El Dragón de Quevedo
La Oriental es una de las marcas de mayor recordación en el Ecuador por su 'tradición del buen comer', pero la salsa china y Rapidito deben estar entre los nombres más comunes en el día a día de los ecuatorianos. Su fundador se radicó en Quevedo, que era un 'Chinatown', ya que ahí estaban otros paisanos.

En un pedazo de la hacienda San José en Quevedo, donde antes se cosechaba banano, comenzó a fermentarse la soya en pequeños tanques; se envasaba y se etiquetaba para repartirse en triciclo entre los chifas de la localidad y también se enviaba a otras ciudades. Era 1975, cuando Wilson León Lee sembró las primeras semillas de un imperio empresarial, que actualmente tiene un portafolio con 15.600 ítems de una variedad de productos y, además, exporta a 13 países, entre esos al gigante asiático: China.

La Oriental es una de las marcas de mayor recordación en Ecuador por su 'tradición del buen comer', pero la Salsa China y Rapidito deben estar entre los nombres más comunes en el día a día de los ecuatorianos. Wilson León Lee ha sido el genio de los negocios. Un emprendedor y visionario que arribó al país en 1975 con otro nombre, sin hablar español e incluso sintiendo expresiones de racismo en una cultura desconocida. Su nombre original era Kung Pik Leung, nacido el 29 de noviembre de 1942 en la pequeña ciudad de Heshan, en la provincia de Guangdong, en el sur de China.

Se radicó en Quevedo, provincia de Los Ríos, que era un 'Chinatown', ya que ahí estaban otros “paisanos” y los chifas demandaban su salsa china de soya, un producto totalmente nuevo en el país. “Todo lo que parece imposible hay que hacerlo posible”, esa ha sido la filosofía de vida del fundador y CEO del Grupo Oriental. Ahora dice que le deja ese legado a su familia, donde también sembró la semilla con su esposa, Teresa Suet Yee. Tienen cuatro hijos: Darwin, Willy, Yuri y Javier, y 13 nietos.

Wilson León Lee, gerente de Grupo Oriental y su familia. Foto: Pavel Calahorrano

El grupo tiene actualmente dos complejos industriales con diferentes líneas de producción. En la Planta Estambul, en la vía Quevedo-El Empalme, funcionan la Unidad de Alimentos, el centro de distribución nacional y las oficinas principales. Este complejo se inauguró en 2016, con una inversión de US$ 19 millones. En la Planta Borama, en La Maná, Cotopaxi, se producen bebidas con agua mineralizada de las vertientes naturales que descubrió don Wilson hace 15 años, debajo de unas rocas gigantes. Esa industria se asienta en 20 hectáreas, con una inversión de US$ 12 millones. En el resto de las tierras de la hacienda hay cultivos de borojó y también se proyecta para expansión de otros negocios, explica Javier León, director de la Unidad de Bebidas.

Entre las líneas de producción están el agua La Maná, leches saborizadas, bebida de soya, té verde en diferentes presentaciones, jugos y Apple fit, hecho con vinagre de manzana. Está en proceso el producto Runners hidratante, que saldrá al mercado próximamente. La capacidad de producción es de 3 millones de litros. “Está operando al 40 % y hay espacio para crecer, una vez que se amplíe el catálogo”, explica.

La Planta Estambul, que debe su nombre al sector donde está ubicada, es el principal centro de operaciones del grupo. Tiene 13 naves. Ahí está el centro de acopio de la materia prima, abastecimiento y distribución, y en las 12 naves restantes operan las líneas de producción de harinas, condimentos, fideos precocidos, instantáneos, misceláneos, semiprocesados y especias. También están los tanques gigantes o piscinas de fermentación de la soya para elaborar una variedad de salsas, bajo la supervisión de ingenieros en alimentos para cumplir todos los estándares de calidad.

Yuri León, directora de la Unidad de Alimentos, explica que el 50 % de la materia prima se produce en las haciendas del grupo y el otro 50 % proviene de agricultores con los que tienen convenios. “No solo sembramos y cosechamos materia prima como ají, soya, plátano, sino que buscamos acuerdos con agricultores locales y compramos 300 toneladas de frutas al año. Así hacemos un trabajo social para contribuir al desarrollo de la zona, que es muy rica en productos agrícolas y banano”.

