Eliana Bracciaforte, de Workana: "Soy trans, lidero una empresa y esta es mi historia"
Florencia Radici Forbes Staff
Florencia Radici Forbes Staff
El 5 de noviembre de 2021, Eliana Bracciaforte, cofundadora y COO de Workana, posteó un mensaje en sus redes sociales. “Hola, les quiero contar algo que sé desde que tuve conciencia que era algo pero que solo tuve valor de decirlo hace dos años por primera vez. Soy trans, mis pronombres son ella/la y me llamo Eliana (...) Y mientras doy estos pasos para llegar a ser quien siento que soy, pienso en que ojalá en el futuro haya cada vez menos casos como el mío. Que nadie más sienta que tiene que ponerse un disfraz y construir una persona que agrade a las normas y que, de esa forma, pierda parte de su ser (...)”. Apagó la computadora y se alejó de las redes por un par de horas.
Cuando volvió, las muestras de cariño y apoyo eran enormes. “Y todos los miedos que tenía antes de transicionar –que durante años justificaron no hacerlo– se derrumbaron del todo”, le cuenta Bracciaforte (41) a Forbes Argentina sobre la decisión que le llevó más de 37 años tomar. El camino que transita Bracciaforte es largo y está lleno de desafíos, en especial en una sociedad –y un mundo corporativo– que recién en los últimos años comenzó a mostrar referentes pertenecientes a distintas minorías (N.d.R.: La transición es el proceso de cambiar la presentación de género o las características sexuales de una persona para que concuerden con su sentido interno de identidad de género).
“Más allá de mi cabeza, empecé mi transición en la pandemia. Hablé con un médico y comencé el proceso. Al estar 'adentro', nos ayudó a mí y a mi familia a que fuera algo mucho más íntimo”, cuenta Bracciaforte. Aprovechando el work from home, ella, su mujer y sus hijos se fueron a Córdoba, su provincia natal: “Ahí se lo conté a mi familia. Y, en diciembre, hablé con Tomás”. Tomás es Tomás O'Farrell, cofundador de Workana y actual CEO, y quien hace más de 10 años convenció a Bracciaforte de convertirse en emprendedora. “Su reacción fue increíble. Él como socio es súper práctico y es de esas personas que te van a preguntar todo. '¿Y qué vas a hacer? ¿Y qué es esto?'. Nos conocemos desde hace mucho, además. Después de Tomás hablé con algunas personas más de Workana y, finalmente, lo conté en la compañía a mediados de 2021. Fue increíble cómo reaccionaron las personas. El cambio instantáneo que hicieron con mi nombre, cómo me trataron... Espectacular. Hasta que lo hice público, en noviembre, me resguardé mucho, porque es un periodo muy intermedio, como un limbo. Todo fue al tiempo que lo sentí. Cuando no quise que me llamaran más por mi otro nombre, lo conté en la empresa. Recién ahora siento que estoy terminando (si es que se termina) el proceso”.
En el durante, Bracciaforte seguía trabajando y liderando las operaciones de la empresa que cofundó. Como no hay un “manual” de cómo actuar frente a estas situaciones, fue ir atravesando cada escenario que se abría. Por ejemplo, durante un tiempo mantuvo dos mails laborales, el actual y el de su nombre anterior. “Cuando lo conté públicamente fue porque quería usar mi nombre. Ser yo. Quizá alguien puede pensar que no hace falta hacerlo. Pero pocas veces en la vida tenés un motivo tan bueno para que la gente que te conoce te demuestre cariño. Obvio que hay personas que pueden tener más dificultad. Pero, en general, fue muy positivo”, asegura.
- ¿Cómo repercutió en la organización y en tu desempeño?
