Ese fin de semana de 2015 alcanzó el nirvana, encerrado en su habitación, en Guayaquil. Descubrió algo que, increíblemente, nadie antes había descubierto. No gritó ¡Eureka!, como Arquímedes, más de 200 años antes de Cristo. Tampoco exclamó ¡Aha!, como tiempo después se enteró que los analistas de datos lo hacen cuando encuentran algo nuevo. Más bien rugió con todas las palabrotas de emoción imaginables e impublicables.
“Me empezaron a temblar las manos, los brazos, el cuerpo. Tenía algo para empezar una conversación global. Quería pararme en el techo de un edificio y gritárselo a todo el mundo, ¡entérense de esto! Ese fin de semana me encerré a escribir, no podía parar. Fue mi primer ensayo por fuera de la universidad. Lo terminé, lo publiqué en mi blog y se viralizó”. ¿Qué era eso que provocó, incluso, que su sueño de trabajar en Wall Street se esfumara? Fue un coctel: surf + data análisis + Google Trends.
Ignacio Chavarría nació el 12 de noviembre de 1987, en la Clínica Kennedy, de Urdesa. Hizo una parte de la primaria en Miami, EE.UU., y la otra parte en Guayaquil. Estudió en el colegio Torremar y cursó la universidad en la Florida International University, donde se graduó en Finanzas. Él dice que esa es la porción pequeña de todo lo que ha aprendido en sus 35 años de vida.
El grueso de lo que sabe se lo debe a su trayectoria profesional y al agudizado sentido de curiosidad con el que despertó en este mundo. Como buen escorpio, es apasionado, emocional y tiene una gran capacidad para el análisis; en su interior, la lucha constante entre mente y corazón.
Comenzó su carrera en 2011, como no podía ser de otra manera, en banca de inversión. Primero, en FIU Student Managed Investment Fund y, luego, en Investment Banking Analyst, ambas firmas en Miami. Aprovechó el año de prácticas que permite la visa temporal de trabajo de EE.UU. Tras ese tiempo, regresó a Ecuador. En total, hasta ese momento, había pasado siete años fuera del país. Su plan era trabajar en banca de inversión por unos tres años, regresar a Estados Unidos, estudiar una maestría y dar los pasos necesarios para llegar a Wall Street. Esa era su obsesión, así que lo planificó todo.
En Ecuador, inicalmente se vinculó a una banca de inversión canadiense que tenía oficina en territorio nacional. Después se incorporó al equipo de análisis del portafolio de inversiones del Consorcio Nobis. Pasó dos “divertidos” años allí, enfatiza, estudiando y emitiendo sugerencias acerca de cuáles eran los mejores proyectos para apostar y mejorar los rendimientos, eligiéndolos de un menú de ofertas que llegaban de inversores y empresas de todo el mundo.
Sin embargo, en medio de esa dinámica laboral, las analíticas se cruzaron en su camino y se enamoró. “No recuerdo cómo encontré la herramienta de Google que se llama Google Trends, que permitía saber qué era lo que buscaban las personas en internet, qué temas les interesaba en cualquier parte del mundo, en cualquier punto de tiempo. Es una herramienta gratuita y estaba absorto revisando cómo ha ido evolucionando el volumen de búsquedas en Google de determinadas palabra o términos”.
EL FIN DE SEMANA QUE AGARRÓ LA OLA
Cuenta que una de las pasiones más grandes de su vida es surfear, lo que le ha dado muchas lecciones y lo ha ayudado en su carrera profesional. “No sé quién sería sin el surf. Surfeo desde los 18 años”. Obviamente, entonces, lo que hizo al encontrar Google Trends fue buscar “surf”; quería ver cómo y cuánto la gente buscaba surf alrededor del mundo. “Yo seguía los campeonatos de surf y a surfistas profesionales en redes sociales. Esperaba que el gráfico de la herramienta me mostrara que la tendencia de búsqueda ha sido positiva, que el surf era lo más chévere del mundo. Pero lo que vi fue completamente lo opuesto: el interés global en este deporte venía bajando consistentemente durante los últimos diez años, era una tendencia negativa clarísima. Me quedé boquiabierto, estaba en negación, porque el surf es cool, es cheverísimo. Empecé a investigar, mucho, y mientras más investigaba más encontraba. Y me dije: 'Ok, si la tendencia, el interés, realmente está bajando, entonces, ¿qué les habrá pasado a las empresas de surf?'. Busqué a compañías que cotizan en bolsa, Quicksilver y Billabong, e investigué cómo han rendido sus acciones en la última década. ¡Pues pésimo! Habían bajado 80 %. Todo apuntaba a que la industria estaba de mal en peor”.