LA LOGÍSTICA, LA FORTALEZA PARA LAS VENTAS

La Oriental genera trabajo para 700 personas de forma directa y más de 1.000 plazas indirectamente. Tiene 10 agencias propias de distribución a escala nacional, con bodegas, logística, comercialización y distribución. Cuenta con su propia flota de 102 vehículos medianos y 12 de flota pesada. Esa es una fortaleza para la industria, ya que le permitió seguir operando durante los meses de confinamiento de la pandemia. No pararon ni un día. La ubicación geográfica de la Planta Estambul, en el centro del país, permitió enviar los productos a todas las provincias durante el paro de octubre de 2019. 

Otro hito que recuerda Yuri León es que durante 2020 pudieron inaugurar una nueva línea de producción, que estaba planificada desde un año antes. Invirtieron casi US$ 2,5 millones en tecnología de punta para potenciar la fabricación de vasos biodegradables de fideos Rapidito. Los equipos tienen una capacidad de producción de 300 unidades por minuto. En octubre se terminó de ensamblar toda la línea y al mes siguiente empezaron a producir y a exportar a Centroamérica. 

RAPIDITO, UN FENÓMENO EN VENTAS

Rapidito es una de las marcas estrella y el producto de mayor crecimiento del portafolio. “Ha sido un éxito total”. Las ventas aumentaron 200 % y eso significa que venden casi 4 millones de unidades al año. El tamaño del vaso es uno solo, pero se ofrecen cuatro sabores: integral, pollo picante, pollo y res. También está el Mezcladito, el vaso de fideos acompañado de un atún de 80 gramos.

La marca nació en 1993 con el nombre Rapidito Oriental, que escogió don Wilson porque se “hace rapidito en tres minutos''. Ahora solo se llama Rapidito y “la marca ha tenido su evolución, como cada producto tiene su identidad, es más jocosa, más dinámica, actual, atractiva y práctica”, explica Yuri León. 

EL MERCADO EXTERNO

Los productos de la Oriental empezaron a exportarse en 2006 y actualmente 40 ítems están en otros países. Rapidito es una de las marcas y se vende con el mismo nombre en diferentes destinos. Además, se envían harinas y salsas a varios países de Europa, como España e Italia, a donde llegaron empujados por la ola migratoria de ecuatorianos. También exportan salsa de ají desde hace cuatro años a China. Otros mercados en los que se encuentran son Uruguay, Chile, Costa Rica y recientemente Panamá.

“La salsa de ají es de buena calidad, incluso para los mexicanos que tienen un paladar exigente para el picor”, dice la empresaria. Esto ocurre porque los cultivos reciben 12 horas de sol por la ubicación geográfica de Ecuador. Por eso cree que hay una oportunidad para agremiar a los agroindustriales de la zona y del país para impulsar la innovación, y se creará la cámara de industrias para su desarrollo.

Para la Oriental, la innovación es uno de los principios, por eso cada año sacan al mercado hasta cinco productos nuevos. El vino de borojó León se venderá en los próximos meses, una vez que se emitan los permisos. La bebida se desarrolló con un enólogo argentino y se envasará en alianza con otra industria local. Es un vino blanco, de sabor dulzón y fino, que también se exportará a China. 

Otra novedad es el jamón en lata, que también están desarrollado, y se esperan los certificados para salir al mercado, explica Willy León, director de la Unidad Agrícola y Porcina del grupo, que tiene a cargo la producción de las haciendas y fincas porcinas. 

LOS PRINCIPIOS DEL GRUPO

“El realismo es para pesimistas, el optimista crea su propia realidad”, esa es una de las frases que se lee en uno de los pasillos de la nave donde se producen los fideos precocidos en la Planta Estambul. Y hay otras como “El triunfo no está en vencer siempre, sino en nunca desanimarse”. Javier León señala que su padre toda la vida les ha enseñado a ser perseverantes, “si te caes 20 veces, te levantas 30”. Además, les ha inculcado, como padre y como líder de la organización, el respeto al equipo, la comunicación constante, a estar siempre cerca de las personas con las que trabajan. En la sala de reuniones hay un cartel gigante donde se lee: “Los 15 comportamientos de los empleados y trabajadores de las 500 empresas más poderosas del mundo”.

Algo que siempre recuerda Javier es cómo su padre comenzó a colocar su producto en las tiendas pequeñas de barrio, antes que en las grandes cadenas de autoservicio. Cuando todavía no era conocida la salsa china, llevó el producto a Guayaquil en una camioneta, pero las ventas estuvieron malas y se quedó a almorzar en el sur con uno de sus ayudantes, quien le advirtió que era una zona insegura. “Y se le robaron toda la salsa china de la camioneta. Al cabo de un mes volvió y el producto estaba en las perchas de las tiendas, así el consumidor la conoció y comenzaron a hacer los pedidos de su salsa china”. (I)