Killa Orbe nació en Quito, Ecuador, hace 27 años. En el país vivía con sus dos hermanas gemelas menores, un hermano mayor, su mamá, el esposo de su madre y su abuelo. Creció en Guayllabamba, donde vivía la familia de su papá. Recuerda que sus abuelas paterna y materna sabían kichwa, pero perdieron este saber. Un idioma que se fue borrando de su familia, como las personas trans "hemos sido borradas sistemáticamente de todos los espacios".
Eligió el nombre de Killa, que significa luna en kichwa, para conectar con la historia de las culturas precolombinas, que también tenía otros géneros, no solamente hombre-mujer, y para "conectarme con esas historias que no sucedieron, con ese idioma que no pudo existir en mi familia". En la adolescencia descubrió la vocación por escuchar y por "acompañar vidas de otras personas". Su abuela, María Judith Hurtado, fue su inspiración porque hacía algo parecido. Ella es socióloga y educadora popular. "Ahora ya está viejita, tiene 84 años, pero trabajó en el Instituto Nacional de Educación Popular del Ecuador. Es una de las fundadoras de esta escuela integrativa entre lo indígena, lo occidental y lo espiritual".
En 2014 decidió viajar a Argentina para estudiar Psicología en la Universidad de Buenos Aires (UBA), que es gratuita, pero su familia la apoyó con el dinero de la manutención. Su experiencia educativa estuvo atravesada por la migración. No solo tuvo que adaptarse a una nueva cultura, sino que se independizó cuando apenas tenía 18 años. Llegó y no tenía ningún conocido. Tuvo que armar una red de apoyo desde cero. "Era juntarme con otra gente para buscar casa, para aprender a vivir lejos de mi familia con la que yo tengo una buena relación".
En los dos últimos años de estudios realizó su transición en la que se reconoció como Killa. "Yo existía como una persona y después empecé a existir como la misma persona, pero con otro nombre y otros pronombres". Este proceso ocurrió durante la pandemia en 2020, aunque afirma que siempre sintió que vivía una "masculinidad muy rara". "No sé si decir que crecí siendo trans", porque muchas personas transgénero se reconocen desde la infancia, pero "yo mostraba signos en los que me juntaba más con las mujeres, (...) pero también me gustaba jugar a las peleas. (...) Pero sí había cierta incomodidad extraña conmigo", cuenta.
En sus palabras, "transicionar para mí fue como quitar capas, en vez de ponerme cosas. Fue decir: esta soy y así vivo muy placenteramente, y así vivo bien y no voy a tener angustia. Estoy, por primera vez, cómoda en mi piel, en mi cuerpo".
En ese tiempo vivía en una casa "con un montón de gente", entre ellas dos amigas de Ecuador que "fueron un respaldo mío, pero volvieron al país. También estaban otres amigues en la ciudad con quienes hablaba de forma online y mi novio de ese momento. A la gente cercana les fui contando. Me abrazaron y me dijeron que iba a estar todo bien".
A su familia les contó después. "Me daba miedo que mi familia no lo entendiera. Tenía ese miedo. Pero cuando les conté fue un poco obvio para todes", dice entre risas. "Yo creo que de todas partes hubo apoyo".
Ella se sentía feliz de haberse encontrado, sin embargo "como persona trans fue el horror en la universidad, no por los estudios o por la carga horaria, sino por la mirada de los docentes". Al haber transicionado en el último periodo de sus estudios, afirma que vivió "una parte muy chiquita de la violencia. Como profesores que se negaban a tratarme con mi nombre autopercibido, por ejemplo, porque no lo tenía cambiado en el DNI (Documento Nacional de Identificación argentino)". Esto ocurría aunque Argentina cuenta con la Ley de Identidad de Género desde 2012, que permite que las personas cambien de género o nombre sin la aprobación de un juez o médico.
"Escribir mucho, bailar mucho, juntarme con gente que quizá le dé lo mismo (su identidad de género) o quizá me celebre", esa fue la medicina que aplicó para pasar los momentos difíciles. Empezó a moverse en el ambiente LGBTIQ+ de la cultura Ballroom donde baila vogue, una danza dentro de esta cultura. "Es una danza furiosa, es una danza sensual, es una danza en la que yo me junto y puedo canalizar todo", indica.
