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Dra. Chanda Macias.
Liderazgo

De perder su hogar a convertirse en una pionera del imperio de cannabis: la historia de Chanda Macias, conocida como "la Reina Zulu"

Javier Hasse

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Rompió barreras sociales y desafió estigmas con ciencia y compasión. Su liderazgo la convirtió en una referente de resiliencia y transformación en la salud y la equidad.

22 Febrero de 2025 14.30

"Creí en esta planta, incluso cuando todos me decían que estaba arruinando mi vida", dice la Dra. Chanda Macias.

Sus palabras cargan el peso de una vida marcada por esfuerzo, pérdidas y triunfos. Macias se destaca en el mundo del cannabis como científica, defensora y pionera. Como directora ejecutiva del National Holistic Healing Center en Washington, D.C., se convirtió en la primera mujer de color en abrir y operar un dispensario de cannabis medicinal en la costa este. Hoy, su nombre es sinónimo de resiliencia y romper barreras. Pero ese camino no comenzó bajo los reflectores. Comenzó en las trincheras de la adversidad.

Criada en una familia trabajadora, Macias enfrentó dificultades que podrían haber desviado sus ambiciones. En su adolescencia, se convirtió en madre soltera después de que el padre de su hijo fuera encarcelado en plena guerra contra las drogas. "Nadie pensó que iba a ir a la universidad", recuerda. Las expectativas eran bajas, pero su determinación no lo era. Sin decirle a nadie, aplicó a la Howard University y a la University of Maryland. Ambas la aceptaron, pero el legado de excelencia negra de Howard hizo que la elección fuera clara. "Por supuesto, tengo un origen diverso. Soy latina, pero viví toda mi vida en la comunidad negra, así que me identifico como afro-latina", sostiene.

Howard University fue transformadora para Macias, pero no fue fácil. Trabajó en dos empleos, cuidó de su hijo y se exigió al máximo académicamente. "Sí, estaba trabajando en dos empleos y criando a un hijo, pero me enamoré de la ciencia", dice. No fue solo una pasión; se convirtió en su salvavidas.

El cáncer había afectado profundamente a su comunidad y a su círculo de amigas. Al ver a mujeres a su alrededor luchar contra el cáncer de mama, se dedicó a investigar el gen BRCA1, buscando respuestas y soluciones.

Fue durante este período cuando el cannabis apareció por primera vez en su vida. "Empecé a darme cuenta de cómo el cannabis ayudaba con los síntomas del cáncer, y eso me resultó fascinante", explica. En Howard, comenzó a conectar los puntos entre el uso no hablado del cannabis en su comunidad y la evidencia científica emergente. "Era algo que todos sabían: si tenías cáncer, tenías que encontrar a alguien que te consiguiera marihuana", relata. Esos intercambios discretos en estacionamientos y a puertas cerradas le revelaron una verdad evidente: no había acceso seguro ni legítimo a una planta que podía marcar una gran diferencia.

La ciencia se enfrenta al estigma

Macias no se conformaba con rumores; buscaba datos concretos. En Howard, estudió a fondo investigaciones, muchas provenientes de Israel, que mostraban cómo el cannabis podía aliviar los efectos secundarios de los tratamientos contra el cáncer. Con esa base, se acercó a su asesor académico con una propuesta: ¿y si podía estudiar el potencial del cannabis como parte de su investigación? La respuesta fue rápida. "Me dijo: 'Es ilegal'. Y yo le respondí: 'Somos científicos'", recuerda.

Ese momento quedó grabado en su memoria. No se trataba solo del rechazo académico; reflejaba problemas sistémicos más profundos. "Empecé a entender por qué tantos hombres afroamericanos eran encarcelados por posesión o distribución de cannabis. No era solo un problema sistémico, era personal", afirma. La guerra contra las drogas dejó cicatrices en su familia y su comunidad, y la injusticia de todo eso alimentó su compromiso de explorar el potencial del cannabis.

Aunque la investigación formal sobre cannabis estaba fuera de alcance, Macias redirigió su enfoque hacia el cáncer de próstata, una enfermedad con tasas desproporcionadamente altas entre hombres negros. "Quería ver si el cáncer tal vez se reduce o si [el cannabis] inhibe el crecimiento de tumores", declara. Aunque no pudo vincular directamente sus estudios al cannabis, la semilla quedó plantada. Sabía que, cuando llegara el momento, estaría lista para desafiar los límites.

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Dra. Chanda Macias.