- A nivel impacto en la organización, cuando nadie sabía y yo estaba en el camino, es como cualquier situación personal intensa, como una separación. Una tiene mil cosas en la cabeza. Te rompe los esquemas y se convierte en tu prioridad. En la cultura del trabajo cuesta hablar sobre salud mental, que es muy importante. Nadie quiere un colaborador que no esté bien. Durante el primer año, coincidió con la pandemia y, si bien Workana estaba creciendo, mi cabeza estaba puesta en esto. En ese momento de hecho hice un cambio de rol, más mirando hacia adentro de la compañía. Creás un disfraz durante tantos años que tenés que reconocerte y ver dón de estás vos y dónde no. Ahí está el desafío. En ese camino, a finales de 2021, volví a Operaciones. Una de las cosas que más disfruto es armar equipos. En el trabajo, fue reconocerme como líder de personas y constructora de equipos y operaciones.
- La diversidad está en agenda, pero todavía hay un gap en la sociedad y en las empresas entre lo que se dice y lo que se hace. ¿Qué condiciones hay que crear para que a nivel corporativo cada uno pueda mostrarse tal cual es?
- La serie Severance me parece fabulosa por el mensaje de sentir que en el trabajo somos una persona y afuera, otra. La diversidad está atada a quién soy yo de verdad, cuál es mi identidad, de dónde vengo cuando aporto algo. A veces se plantea ser diversos y contratar determinados perfiles. ¿Por qué? Porque sí. Está bien, es positivo, pero solo hacerlo porque hay menos no termina de dejar ver por qué es valioso. Por ejemplo, en el equipo de liderazgo de Workana somos siete personas, todos argentinos. Al ser una compañía que abarca tantos países, es un riesgo gigante que seamos todos del mismo lugar. Eso es lo que te trae la diversidad: otra mirada, gente que vivió otras cosas, que te pueda decir 'esto no va a funcionar acá'. Cuando no tenés diversidad de miradas, estás perdiendo un punto de vista que te puede cambiar totalmente cómo tomás decisiones. Ahí está el valor de lo diverso. También por supuesto está el tema de ser genuinos cuando trabajamos, sentirnos cómodos con quienes somos y sentir que podemos hablar. Cuando te ponés un disfraz para ir a un lugar o para hacer cosas es donde se pierde una parte de vos, y esa parte de vos nadie más la ve.
- En el camino, te encontraste con Contratá Trans, un programa para mejorar las condiciones de inserción sociolaboral de las personas travestis, trans y no binaries...
- Me crucé antes de decir algo yo. En ese momento estaba Maryanne Lettieri. Tuvimos una reunión por Zoom. Yo estaba como tratando de acercarme a cosas que me dieran impulso, siguiendo en redes a personas que habían transicionado y les estaba yendo bien en su vida. Me hacía reflexionar que habían hecho lo que yo imaginaba y no les había explotado la vida en la cara. Y, cuando la conocí a Maryanne, tener esa referente me ayudó mucho. Por ejemplo, en Workana empezamos a ofrecer personas trans de su base a clientes nuestros. Me ayudó a descubrir un mundo al que no me había acercado en mi vida, porque había un autorrechazo. Festejé cuando se sancionó el matrimonio igualitario o la Ley de Identidad de Género, pero en mi cabeza era como que yo nunca la iba a usar.
- ¿Qué pensás de los cupos?
- Están bien, aunque quizá no son herramientas perfectas. A veces el miedo, la ignorancia o la comodidad no dejan avanzar. Ojalá algún día no hagan falta y los saquemos. En el universo trans, el problema de la implementación de los cupos es que tenemos una deuda gigante con las personas trans y travestis que tal vez no tienen las habilidades desarrolladas para trabajar en el Estado, porque vivieron durante años aisladas, marginadas. La deuda es otra. Como sociedad hay que reparar este daño que hicimos. Yo como una mujer trans siento que a todas estas personas que la pasaron tan mal, pero que vivieron su identidad peleándola desde hace tantos años, les debo un montón, porque se la rebancaron durante años por la Ley de Identidad de Género.
- ¿Cuál es el impacto de esta ley?