Ahí conoció a personas afines ideológicamente y fue construyendo un activismo dentro de una agrupación que se llama Socio Ballroom. "Para mí ha sido primero vincularme con mi comunidad porque es conocer a un montón de gente trans, un montón de gente no binaria de diferentes esferas sociales. Nos colaboramos para conseguir trabajo, conseguir habitaciones. Es una red grande que cubre ese tipo de necesidades". Ahora son mi red y mi familia.
Siempre le gustó escribir. "Es como anclarme, estar aquí y ahora, (...) con mis ideas y mis emociones". Esta especie de meditación "también me permite imaginar otros mundos posibles y quejarme un poco de este mundo. Es un refugio por momentos. De pasarla muy mal y poder convertir en algo bello esa experiencia horrible". En el verano de 2022 publicó su primer poemario, titulado Animal Print. "Por lo menos el 70 % del libro lo escribí hablándole a la sociedad, para atravesar la primera etapa de mi transición, que era más social", indica y confiesa que "hay un poema que leía para que no me dieran ataques de pánico cuando salía a caminar en la calle, porque te enfrentas a un montón de miradas, acoso y violencia".
Ya las veo caminar y les juro nenas
que algo adentro se regenera.
Zapato zapatilla
taco aguja hace
un día precioso
y en la vereda los imanes
del magnetismo de sus piernas
me hacen sentir que
hasta este momento
no conocía el coraje
algo adentro se enciende…
(Fragmento del poema 'Manada' de Killa Orbe).
Lo publicó con Puntos Suspensivos Ediciones, una editorial conformada por personas trans y no binarias que editan exclusivamente a personas trans y no binarias, "como en un ejercicio de justicia epistémica porque no estamos publicadas en ningún lado". Afirma que es importante "contar nuestras vivencias pensándolo desde el lugar trans. Hemos sido borradas sistemáticamente de todos los espacios, quieren borrar nuestra historia. Se sabe poco de escritoras anteriores. Para mí es una manera de insistir en generar un archivo". Sobre una futura publicación menciona: "Me gusta mucho la ciencia ficción, leo mucha ciencia ficción, y quizá en un futuro también me gustaría escribir (sobre este tema)".
Aunque Killa encontró en el arte un mecanismo de supervivencia y una red de apoyo, aún tenía varias barreras por atravesar. Una de ellas era el aspecto laboral. "En mi cabeza estaba que nunca iba a conseguir un trabajo formal de psicóloga. Sí, me podrían contratar de camarera, un montón de amigas trabajan como camare-trabajaras, pero no mucho más".
Según el informe de 2020 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), con información recibida por la Secretaría de Derechos Humanos de Argentina, se estima que únicamente el 10 % de la población trans se encuentra insertada en el mercado laboral en ese país. Como se indica en el informe, "la falta de acceso a empleo formal suele exponer a las personas trans a condiciones peligrosas de trabajo, y en muchos casos, forzarlas a que tengan que recurrir al trabajo sexual como estrategia de supervivencia".
Mientras Killa finalizaba los requisitos para graduarse, a la par la comunidad LGBTIQ+ posicionaba el proyecto de inclusión laboral para la población trans, travesti y transgénero, que buscaba garantizar que un mínimo de los cargos de personal en el Estado debía ser ocupado por integrantes de este colectivo.
"Nace esta ley porque no nos contratan. Tengo amigues que trabajan en Recursos Humanos que me han dicho directamente: mi empresa, cuando viene una persona trans, dice no la contrates. ¿Por qué? Quizá no te lo dicen porque quedan como discriminadores, pero es porque es trans. Así de crudo, así de seco. Si intentas buscar oportunidades, no te las dan".
En el caso de Argentina, la Ley de Promoción del Acceso al Empleo Formal para Personas Travestis, Transexuales y Transgénero fue aprobada como ley en el Congreso de la Nación el 24 de junio de 2021. Este mecanismo legal establece que el Estado intervenga para que al menos el 1 % de los puestos laborales del sector público esté ocupado por personas de este colectivo.
