Verónica Sevilla camina a prisa por la estación del Metro de La Carolina. Con pantalón y chaqueta obscuros, una blusa blanca, una pañoleta y la cartera en la mano, saluda con los operarios que reciben a pasajeros y están atentos a que todo funcione. Alta, elegante y con una mirada llena de energía, la presidenta del Directorio de la Empresa Operadora Metro de Medellín Transdev (EOMMT) aborda una de las unidades, mientras conversa con el equipo de Forbes Ecuador.
Primero en los andenes, luego al interior del Metro de Quito y finalmente en las oficinas de la EOMMT, Sevilla comparte algunas anécdotas, pero también da detalles de la operación de una obra que trajo un cambio a la manera de transportarse de miles de quiteños, desde diciembre de 2023, mes en el que entró en operación una obra esperada por toda la ciudad.
La ejecutiva de la EOMMT asegura que el Metro transformó la movilidad urbana de la capital. Desde el inicio de sus operaciones se cuentan cerca de 60 millones de viajes. La obra es un esfuerzo entre empresas públicas y privadas. La EOMMT, formada por las empresas Transdev (Francia) y Metro de Medellín (Colombia), asumió la responsabilidad de operar el Metro de Quito bajo un contrato firmado en noviembre de 2022. La inversión en la construcción del Metro bordeó los US$ 1.200 millones, y Sevilla resalta que uno de los mayores desafíos es la integración de las políticas públicas y privadas, para lo que se requiere un entendimiento profundo de ambas áreas.
El proceso de poner en marcha el Metro, añade Sevilla, fue complejo por la necesidad de adaptar modelos internacionales a la realidad ecuatoriana. Los ingresos anuales del primer año de operación fueron de US$ 30,9 millones y el equipo en la actualidad es de cerca de 560 personas. El equipo es fundamental, y Sevilla considera que es clave para el crecimiento de un líder y de los demás integrantes del team.
También habla sobre su trayectoria profesional, en la que se destacan cargos como miembro del Directorio de Mashpi Lodge, miembro de los directorios de la Fundación Zoológica y del Jardín Botánico. También es parte del consejo asesor de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Hemisferios y miembro del Comité Asesor de Kreab.
Tras su reinado como Miss Ecuador en 1986, Sevilla se vinculó al mundo laboral cuando tenía 19 años. Su primer trabajo fue como asistente de reservaciones en la agencia Viajes Orión. "Allí reservaba pasajes en Tame, con papel y lápiz. De allí fui al Banco Pichincha y luego a DHL como ejecutiva de Cuentas". Contrajo matrimonio a los 22 años y emprendió un negocio de moda, de ropa íntima para mujeres y trajes de novia. "Hacía los ajuares, diseñaba, me encantaba coser y literalmente estudié corte y confección". El negocio tuvo que cerrar porque la boutique no pudo competir con el auge de los primeros centros comerciales de Quito.
Volvió al mundo ejecutivo y se integró a Tecniseguros, donde desarrolló su habilidad para las ventas y el marketing. "Vendía seguros de asistencia médica y de vida en dólares, en los años noventa. A partir de ese momento siempre me ha tocado desarrollar proyectos difíciles y desde cero. Eso no se estudia, se aprende en el día a día". Luego llegó Celular Power (hoy Movistar), donde fue gerente de Ventas. Su carrera despegaba y al mismo tiempo, con su exmarido, montó una juguetería de nicho, Gepeto.
"Luego me retiré a cuidar a mis hijos, que también es una empresa desde cero. Tengo dos hijos y una hija, una nieta. Fui mamá a los 24 años y quería pasar tiempo con ellos. Ellos fueron y son mi inspiración. Si el lado personal no funciona bien, es difícil crecer como profesional", dice a manera de reflexión.
¿Cuán complicado fue operar el Metro? Hace memoria y responde: "Hay dos temas complejos que materialicé: el Centro de Convenciones Metropolitano en el Parque Bicentenario, con características público-privadas. Todo lo que allí aprendí ha sido muy valioso y ese me sirvió para sacar adelante el Metro con el equipo de EOMTT y los accionistas". Sevilla dice que poner en funcionamiento la obra que lideró el Municipio requirió de horas de mucha negociación, entender aspectos económicos, jurídicos, renegociaciones, sortear temas financieros complejos. "He crecido mucho con esto y exploté mi capacidad de acción. No me arrepiento, he sacado el jugo a mi experiencia. Hemos manejado factores políticos, administrativos, jurídicos, de liderazgo, comunicacionales... ha sido una interesante historia".
Breve clase de gestión empresarial
¿Qué lecciones ha aprendido en su trayectoria? "La primera es poner muchas horas al trabajo, esfuerzo, visión, estrategia y control. Porque siempre he trabajado mucho, me gusta dar todo en el trabajo, meterle mucha cabeza, controlar gastos e ingresos, modular los negocios. Se dice que el papel aguanta todo y a veces las premisas con las que se planifica un negocio pueden estar fuera de la realidad. Me ha pasado conmigo y con quienes he asesorado. Allí los resultados son equivocados".
La primera enseñanza que comparte Sevilla viene de la mano con un segundo consejo que tiene que ver con el enfoque. "Hay que mantener los pies en la tierra y tener la cabeza en el cielo para ser visionario. Ese es un arte que hay que mantener porque, a veces, cuando te va bien exageras en los gastos o compras inventario en un mal momento, y eso genera una pérdida que no se puede recuperar. O cuando lo haces en buen momento, con buen cálculo te va muy bien. Ese manejo es un arte que se aprende cuando hay errores o cuando te va mal, e identificas dónde estuvo ese factor que hizo que algo no salga bien".
Durante la conversación insiste en la importancia de mantener los pies en la tierra. "Lograrlo solo se puede manejar con un trabajo personal de humildad. Pero también con un equipo que te diga la verdad". ¿Qué quiere decir con eso? Sevilla responde: "Muchas veces, en espacios de decisión, los colaboradores piensan que te tienen que decir lo que tú quieres escuchar. Pero lo que se necesita es gente que te diga lo que uno debe hacer para seguir en el negocio y ser sustentable en el tiempo".
Otro consejo que valora esta ejecutiva es cuando el equipo te indica que corregir algo que te está restando eficacia. "En un puesto de decisión se necesita reconocer que si alguien te viene a hacer una observación, es importante escuchar eso y tomar en cuenta esa observación, probar esa idea para ver si tiene sentido". Y añade que no necesariamente hay que tener la última palabra al liderar un grupo o una organización. Eso, según Sevilla, es un efecto de liderazgo maduro que muchos aún no entienden.
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