- Tener una ley como esta te da mucha seguridad. Cuando yo sentía que quería ser nena y que no lo era, era 1991. ¿Qué sabía yo qué era ser trans? No había palabra, no existía. No había referentes. Yo no sabía si todo el mundo lo sentía, si era común preguntárselo. Sabía que no era lo que se esperaba de mí, por eso nunca dije nada. Las primeras referentes fueron personas como Cris Miró, que iba a la TV y se le burlaban. Ahí empezás a generar tu propia transfobia, que todos la tenemos. Y me costó mucho matarla a mí. Empezar a ver referentes que no eran burlas, sino que participaban de los medios, era positivo. La identidad de género te da una seguridad gigante, porque te cambian el DNI, te dan una partida de nacimiento nueva. No funciona perfecto, por supuesto, pero te protege.
- El problema de la falta de referentes...
- Mi referente de princesa guerrera es la princesa Leia, de Star Wars, porque cuando era chica era la única princesa que peleaba. Ahora por suerte hay un montón. Mí psicóloga me decía que me toca ser punta de lanza.
- ¿Lo sentís como una presión?
- Cuando hacía el rol de hombre, no tenía ciertas inseguridades. Ahora pienso que me tiene que salir todo bien, porque si hago algo mal es como que enseguida me van a señalar. Como mujer, sentís una presión extra en las posiciones más altas. Antes no me pasaba. Pero hay que mostrar que se puede. Tener referentes ayuda un montón. Lo veo con mi hija. Porque, quieras o no, la sociedad sigue inculcando ciertos roles. Por suerte está cambiando.
Bracciaforte llevaba cinco años trabajando en Google y estaba viviendo en Brasil con su mujer cuando, hace más de 10 años, la llamó O'Farrell para contarle que quería emprender. “Estaba por cumplir 30 años y no era quizá el momento 'ideal', porque mi plan era seguir un tiempo más en la empresa e incluso irnos a otro país. Pero yo siempre supe que en algún momento iba a emprender, porque siempre quise hacerlo. Me divierte mucho empezar cosas de cero, resolver un problema complejo que hasta ahora nadie había atacado, tratar de ver cómo lo podemos hacer y que llegue a más gente”, cuenta Bracciaforte. Así que hicieron las valijas, volvieron a Argentina y, en 2012, ella, O'Farrell y dos socios más lanzaron Workana, hoy la plataforma de trabajo freelance online más importante de Latinoamérica, que cuenta con casi 2 millones de freelancers registrados y más de 1.000 oportunidades de trabajo freelance publicadas cada día.
- ¿Cuál es el balance de estos casi 11 años de Workana?
- La pandemia empujó muchísimo el trabajo remoto y, aunque hay una vuelta a la oficina, cambiaron muchas cosas. Las empresas que “obligan” hoy a ir a la oficina están asumiendo un costo. No solo el costo de acceder a talento que esté cerca de sus oficinas, sino el costo de que las personas están menos dispuestas, entonces hay barreras más altas para acceder a ese talento. Esto es algo que venimos promoviendo desde que empezamos. Además, vemos el impacto que puede tener en la vida de las personas. Cuando comenzamos, lo pensamos porque había plataformas que te dejaban contratar personas remotas y para trabajos por proyectos pero que no estaban para español y portugués. Entonces quisimos disponibilizar algo que no había en América Latina si no sabías esos idiomas. Y te das cuenta de que hay personas increíbles, que trabajan excelente y tienen mucho talento, pero que no tienen oportunidades porque no están en el lugar correcto. Acercar esas oportunidades a más gente y liberarlas de la restricción de cercanía tiene más impacto del que uno se da cuenta. Construimos una empresa que procesa millones de dólares al año, y más de 3.000 personas por mes cobran su ingreso a través de Workana.
- ¿Qué dificultades tuvieron que sobrepasar en estos años?