Creyó que esta data que acababa de encontrar, seguramente, alguien ya la había contado. Navegó, navegó y navegó. Volvió a navegar. Y navegó más. Nadie había contado la historia. ¡Aha! La tenía. Desde el momento en que su escrito se publicó en su blog hasta hoy lo han leído más de 20.000 personas en el mundo. “Revisaba las estadísticas y no podía creer lo que pasaba. Miles de personas lo estaban compartiendo, 2.000 de ellas a través de The Guardian, quienes habían escrito sobre mí y recomendaban mi artículo: 'Ignacio Chavarría es el primer analista financiero ecuatoriano que escribe en nuestras páginas'. Luego, un economista, Tyler Cowen, que tiene un blog muy influyente en EE.UU., que se llama Marginal Revolution, también lo recomendó como uno de los cinco mejores de internet de esa semana”.
Lo curioso es que no eran surfistas, eran economistas y personas de finanzas quienes más compartían. “Estaba incrédulo. En ese momento realmente sentí lo que era el poder de internet, cómo nos conecta con el mundo y cómo una persona con una computadora, desde su cuarto en la casa de sus padres, puede empezar una conversación global. Lo único que se necesita es curiosidad y hallar historias con datos. En ese momento decidí que me dedicaría a esto. Salí de Nobis y me tomé un año semisabático para reinventar mi carrera, dedicarme a la analítica”.
EN MODO ESPONJA
Estaba muy entusiasmado, pero debía empezar desde cero. No sabía nada de programación. Así que el tiempo que se tomó lo dedicó un poco a realizar consultorías financieras para ganar algo de dinero, y mucho a leer artículos, participar en cursos, aprender, aprender y aprender. “No tenía una guía de cómo reinventarme, yo era un financiero. Era un campo muy nuevo y tuve que ir navegando, encontrando cosas que me interesaban. Cuando aprendía algo o encontraba una base de datos en internet, la analizaba, veía algo interesante para contar, escribía la historia, la publicaba en el blog y se lo enviaba a medios internacionales. Al principio no me respondían, después me contestaban diciéndome que no, luego que quizás y finalmente me empezaron a publicar en medios de referencia analítica en Norteamérica, principalmente. Así fui creando mi portafolio”.
Con todo lo asimilado, la siguiente ola natural en la que debía subirse era una startup. Sin embargo, todavía no era el momento. Una oferta de trabajo de Unilever calmó ese ímpetu por dos años. Nunca había trabajado en una multinacional y le llamó la atención la idea de saber cómo funciona por dentro una empresa tan grande, compleja y con visión global. Se incorporó como auditor regional. “No era una startup, pero era un aprendizaje que me interesaba mucho, uno diferente”.
Permaneció allí hasta que se sintió preparado. Se enteró de que el unicornio WeWork, que estaba trasnformando el mundo inmobiliario a través de la tecnología, ingresaba en América Latina. Vio una ola perfecta. Aplicó a un puesto disponible en el equipo de Estrategia y Expansión. Quería ese puesto. El problema es que no tenía experiencia en el campo tecnológico, solo unas ganas oceánicas. “El e-mail de aplicación que envié estaba lleno de links a mis artículos del blog. Me respondieron, tuve un proceso de entrevistas de cuatro días. Hicimos clic, me hicieron una oferta y por supuesto que acepté. Me fui a Lima a trabajar en el equipo de expansión que cubría toda América Latina. Manejaba remotamente un equipo de tres analistas en Brasil”.
Estuvo en WeWork por dos años, dedicándose, entre otros proyectos, a plantear modelos de reducción de los tiempos de apertura de los edificios que en ese momento se abrían a escala global; mejorar los procesos comerciales; y, planificar, analizar y mejorar los KPI en los puntos de venta en América Latina y EE.UU. “Fue realmente divertido, retador y chévere. Viajaba mucho. Mi jefa estaba en Buenos Aires, mis reportes directos en Sao Paulo, mis compañeros de equipo en México”.