Descubriendo la medicina del cannabis

Cuando Macias terminó sus estudios de posgrado, el cannabis ya había echado raíces en su mente, no solo como una herramienta para la investigación científica, sino como una solución para quienes quedaban fuera de la medicina tradicional. Su educación y sus experiencias le habían dado una perspectiva poco común: había visto cómo las inequidades sistémicas empujaban al cannabis a las sombras, mientras los estudios científicos destacaban su enorme potencial. Esa tensión se convirtió en una fuerza impulsora.

Al avanzar en su carrera profesional, su experiencia científica se profundizó. Se unió a Colgate-Palmolive como investigadora científica, enfocándose en enfermedades infecciosas. El mundo corporativo le ofreció estabilidad y reconocimiento, pero algo faltaba. "Me estaban acelerando el crecimiento profesional allí", relata. "Pero siempre me preguntaba: '¿Cómo puedo volver al cannabis?'", sostiene.

No era una pregunta casual. Para Macias, el cannabis se había convertido en una vocación: tanto una frontera científica como un imperativo moral. Sin embargo, sus intentos de adentrarse en la investigación sobre cannabis encontraron resistencia. Las compañías farmacéuticas mostraban poco interés en contratarla para proyectos relacionados con la planta, y el estigma que la rodeaba seguía cerrándole puertas. "Era un 'no' en todos lados a donde iba", recuerda.

'Estoy haciendo esto'

En 2012, Washington, D.C. anunció planes para otorgar licencias a dispensarios de cannabis medicinal. La noticia impactó a Macias como un rayo de claridad. "Inmediatamente dije: 'Voy a hacer esto'", recuerda. Sin embargo, entrar en la industria del cannabis no era tan simple como levantar la mano. El proceso de solicitud era riguroso y requería conocimientos en cultivo, cumplimiento normativo, atención a pacientes y gestión empresarial. Macias sabía que tenía la formación científica y, para ese entonces, un MBA en gestión de cadenas de suministro. Pero aún había importantes vacíos por llenar.

Decidida, viajó al oeste, a California, y se sumergió en el epicentro del movimiento del cannabis. Veteranos de la industria la recibieron en sus operaciones, compartiendo conocimientos adquiridos con esfuerzo. "Me dejaron entrar a sus instalaciones por compasión y por la misión compartida de avanzar en la defensa de la planta", cuenta. Esas experiencias sentaron las bases para lo que vendría. "Fue una locura, pero también emocionante", agrega, al recordar la intensa curva de aprendizaje.

De regreso en Washington D.C., Macias volcó ese conocimiento en su solicitud de licencia, armando un proyecto que equilibraba el rigor científico con el cuidado compasivo. El proceso puso a prueba sus límites. Conseguir una propiedad, un requisito clave, fue una tarea cuesta arriba. Los propietarios se mostraban reticentes a alquilar espacios para un dispensario de cannabis. Tras meses de búsqueda, finalmente encontró un lugar en un sótano en Dupont Circle, pero a un precio muy por encima de sus posibilidades.

"Dejé de pagar mi hipoteca y me mudé con mi familia a un departamento de ochenta metros cuadrados para poder costear el alquiler", dice mientras las lágrimas le recorren las mejillas. Fue una apuesta que le costó su hogar. Pero Macias nunca dudó. "Perdí mi casa, pero creí en mí y en la planta", afirma. "No tenía otra opción", agrega.

Un juego perdido

Conseguir la licencia para abrir un dispensario en Washington, D.C. fue solo el comienzo de la ardua lucha de Chanda Macias. Los desafíos que vinieron después pusieron a prueba toda su resistencia. Justo cuando creía tener un pie firme, la vida le lanzó otro golpe inesperado.

Después de obtener la licencia, Macias enfrentó un obstáculo inmediato: su arrendador canceló el contrato de alquiler de la ubicación en Dupont Circle. La decisión la dejó sin un lugar para cumplir con los requisitos reglamentarios y abrir su dispensario. "Ya había perdido mi casa para hacer este sueño realidad", dice. "Ahora enfrentaba la posibilidad de perder la licencia antes de siquiera empezar", relata.

