"Encuentra tu verdadera pasión". "Escucha a tu corazón". "Haz lo que realmente ames". Todas estas frases suenan bien en los oídos de cualquiera, pero a veces resultan castillos en el aire difíciles de abordar.
Probablemente, todos los líderes y referentes del éxito se ahorran muchos detalles prácticos a la hora de hablar de su ascenso a la cima: por ejemplo, que dedican más tiempo al trabajo que al tiempo libre, que nunca dejan de planear, que son disciplinados y amantes de las rutinas, que no apartan la mente de sus proyectos, ni siquiera cuando pasan tiempo con sus familias, etc. ¿No sería más fácil empezar por ahí?
La verdad es que la mayoría de la gente no quiere oír hablar de las horas semanales que se dedican al trabajo o a los negocios. Eso no suena tan bien como hablar de pasiones y sueños. Es mucho más inspirador hablar a los demás de que pueden conseguir cualquier cosa simplemente si se persiguen apasionadamente.
Y el público probablemente no se quejará, porque es precisamente lo que quiere oír. Escuchar hablar de un torrente de horas que no permitan pasar tiempo libre o dedicarnos a las aficiones es prácticamente como tirar la toalla de antemano.
Las mentiras acerca del éxito se escuchan en todas las etapas de la vida, y provienen de toda clase de personas. Comienzan en el instituto y la universidad, con aquel compañero que saca un sobresaliente y se sacude el polvo de las hombreras asegurando que no le dedicó ni una hora al estudio. Sigue con esa celebridad que afirma que se cuida sencillamente caminando todos los domingos con su perro y comiendo ensalada tres veces por semana.
¿Cuántas veces se oye hablar sobre todas esas personas que han ganado millones de dólares con un negocio fácil y rápido, y que están dispuestos a contarte la fórmula secreta? Muchas veces se limitan a contar las generalidades de su trayectoria y a exaltar las grandes palabras: "Esfuerzo", "Perseverancia", "Ser uno mismo". Cuando alguno de ellos opta por hablar de todo el tiempo que dedicó o el cansancio que le hizo rodar por el suelo a final de la semana, los demás no hacen otra cosa que darle un codazo.
Pero las personas que han nacido para conocer el éxito sí están dispuestas a saber cuáles son los pasos a seguir para conseguir lo que se proponen. Y eso incluye saber los pormenores de los detalles menos amables. Nada de lo que merece realmente la pena es tan sencillo como nos gustaría. Incluso si has llegado a adquirir una habilidad sin esfuerzo, lo más probable es que la hayas cultivado durante años, desde que eras un crío.
Es más o menos común en las personas perspicaces la sensación de que el mundo te empuja a ser mediocre, a infiltrarte en ese grupo de gente que solo confía en los milagros hasta ser una masa homogénea que se siente cómoda en compañía de otros similares a ellos. Pero si de verdad quieres diferenciarte, aquí tienes las tres mentiras más habituales que dicen las personas sobre su éxito. Te advertimos que a partir de ahora lo verás de una manera diferente.
Mentira número 1: "No tengo suficiente dinero para empezar a ahorrar"
Esta clase de mensaje es más o menos aceptada por la mayoría porque no a todos les gusta saber que cualquiera puede ahorrar algo de dinero si toma la conciencia suficiente para hacerlo. La respuesta natural es encontrar casos extremos que reafirmen el mensaje.
Evidentemente, para algunas personas empezar a guardar un dinero a fin de mes es más difícil que para otras. La cuestión es que a menudo las personas establecen una cantidad límite, por debajo de la cual no se considera ahorro. En realidad comenzar a ahorrar puede significar, simplemente, beber una copa menos de lo que tienes pensado una noche.
Mentira número 2: "Soy introvertido, así que no soy bueno contactando con la gente"
Los mensajes que se derivan de esta afirmación son variados: "No es natural hablar con personas desconocidas", "Hay que valer para hablar delante de un grupo de gente", "Ojalá fuera una de esas personas que animan cualquier reunión".
Todo esto es un mito: la idea de que, si no vivimos con un carisma innato, nunca podremos ser buenos tratando con los demás o haciendo nuevos contactos. La realidad es que las habilidades sociales pueden trabajarse, y lo que hoy está soterrado bajo una maraña de prejuicios sobre uno mismo puede dar lugar a una nueva forma de ser (y estar) con los demás.
Mentira número 3: "Lo he intentado todo, pero no puedo perder/ganar peso"
Cuando alguien se convence de que no importa qué consejos siga, que no es capaz de hacer cambiar su cuerpo, se convierte automáticamente en una profecía autocumplida. La voluntad sobre nuestros pensamientos se traslada también a la que podemos ejercer sobre el cuerpo, y gran parte de nuestra incapacidad para dominarlo es psicológica.
De aquí nace una serie de excusas que hoy en día están de moda (como la de la aceptación de uno mismo), que si bien tienen un gran mérito, muchas veces pueden estar reñidas con la salud física. Cuando mejor comprendes las barreras que te impiden alcanzar tu meta, más rápido encontrarás el camino para llegar a ella.
Vivimos en un mundo donde se fomenta la idea de que no somos nunca responsables de los aspectos negativos (solamente es cuestión de mala suerte) y donde la superación se basa en pura resignación. La eterna frase de "Qué más da lo que haga, no vamos a cambiar nada” es una mentira colectiva que, precisamente, es la causante de que las situaciones se acomoden en el sillón y no mejoren en absoluto.
Solamente prueba a eliminar los límites que tú mismo has establecido, y fomenta que las personas de tu alrededor también lo hagan. Muchas cosas podrían cambiar si lo hacemos.
*Publicada en Forbes España