caja.
En este punto no podíamos dejar de preguntarle ¿si cree que tomó la decisión correcta? Definitivamente, aunque a veces sueño que vuelvo al mundo corporativo, pero no me veía como empleado el resto de mi vida. Hoy tengo algo propio por que luchar. Me he reinventado decenas de veces y el negocio ha tenido que adaptarse a los distintos mercados. Es importante no perder el norte. Un día un exjefe me recomendó siempre contratar personas mejores que uno, lo aplico y te aseguro que funciona.
¿Cómo te ves en 10 años? Ahora mi mayor reto es ser un buen padre. En una década seguro estaré más arrugado y sin pelo (risas) . (I)