El 14 de marzo se conmemora el Día Mundial del Sueño, una fecha que, lejos de ser meramente simbólica, pone sobre la mesa un problema creciente: la crisis global del sueño. Una problemática que, según el Worldwide Independent Network of MR (WIN), asociación global de firmas independientes de investigación de mercado y encuestas, y Voices en Argentina, afecta cada vez a más personas en todo el mundo.
En 35 de los 39 países analizados, al menos una cuarta parte de la población reporta dificultades para dormir, con Hong Kong (59%), Chile (56%) y Brasil (52%) encabezando la lista. En contraste, solo cuatro países presentan menos de un cuarto de su población con dificultades para dormir: Vietnam (15%), India (15%), Paraguay (19%) e Indonesia (23%). En Argentina, las cifras se acercan al promedio global: 62% declara dormir bien con frecuencia mientras que un 38% asegura no hacerlo con frecuencia. A diferencia de lo que ocurre a nivel internacional, se detecta una mejoría en el dormir desde la medición del 2021, cuando dio 56%.
El informe, titulado Worldviews Survey, también destaca la influencia del tiempo frente a las pantallas en la mala calidad del sueño: la tecnología emerge como uno de los principales factores que alteran el descanso nocturno, con la mitad de la población mundial (52%) reconociendo haberse quedado despierta hasta tarde usando el teléfono o la computadora. De hecho, un 66% de los argentinos admite haber sacrificado horas de descanso por el uso de tecnología, especialmente entre los jóvenes y las mujeres. Pero el fenómeno no solo afecta a quienes consumen redes sociales hasta la madrugada, sino también a líderes de negocios que hicieron de la falta de sueño un estilo de vida y, en algunos casos, en una estrategia corporativa.
El mito del CEO insomne: cómo impacta en la productividad
Elon Musk declaró en más de una oportunidad que sacrifica horas de sueño para impulsar Tesla, SpaceX y sus otras empresas. De hecho, a principios de febrero utilizó la red social X (ex Twitter) para destacar que DOGE, el departamento de Eficiencia de Estado creado bajo la nueva administración de Donald Trump y dirigido por el propio empresario sudafricano, trabaja 120 horas semanales, lo que daría un promedio de 17 horas por día los 7 días de la semana.
Y no es el ùnico. Trump duerme unas tres o cuatro horas por noche; Richard Branson unas cinco o seis, mientras que Marisa Mayer asegura haber trabajado al menos una noche entera a la semana durante cinco años que se desempeñó en Google, según un artículo de Forbes. Ya un artículo publicado por el World Economic Forum hace un par de años detallaba que inventores como Nikola Tesla, Leonardo Da Vinci y Thomas Edison dormían tres o menos horas al día. Esta idea de que una mayor productividad va acompañada de menos descanso refuerza erróneamente el concepto de que dormir poco es sinónimo de éxito y sacrificio.
Sin embargo, no todos los líderes adoptan esta filosofía. Jeff Bezos, por ejemplo, asegurò que prioriza dormir al menos ocho horas diarias, convencido de que un buen descanso es clave para tomar mejores decisiones. Mark Zuckerberg, aunque madrugador, también se asegura de dormir unas siete u ocho horas cada noche. Entonces, ¿qué dicen los datos sobre la relación entre sueño y desempeño laboral?
El costo oculto de dormir poco
Según la Fundación Nacional del Sueño, de Estados Unidos, los adultos sanos necesitan dormir al menos siete horas por noche. Estudios científicos demostraron que la privación del sueño afecta directamente la capacidad cognitiva, la creatividad y la toma de decisiones. Dormir menos de seis horas por noche se asocia con una reducción en el rendimiento y un mayor riesgo de cometer errores. Paradójicamente, quienes creen que trabajar más horas los hace más productivos podrían estar perjudicando su propio desempeño y el de sus equipos.
En un mundo corporativo donde el liderazgo es clave, la falta de descanso podría significar no solo una menor eficiencia, sino también un impacto negativo en la cultura organizacional. Un CEO que glorifica el insomnio puede generar una cultura empresarial donde sus colaboradores sientan presión por trabajar más allá de sus límites, afectando su bienestar y su motivación.
Cada vez más empresas están empezando a reconocer la importancia del sueño en el rendimiento laboral. De hecho, compañías como Google implementaron "nap pods" en sus oficinas, fomentando el descanso durante la jornada. Otros gigantes tecnológicos promueven horarios flexibles que permiten a sus empleados adaptar su rutina de trabajo a sus necesidades biológicas.
Cuando la genética define nuestro sueño
Ahora bien, ¿cómo se explica que haya personas que puedan dormir tan poco y, sin embargo, ser igualmente productivas, tener ideas innovadoras y comendar negocios exitosos? Cada caso es único. Pero la genética podría tener una respuesta.
En contraposición a la cultura del insomnio voluntario, la ciencia encontró que algunas personas tienen una predisposición genética para dormir menos. En 2009, la profesora de neurología de la Universidad de California en San Francisco, Ying-Hui Fu, descubrió una mutación en el gen DEC2 en una familia de personas que duermen poco por naturaleza. "Estas personas no se han acostumbrado a despertarse temprano. Nacieron así", afirmó Fu oportunamente.
En línea, un estudio realizado en 2018 reveló cómo la mutación DEC2 observada en humanos que duermen poco puede permitirles sobrevivir y prosperar con solo unas pocas horas de sueño. DEC2 ayuda a regular los ritmos circadianos, el reloj biológico natural que dicta cuándo se liberan las hormonas e influye en comportamientos como la alimentación y el sueño. DEC2 oscila según un horario circadiano: aumenta durante el día y disminuye por la noche.
Vale aclarar que la mutación DEC2 es muy poco frecuente, pero existen otras mutaciones genéticas que actúan sobre diferentes vías y causan un sueño corto natural, sostiene el estudio.
Con todo, si bien algunos líderes empresariales siguen promoviendo el mito del insomnio productivo, los datos sugieren que el verdadero éxito podría estar del lado de quienes entienden que dormir bien no es un lujo, sino una necesidad. En un mundo donde la innovación y la toma de decisiones acertadas son clave, priorizar el sueño podría ser, irónicamente, la mejor estrategia para mantenerse despierto frente a la competencia.