- Muchas. Por ejemplo, habíamos levantado capital en 2012, una ronda seed de US$ 500.000 que nos permitía operar un año. Nos fue bien, pero en nuestros primeros años el crecimiento era grande y no supimos encauzarlo, entonces cuando quisimos hacer la primera Serie A nos salió mal. Aprendimos un montón. Nuestros inversores nos ayudaron y esa segunda oportunidad salió bien, aunque la plata llegó a un mes de quedarnos sin fondos. Estuvimos muy al límite. No de cerrar, pero era tan poca la facturación que era como una 'compañía zombie', que factura un poquito pero no lo suficiente como para crecer. Los últimos años fueron más de que algún negocio madure y tener que buscar un nuevo foco. Ahora ya estamos terminando 2022, ordenados de nuevo y con buenos resultados. Entiendo que el estrés no sea para todos, pero sentís que tenés control de lo que querés construir. En Workana nos gusta mucho que las personas sean autónomas y esa autonomía, obvio, conlleva responsabilidad y que seas dueño de tus cosas. Pero también te da mucho control sobre cómo querés encarar los problemas que tenés en tus objetivos. Esa libertad es parte de lo que yo creo.
- ¿Cómo es el modelo de negocios hoy?
- Tenemos la plataforma de trabajo remoto y freelance, que es el negocio con el que empezamos. Las empresas ingresan y proponen proyectos de trabajos para freelancers, que se ofrecen a hacerlos. En el último año y medio estamos trabajando mucho en proyectos de largo plazo. Esto es, personas que quieran trabajar desde casa o remoto para empresas de otros países. Nos estamos enfocando, primero, en desarrolladores. Hacemos todo un trabajo de identificar, hablar con ellos, realizar pruebas técnicas y de inglés para quienes quieren trabajar para afuera, y trabajamos con empresas en Latam y EE.UU. para contarles los perfiles que tenemos. Trabajamos con muchas empresas tecnológicas o que necesitan programadores.
- ¿Cobran una comisión del valor del trabajo?
- Exactamente. Workana tiene una parte de intermediación por persona contratada (N.d.R: en su sitio web, aseguran: “Se trata de una comisión escalonada que inicia con el 20%, pero que va disminuyendo hasta el 5% a medida que se factura más dinero con el mismo cliente”).
- ¿Cuántas personas se suman por mes?
- Unas 200.000. Prepandemia eran 40.000; después pasamos a 100.000/120.000. Y desde enero, venimos a un ritmo de 200.000 mensuales. La empresa crece 50% año a año y, del lado de las empresas, hay unos 25.000 proyectos por mes. Somos 60 personas entre Argentina, Brasil, México, España, Estados Unidos y algunos otros países de América Latina.
- ¿Qué país es más importante a nivel negocio?
- Brasil es el más grande, con el 45% del negocio. Le siguen México, Argentina, EE.UU. y España, del lado de clientes. Y, del lado de talento, Brasil, Argentina, Venezuela, México, Colombia y EE.UU.
- ¿Cuáles son los proyectos para este año?
- Estamos entrando fuerte en EE.UU. Tenemos el equipo enfocado en ese mercado, donde son más del 10% de los colaboradores. La meta es conseguir que empresas de allá contraten talento latinoamericano y aprovechar que nosotros tenemos una base muy buena y verificada. A la par, sucede que tenemos mucha gente que se registra todos los meses. Desde 2018 no dejamos entrar a todos los que se postulan, para que no haya una sobreoferta. Dentro de los que se registran, entran entre un 4% y un 6%. Por el último salto de ingresantes, estamos pensando qué más podemos ofrecer que no es trabajo, como paquetes educacionales, mentorías, inglés...
- ¿Las empresas se están adaptando de verdad al trabajo remoto? Este año, muchas hicieron volver a sus empleados a las oficinas full time...
- Hay una disonancia entre creer que tu marca empleadora sigue siendo tan fuerte como lo era, cuando ya no sucedía desde antes de la pandemia. Hay un deterioro de la marca empleadora, y las nuevas generaciones no compran tan fácil tu empresa o lo que vos haces. Hay trabajos que no hace falta hacerlos en la oficina sí o sí. Hay empresas con rotación del 30%. Y es obvio, las personas hoy van a elegir más flexibilidad, ciertos estilos de cultura. Y si no te transformás... Lo que te hace sobrevivir en el largo plazo es la cultura y, dentro de esa cultura, una parte es cómo trabajás, esa flexibilidad, autonomía y libertad.