Esto abrió una vía de acceso a derechos para toda una comunidad. En 2021, año de aprobación de la ley, Killa rindió la tesis y se recibió de psicóloga en 2022. En total fueron ocho años de carrera. Entonces, una amiga trans feminista que forma parte de la Unión de Empleados de Justicia de la Nación, que es uno de los sindicatos más antiguos y grandes que existen dentro del Poder Judicial, la motivó a postular a uno de los puestos de trabajo que se iban a abrir en esta entidad con un porcentaje de acceso por cupo laboral trans. Killa aceptó.
"De repente se me abrió todo un mundo gigantesco al que yo ni siquiera me podía proyectar. O sea, yo jamás en la vida hubiera ido a buscar laburo al Poder Judicial. El cupo creo que nos abre la posibilidad de podernos pensar en otros lugares".
Tuvo una primera entrevista con la directora de la Dirección de Control y Asistencia en la Ejecución Penal (DCAEP), quien le comentó que estaban buscando trabajadoras sociales y psicólogas, y que ella cumplía con el perfil para el puesto. La segunda entrevista fue con un juez de la Cámara de Casación Penal, pues la dirección a la que postuló depende de esta entidad. Fue una entrevista común, excepto porque le preguntó por qué estaba interesada en ingresar a la institución. "Me acordé de Lohana Berkins, que es una travesti activista que luchó por el cupo laboral muchísimo. Ella decía: cuando nosotras entramos a un trabajo, ese empleo no solamente nos cambia la vida a nosotras, yo voy a cambiarle la vida a esa institución", le dijo al juez y agregó: "Creo que nos conviene a todas tener un paradigma de diversidad en todos los espacios".
Luego de un tiempo ocurrió lo que parecía lejano. Le respondieron afirmativamente a su designación. Killa no lo podía creer. Estaba contenta y celebrando la noticia. La llamaron para que entregara unos papeles y para que le realizaran los exámenes preocupacionales. "Es una victoria laboral, y en el Poder Judicial Nacional, que es el que maneja causas penales y causas más grandes, que no contaba con personas travestis o trans".
El Poder Judicial de la Nación (PJN) es uno de los tres poderes que conforman la República Argentina, y es ejercido por la Corte Suprema de Justicia (CSJN) y los demás tribunales inferiores que establece el Congreso en el territorio de la Nación. Estas entidades se encargan de garantizar la justicia, asegurar la supremacía de la Constitución, y custodiar los derechos y garantías enunciados en ella. Killa ingresó en la DCAEP, una dirección que trabaja al final del proceso penal, cuya superintendencia es la Cámara Federal de Casación Penal. Trabajan con la ejecución de cualquier pena que no implique estar dentro de una unidad penal: libertad condicional, libertades asistidas, personas que pasaron por prisión pero salieron por buena conducta, prisión domiciliaria, trabajo comunitario, entre otros.
Esta dirección cuenta con cerca de 120 trabajadores divididos en dos oficinas, conformados por psicólogos, abogados y administrativos. Acompañan a las personas que cumplen penas para que puedan acceder a sus derechos sociales, económicos, humanos; colaboran en el acceso a vivienda; analizan si tienen una red o no; cooperan con varios organismos, y los derivan a los lugares donde les van a tramitar una vivienda, les darán salud mental, física y más.
Killa ingresa temprano por la mañana, a las 08:00. Para empezar el día se hace un mate y se fija en la planilla donde agenda los turnos. Se comunica mensualmente con las personas que deben cumplir estas penas, evalúa cómo están e informa a los tribunales los resultados. Es decir, establece un vínculo institucional que facilita la reinserción de esta persona en la sociedad. "Es un trabajo humanitario, que requiere de una visión muy amplia, de una comprensión de que la persona no es un problema para siempre, que la persona tiene otros aspectos de la vida más amplios, que es a donde queremos que apunte la justicia también". Los acompañamientos duran lo que dura su condena. Hay personas que tienen desde tres meses hasta otras con cuatro años.
