El sueño italiano también es posible; Andrés Moreno lo vive
Este ecuatoriano es Reporting Specialist en el Istituto Bancario del Lavoro (IBL Banca), en Italia. Salió del país hace 22 años como resultado del feriado bancario. Estudió Finanzas y Jurisprudencias. Es amante del crossfit y del arte contemporáneo. ¿Su sueño? Construir una biblioteca en Latacunga.

¿Daño colateral? Muy pocas veces hemos pensado en los migrantes que salieron de Ecuador en la crisis económica de 1999. Fue una época de grandes transformaciones y no todos estábamos preparados. Miles se separaron de sus familias, pueblos enteros se quedaron únicamente con adultos mayores y menores de edad. El nuevo siglo trajo un cambio social sin precedentes que ha dejado estragos hasta la actualidad. 

Pero, no todo fue malo. Los niños y niñas que tuvieron la fortuna de migrar con sus padres hoy están poniendo nuestro nombre en alto. Son ciudadanos del mundo con sangre nacional y Andrés Patricio Moreno Trujillo, Reporting Specialist en el Istituto Bancario del Lavoro (IBL Banca), es un ejemplo de esto. “Entre 1999 y 2000 existió el primer flujo de migrantes que salieron después del feriado bancario. Fue el comienzo de la epopeya de los compatriotas de clase media en Estados Unidos y Europa. Mis padres, en ese entonces, trabajaban en una institución bancaria que redujo su personal y la situación fue tan difícil con la dolarización, que decidieron trasladarse a tierras romanas. Escogieron Italia porque tenían un conocido y ellos viajaron primero para instalarse. Mi hermana y yo fuimos tres años más tarde. Nos quedamos en Latacunga con mis tíos y -con tan solo nueve años- tuve que vivir el proceso de abandono migratorio y después el proceso de inclusión en una sociedad muy conservadora”, cuenta en una entrevista virtual.

Este ecuatoriano, de 31 años, trabaja en uno de los grupos bancarios más importantes de Italia y es experto en inversiones. Se convirtió en la mano derecha del Consejo Administrativo y tiene un alto nivel de responsabilidad, un logro que lo posiciona como el primer latino en llegar a este puesto. Los primeros lugares son lo suyo. Él sabe lo que se puede lograr con esfuerzo, dedicación y sobre todo con mucho estudio. “Llegué una semana antes de iniciar el nuevo ciclo de clases. En Italia existe la escuela media (3 años) y después el colegio (5 años). Mis papás me dieron una hoja con todas las indicaciones porque debía ir solo a la escuela. El primer día, en el bus, estaba preguntando en español algunas direcciones y tuve la suerte de encontrar a una brasileña -que me entendió- y me ayudó a llegar. La primera vez que me comuniqué con mis compañeros fue a través de las matemáticas. Era muy bueno y eso me ayudó a acoplarme en una cultura con muy pocos latinos. Me demoré cinco años en pensar en italiano. Al principio, me pasaba toda la noche traduciendo mis deberes”.

Ya son 22 años que vive en Roma, su nuevo hogar. Sus padres y su hermana también asentaron raíces en esta metrópoli.  “Los hijos de inmigrantes nos encontrábamos en los parques o en los colegios. Yo tenía más afinidad con un niño de Bosnia, de Polonia, de Albania… porque cargamos el mismo origen migratorio y esta fue la base para realizar un proceso social y civil de derechos humanos. Nosotros teníamos solo dos caminos: estudiar o la calle. Yo me dediqué a la primera”. Cuando culminas los tres años de la escuela media, los profesores realizan unas tablas con “el futuro” de sus estudiantes. 

A todos los italianos les enviaban a los liceos, los centros más prestigiosos en ciencias, matemáticas y literatura. En cambio, los extranjeros estaban destinados a ser cocineros, mecánicos o guías turísticas. “Siempre me preguntaba por qué no podía ir a una escuela de élite. Mi esquela decía que “mi destino” era ser traductor porque hablaba idiomas (inglés, español, italiano y francés). Yo, decidí inscribirme en un liceo científico, Scuola Gaetano Desanctis, y fui el único latino en la escuela y el único de origen extranjero en mi clase”.

De acuerdo con el relato de Moreno, Italia no era un país amigable con los inmigrantes. El costo de vida era muy alto y la mayoría debía trabajar. “Yo quería emerger y me inscribí en Jurisprudencia en la Universidad de Roma. Fui el único extranjero en una clase de 300 estudiantes. Después, entré a la escuela de altos estudios internacionales diplomáticos para obtener un título en Desarrollo y Cooperación Internacional. También estudié un curso en la Universidad Autónoma de Madrid. Siempre he sido el único extranjero en estas cosas porque ganaba becas. Trabajé en una boutique de abogados, hice unas pasantías en Madrid y me gradué como doctor magistral en Jurisprudencia. En 2021, saqué otra maestría en Tributación Europea e Italiana, al mismo tiempo que obtuve una certificación como analista en Estudios Europeos”.

Sin duda, es un gran representante de Latacunga, su ciudad natal. Cuando tenía 16 años estaba en un bus con su madre, recorriendo la zona financiera de Roma. Él le dijo: “cuando tenga 30 años voy a estar trabajando ahí”. Ella le contestó que era imposible y que no sueñe tanto porque no tienen los recursos necesarios. “En Italia es muy difícil llegar a ciertos niveles, pero cuando acabé mi segunda maestría, tomé mi hoja de vida y le dije al guardia del banco que quería dejar mi hoja de vida, algo muy poco común (dice entre risas). La vida quiso que a mis 30 años cumpla mi sueño de trabajar en un banco de inversiones”. 

Cuando revive las experiencias de su vida puede asegurar que todo es posible, incluso viniendo de abajo. “Me llamaron porque buscaban un perfil mixto, muy difícil de encontrar (finanzas + jurisprudencia). Me ocupo de todos los procesos de inversión: adquisiciones y compras de portafolios, que superan los 130 millones de euros anuales. Mis reportes van directamente al consejo de administración y no tengo jefes arriba mío”. Es un banquero de los buenos, de los que aspiran alto y demuestran que el “italian dream” es posible. “Hace unos días vino el presidente de todo el grupo y me presentaron como: 'Andrés Moreno, él viene de Ecuador'. Yo le contesté: 'soy el Maradona de los números'. Jamás he tenido vergüenza de decir que soy latino y quiero que todos lean mi historia y sepan que es posible”.

Durante estos años, la política se ha convertido en una de sus pasiones. Hace 12 años, junto con la organización de hijos de migrantes, llevó al senado italiano la propuesta de reforma de ley sobre la ciudadanía italiana para hijos de migrantes. Esto le abrió un camino social y político. En 2021, fue parte de los candidatos para asambleístas en el exterior y alcanzó más de 30.000 votos en Roma. Sus siguientes pasos están direccionados al Vaticano, donde le ofrecieron administrar las finanzas de una de sus fundaciones en Brasil, México, Argentina, Filipinas y Vietnam. Su sueño es hacer algo por Ecuador, que sus estudios sean el camino y que le permitan enseñar a niños y niñas de bajos recursos. La idea es recorrer, en una moto, los pueblos pequeños y compartir sus experiencias. Además, de construir una pequeña biblioteca en Latacunga. “Yo no soy rico económicamente, pero soy rico en experiencias y conocimiento”. (I)