La invitación de su jefa, la polaca Magdalena Szuszkiewicz, para sumarse al equipo que tenía el desafío de abrir desde cero las operaciones de otro unicornio, el alemán Gorillas, en España, era un premio a su apasionamiento por la analítica. “Ese era el reto que había esperado, acepté de una, me encantó la oportunidad de empezar algo, escalarlo con un plan megaambicioso. El impacto de tener un buen jefe en tu vida es que puede cambiar tu carrera. De ella he aprendido muchísimo, por eso, cuando me lo planteó, no dudé”.
NO HAY OLAS EN LA BARCELONETA
Gorillas, una startup alemana de tecnología, es una de las líderes en Europa dentro del segmento quick commerce, que son supermercados virtuales que realizan sus entregas en un lapso de entre 10 y 15 minutos. Empezó sus tareas en mayo de 2021. Su primer proyecto fue liderar el equipo de expansión durante el primer mes de preapertura. Tuvo que hacerlo remotamente, desde su departamenteo en Miraflores, en Lima, ya que debía esperar la visa de trabajo para mudarse a España. A la distancia, gestionaba el equipo de expansión, creaba la estructura para encontrar, evaluar y seleccionar locales comerciales. En el primer mes, Gorillas inauguró un local en Madrid y, en el segundo, otros seis en varios puntos de España. La rapidez y eficacia con la que el equipo trabajó en ese tiempo fue clave para expandir la actividad del unicornio.
Vive en Barcelona, obviamente frente al mar, en La Barceloneta. Y aunque allí no hay olas, y todavía no se ha comprado su respectiva tabla, para ir hacia el norte de la península o al sur de Francia a surfear, cada mañana empieza su rutina montando bicicleta en el malecón. Tras estar involucrado en varios proyectos dentro de la firma, hoy lidera la planificación del negocio de corto y largo plazo, incluyendo la gestión del presupuesto local y las proyecciones financieras, y maneja un equipo de analistas que desarrollan reportes y herramientas que empoderan con datos a los equipos de Liderazgo, Operaciones, Comercial y Marketing. “Venimos hace un año y hasta ahora hemos aumentado este negocio desde cero a 20 millones de euros de ingresos actuales recurrentes, tenemos 40.000 usuarios activos, 500 empleados, estamos en cuatro ciudades y sumamos 20 locales abiertos. Se siente increíble haberlo logrado”.
No obstante, el repunte no ha estado exento de problemas. Según reportes de medios españoles, en mayo de este año, Gorillas tuvo que ajustar su nómina, y prescindir de 300 empleados entre todas sus operaciones por Europa. Y aunque en un inicio se anunciaba que cerraría España, para concentrarse en los mercados más representativos como Alemania, Francia, Reino Unido, Países Bajos y EE. UU., Szuszkiewicz, la gerente general para España, explicó que analizan varias estrategias para continuar.
Más allá de este bajón, Chavarría se siente feliz de su decisión de cambiar de sueño y surfear en el mundo tecnológico. Extraña mucho Ecuador, Lima y Miami, en donde tiene un sinnúmero de amigos y familiares. “Hoy no es necesario estar físicamente en un lugar todo el tiempo. El mundo está mucho más abierto a ese tipo de trabajos híbridos y remotos”. Y sigue soñando, esta vez, en su propio emprendimiento.
¿Con qué emprendimiento sueñas?
A medida que han pasado los años, se ha hecho más clara la visión que tengo. Todavía es un 'frankenstein', pero tengo claridad sobre ciertas piezas y eventualmenbte las voy a unir. Sueño con tener una empresa donde haya mucha empatía y cultura de curiosidad de datos. Luego de haber gestionado equipos remotamente y haber tenido la oportunidad de viajar por el mundo y manejar proyectos regionales, globales, cuando emprenda será importante la flexibilidad digital. Actualmente hay oportunidades para crear empresas digitales, sumamente retadoras, para hacer cosas increíbles y lograr impactos en las comunidades.
¿Qué características debe tener un ejecutivo joven para abrirse campo?
Lo más importante de todo es tener empatía. Algo que valoro muchísimo en una jefa o jefe es esto, porque contagia hacia abajo. Un jefe empático va a inspirar empatía en su equipo, donde todos se respetan. Y, cuando hay respeto, las personas no tienen miedo de intentar o de fracasar, porque saben que van a tener apoyo. Y la segunda característica es la curiosidad, preguntarse el porqué de algo. Y luego de resolver el primer porqué, otra vez decir por qué, y después por qué, y por qué, y por qué. Preguntándose se llega a la raíz de algo, a ese momento que los analistas de datos suelen decir: “¡Aha!”. Para mí, la empatía y la curiosidad son dos cosas que pueden mover el mundo, para hacer cosas grandes.
