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Juan Carlos Fernandez trabaja en Bosh Quito - Ecuador
Liderazgo
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Juan Carlos Fernández llega todos los días a su oficina en Stuttgart, Alemania, con música latina a todo volumen. Está a cargo de la digitalización y el comercio exterior en Bosch. Vive desde los 18 años en este país europeo y forma parte de los talentos que serán el futuro de esta multinacional. Antes trabajó en Volkswagen y Audi.

6 Octubre de 2023 11.26

Nos conectamos, a pesar de las siete horas de diferencia, para realizar la entrevista. Juan Carlos Fernández Torres vive 13 años en Alemania, un país que le abrió las puertas para construir su carrera personal y formar su familia. Me dijo que en ciertas cosas ya está muy 'alemanizado' y lo pude comprobar. Llegó puntualmente a nuestras oficinas para realizar unas fotografías. Estaba planeando una visita con su familia política a Ecuador y no podíamos desaprovechar la oportunidad para levantar el material multimedia. No había pisado nuestro territorio en dos años y se quedó maravillado con la vista tan privilegiada que tenemos del centro norte de Quito.

Fernández estudió en el Colegio Alemán y desde los cuatro años estuvo vinculado con su idioma, su cultura y sus tradiciones. Cuando llegó el momento de escoger la universidad, no dudó en subirse a un avión, cruzar el Atlántico y echar raíces en el país que se convertiría en su segundo hogar. Hace dos años obtuvo la nacionalidad y hoy trabaja en las oficinas centrales de la multinacional Bosch. ¿Quién no conoce esta marca o sus repuestos para vehículos? Fernández asegura que están en todo el mundo y él es parte de eso. Su principal rol es coordinar la digitalización y la automatización del área de comercio exterior. Además, es responsable de las operaciones de importaciones y acuerdos de comercio para Europa, Medio Oriente y África.

Hoy, tiene 31 años y salió del país apenas cumplió la mayoría de edad. Le pregunté por qué estudió ingeniería industrial y me respondió que es una buena pregunta (entre risas). Acabó sus estudios en la Universidad de Ciencias Aplicadas de Karlsruhe en 2018 y realizó una maestría en International Management en la Universidad Steinbeis, en la School of International Business and Entrepreneurship. “Aquí (en Alemania) la carrera es una mezcla entre el ámbito económico y técnico, un 50/50. Tenía materias como marketing o negocios internacionales; al mismo tiempo que veía termodinámica, dibujo técnico o física”. Este tipo de educación, sumado a la posibilidad de hacer pasantías en grandes empresas, le llevaron a dejar el tema técnico de lado para fortalecer sus conocimientos en temas administrativos, económicos y de liderazgo. “En la universidad trabajé en Volkswagen por un tiempo y descubrí que tenía que irme por el ámbito de la industria. Yo escogí la especialización en servicios generales y ese fue el primer camino. Después, estuve en Audi y ahí me convencí de que esto era lo que me gustaba”.

Fernández me contó que entre las cosas más difíciles de migrar están el idioma, dejar a la familia y acostumbrarse a una nueva cultura. “Por ejemplo, aquí no existe la asistencia obligatoria a clases porque tú tienes la decisión de estudiar o no. Debes aprender a ser tu propio jefe y establecer tus objetivos. En algunos momentos regresar es la primera opción, pero conforme pasa el tiempo, conoces personas, aprendes y tienes experiencias que te motivan a quedarte. Te das cuenta que en Alemania —o en cualquier país europeo— vas a tener oportunidades que no las puedes conseguir en Ecuador”.

Y una de esas oportunidades fue ingresar a Bosch, una empresa que cuenta con más de 420.000 empleados a escala mundial, con 468 oficinas, fábricas, subsidiarias y empresas locales en más de 60 países. Sus ingresos en 2022 ascendieron a 88.000 millones de euros, con unas ganancias de 3.800 millones de euros en ese mismo año. “Ya son cinco años desde que ingresé, como analista, a través de la universidad. En 2019 tuve mi primer ascenso y me convertí en experto en comercio exterior. Nosotros coordinamos todas las importaciones del grupo en Alemania, donde tenemos 44 fábricas que importan o exportan diferentes productos a otras plantas en el extranjero o a otros proveedores. Todo está coordinado desde nuestra oficina en Stuttgart”.

En 2022, Fernández asumió su segunda posición para coordinar el equipo de digitalización y automatización de diferentes procesos dentro de la compañía. “No tenemos robots físicos, sino que automatizamos procesos digitales que ya tenemos. Por ejemplo, ahora accedemos a bases de datos a través de bots electrónicos. Así, enviamos data fácilmente a nuestro personal de importación para mejorar los tiempos”. Este quiteño tiene un equipo de 10 personas, cuatro de ellas comparten oficinas, pero el resto están repartidas en Hungría, Reino Unido, Turquía, Francia y Sudáfrica. “Llevar la distancia es complicado y mucho más entender los procesos que ellos tienen de manera interna en sus países. Una cosa es que te expliquen a través de la cámara y otra estar a lado intentando cambiar las cosas juntos”.

A pesar de que ha cambiado muchas de sus costumbres, como ser puntual, Fernández mantiene su esencia latina al momento de liderar su equipo. “Una de las cosas que no me gusta es que los alemanes son muy directos. Yo trato de dar una mala noticia, siendo positivo y buscando soluciones, intento nunca lastimar los sentimientos de la gente”. Por esto —y otras razones— forma parte del programa interno para formar a los futuros ejecutivos de la compañía.

Los siguientes pasos están direccionados a recorrer el mundo, este amante de viajar y del swing de la música latina, espera conocer otras culturas de la mano de esta multinacional. En los próximos años lo podremos encontrar en México o tal vez en el sureste de Asia. No descarta volver a Quito, aunque las posibilidades son pocas ya que la central de Bosch para LATAM está en Brasil.

¿No dejas de ser ecuatoriano? Le pregunté, en medio de risas, y me dijo: “nunca, sigo comiendo fritada”. Está casado con una alemana hace más de un año y ella es su compañera de aventuras. Dejando de lado la burocracia alemana, este quiteño es feliz viviendo en una cultura que no lo deja de sorprender. (I)

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