La jornada laboral termina a las 14:00. Después del trabajo suele juntarse a entrenar vogue tres veces por semana o se encuentra con amigos, amigas o amigues para charlar. "Mi identidad está bastante cruzada por el arte. Yo diría que es mi identidad principal, más que la laboral".
Un aspecto que Killa resalta de la Función Judicial es que es un sistema en constante actualización y reestructuración de problemáticas sociales que han sido tratadas en comisiones internacionales y que el Estado adopta. Como en temática de género, por ejemplo. "Cuando entré tuve que hacer un curso obligatorio para todos los funcionarios, se llama Ley Micaela y es una capacitación con temáticas de género tanto de mujeres como de diversidades. Yo tuve un módulo de personas trans, por ejemplo, y en relación con racismo y la desigualdad en el acceso a la justicia".
Confiesa que cuando empezó a trabajar en este sector público se encontraba nerviosa porque escuchó historias de otras compañeras que trabajaban en otros lugares con cupo laboral trans. "Algunos amigos o amigas que han ingresado también (por cupo) tienen compañeros que les han acosado de una manera tremenda. Les hacen comentarios pasivo-agresivos todo el tiempo como: 'tú estás aquí de gratis', 'el cupo es un privilegio', a una amiga le han dicho que no es una verdadera mujer. Una discriminación gratuita. Tengo una amiga que, de hecho, estaba denunciando a una compañera".
Este no fue el caso de Killa, quien afirma: "Me siento supercómoda en mi espacio de trabajo. Mis compañeros y compañeras son bastante amables, totalmente solidarias. Todas las dificultades que tenía en el ejercicio de mi tarea me las han podido orientar siempre con mucha diligencia. Nunca hicieron una diferencia de darme, por ejemplo, menos trabajo o tratarme con pinzas porque soy parte de una minoría. Más bien fue como eres una empleada más y te damos estas tareas, que me parece la mejor manera de abordar nuestros ingresos al trabajo".
En este sentido, relaciona las oportunidades laborales como un "sorteo" de las personas con las que les puede tocar trabajar a la comunidad, entendiendo que "somos la primera generación de personas trans que está laburando en sus espacios de trabajo y yo soy la primera persona trans en el Poder Judicial por cupo".
También, destaca el nuevo panorama que se generó al aprobarse la ley en su vida personal y su futuro. "Tener este empleo me permitió querer crecer en el trabajo, (...) quizás en algún momento tener otro puesto dentro de la DCAEP y hacer una carrera judicial". Asimismo, el hecho de tener un trabajo con sueldo fijo, con derechos laborales garantizados, obra social (seguro social) y aportes para la jubilación le permiten tener sueños comunes. "En algún momento quisiera aplicar a un crédito para comprarme un departamento o tener mi propia casa, comprarme un auto, como tener algo propio y poder viajar".
Pero sus expectativas van más allá. "Desde mi lugar, quisiera poder acompañar a otras personas económicamente o emocionalmente. Que me garanticen un sueldo y tener estabilidad hace que pueda apoyar a otras amigas que no tienen esa estabilidad. (...) Las puedo apoyar económicamente o también emocionalmente porque te da salud mental tener un trabajo así".
Confiesa que antes de su transición pensaba volver al país, pero eso ya no está en sus planes. "Tengo miedo de la discriminación en Ecuador. Yo sé que es mucho más cruda que la que puedo vivir acá". En marzo de 2022, la Nueva Red Nacional Trans ingresó en la Asamblea Nacional ecuatoriana el proyecto de Ley para la inclusión laboral trans. Sin embargo, aún no se ha debatido. "Creo que en Ecuador hay muchos derechos que faltan garantizarse. No es que no ha habido lucha, sino que creo que fueron otras coordenadas sociales, históricas, que hace que todavía el Estado no garantice eso y que los tiene que recontra garantizar".
Cuando le pregunto qué extraña de Ecuador, responde: "Extraño compartir con mi familia, compartir con mi mamá, con mis abuelas. Ver crecer a mis hermanas y la comida, la diversidad cultural, los paisajes, (...) el frío, los Andes". (I)
*El artículo original fue publicado en la edición No. 10 de Febrero de 2023.