Crees en el poder del internet y tú de alguna forma ahora eres el resultado de ese autoaprendizaje. ¿Para qué coleccionar posgrados, diplomados, maestrías?
Cada persona sabe cuál es el camino más cómodo para sí misma para lograr sus objetivos. Ciertamente hay un camino en las universidades, los posgrados, los diplomados, que seguramente pueden llevar a llegar a esos objetivos. La manera en que yo aprendo es que leo e investigo muchas cosas en internet. De pronto veo que algo me da una chispa y ahí me meto profundamente. Una de las cosas que más me enseñó el surf es que hay varias maneras para llegar a un objetivo. Hay personas que aprenden a surfear en una escuela, la, con clases teóricas donde les explican, aprenden a pararse y a hacer maniobras primero en la arena, luego se meten en una playa chiquita, después en otra con olas un poco más grandes y así sucesivamente hasta surfear una ola grande. La manera en que yo aprendí, para bien o para mal, fue con amigos que eran realmente excelentes surfistas. Ellos me llevaban a las playas y a olas más peligrosas. Al comienzo me daba miedo, no sabía qué hacer. Me decían: 'Ven con nosotros, pero sigue nuestros consejos'. Me motivaban a tener confianza en mí. Si haces esto o lo otro, lo vas a lograr. Y así aprendí a surfear.
Pero muchas veces te debiste dar contra el planeta.
Uffff, por supuesto, tengo las cicatrices. Y en el mundo laboral me ha pasado también. El surf lo aplico en el mundo profesional. Mi manera favorita de aprender es yendo por un megarreto, pero rodeado de personas que ya han estado ahí o que están totalmente capacitadas para estar ahí, que pueden aconsejarme, que me dan ejemplo, que me ayudan a desarrollarme más rápido.
Dicen que los surfistas nacen con un don y que nada los paraliza. Quizás para ti es más fácil hacerlo, pero no es algo que a todos les pasa.
Yo, de joven, era bastante introvertido. Cuando empecé a surfear tenía mucho miedo. Las caídas y las lecciones me enseñaron a tener confianza en mí mismo. Cuando era chico me daba miedo hablar en público, pero luego de caerme en una ola grande, frente a las rocas y salir vivo, hablar en público ya no me da miedo. El surf me ayudó a poner las cosas en perspectiva.
¿Qué consejo le darías a los jóvenes que vienen detrás?
Los motivaría a aprovechar el poder de internet, para participar en las conversaciones que están dándose alrededor del mundo. Aprendan a hacer cosas nuevas, participen en concursos, foros, paneles. Nunca sabes si te puede abrir una puerta gigante. A mí me pasó y le puede pasar a muchas personas. Están en Ecuador, sí, físicamente, pero con su laptop son ciudadanos del mundo.
En la película Punto de Quiebre, un grupo de surfistas asaltaba bancos para tener dinero para cumplir sus sueños de surfear por todo el mundo. ¿Sin dinero no hay olas?
No recuerdo dónde lo escuché, pero el dinero es el outcome de lo que uno hace por pasión. Si a uno algo realmente lo apasiona y esa pasión lo convierte en algo que puede generar trabajo, entonces el dinero va a ser un outcome. El dinero no es el objetivo en sí.
¿Te llamaron de Quicksilver o Billabong después del artículo que se viralizó?
(risas) No, pero sí me llamaron de Surf Vine, que es la pagina web más grande del mundo de deportes acuáticos, es la meca del surf global. Escribí para ellos un análisis sobre el formato de las competiciones del tour global de surf. Habían cambiado el formato para introducir una cuarta ronda, una sin eliminación para que los surfistas pudieran ser más creativos y realizar maniobras más radicales. Esa era la hipótesis. Con una base de datos de puntajes de todas las rondas, demostré que en esas rondas no pasaba lo que se pensaba. Se armó un amplio debate en internet, una conversación global. Después de dos años eliminaron esa ronda, no sé si fue por mi artículo, pero fue una coincidencia chévere. (I)