Durante tres años, Macias luchó por mantener vivo su sueño, trabajando para trasladar su licencia a otra ubicación. Las regulaciones lo hacían casi imposible. Sin un dispensario que administrar, decidió enfocarse en otra vocación: la investigación en medicina natural en África. Liderando un equipo de estudiantes de doctorado y medicina, estudió tratamientos para la malaria y enfermedades infecciosas, con la esperanza de que su trabajo tuviera un impacto mientras reconstruía su propia vida.

ero la lucha por abrir su dispensario aún no había terminado. En 2015, recibió una carta del Departamento de Salud de Washington D.C. advirtiéndole que, si no abría en un plazo de 60 días, su licencia sería revocada de forma permanente. Fue un momento decisivo. Macias volvió a los Estados Unidos, dejando a su equipo de investigación atrás, y se lanzó de lleno a la carrera por abrir su dispensario contra todas las probabilidades.

El último empujón para abrir

Macias enfrentó una tarea monumental: convencer a su arrendador de que le permitiera operar y acondicionar un dispensario en apenas dos meses. El propietario original, que había mantenido el espacio vacío durante años ("Después de todo, era un sótano en mal estado... Nadie lo quería"), finalmente accedió a renegociar el contrato de alquiler tras recibir una carta conmovedora en la que Macias le explicó su dedicación y experiencia. "Le di todo: mis publicaciones académicas, mi formación... Quería que entendiera lo seria que era", cuenta.

Con el contrato en mano, se movió rápido para transformar el lugar. "Nuestra primera sala de recepción tenía los muebles de mi living", recuerda riéndose. "Sacamos cuadros de las paredes de nuestro departamento y los colgamos en el dispensario. Hicimos todo lo posible para que funcionara", afirma.

Pero los obstáculos no terminaron ahí. En ese momento, el mercado de cannabis en Washington D.C. estaba dominado por cultivadores verticalmente integrados que se mostraban reacios a vender productos a dispensarios independientes. "Nadie quería venderme", cuenta. "Fue devastador. Había llegado tan lejos y ni siquiera podía llenar mis estantes", asegura.

La ayuda llegó de un aliado inesperado: Corey Barnett, un cultivador afroamericano en D.C., le ofreció venderle una onza de una variedad llamada Buffalo Soldier. "Era todo lo que podía pagar", dice. Macias empezó a educar a los pacientes sobre los beneficios de la planta, poco a poco haciendo crecer su base de clientes. "Empezamos con 13 pacientes", cuenta. "Después Corey me preguntó si necesitaba más cannabis y le dije que no podía pagarlo. Confió en que le devolvería el dinero, y así comenzamos a expandirnos", relata.

La base de pacientes creció de forma gradual, llegando a 250 personas a medida que se corría la voz sobre su dispensario. "Estaba educando a la gente sobre la planta y generando confianza", dice. "Cada paciente que entraba se sentía como una victoria", manifiesta.

La apertura del National Holistic Healing Center marcó la culminación de años de sacrificios y luchas. Pero para Macias, el camino estaba lejos de terminar. Su éxito era un testimonio de su perseverancia, pero también evidenciaba los desafíos sistémicos que enfrentan los emprendedores en la industria del cannabis, especialmente las mujeres y las personas de color. "Perdí todo por esto", afirma. "Pero sabía que tenía que seguir adelante, no solo por mí, sino por los pacientes y la comunidad a la que sirvo", agrega.

Cuando las cosas van mal (y luego vuelven a mejorar)

Para 2017, la misión de Macias de transformar la industria del cannabis ya había puesto a prueba su resistencia de maneras inimaginables. Sin embargo, su determinación de cerrar brechas en acceso, equidad y educación la llevó a nuevos desafíos, esta vez en Luisiana, un estado con una historia rica y compleja.

La conexión de Macias con Southern University, una de las universidades históricamente negras (HBCUs) más prestigiosas del país, comenzó a través de la educación. Había ofrecido pasantías a estudiantes en su dispensario de Washington D.C., formando a la próxima generación de científicos y profesionales afroamericanos en el ámbito del cannabis. Esa relación se profundizó cuando la universidad la contactó para un proyecto ambicioso: revivir su tambaleante programa de cannabis medicinal.

Inicialmente, Luisiana había otorgado la licencia de cultivo y fabricación de cannabis medicinal a una empresa llamada Advanced Biomedics. Pero, tras dos años de plazos incumplidos y contratiempos operativos, el programa estaba al borde del colapso. La universidad recurrió a Macias para buscar una solución. "Me pidieron que asumiera el control, pero la condición era que debía recaudar 2,18 millones de dólares", explica. Para la mayoría, habría sido un obstáculo insalvable. Para Macias, era otro desafío por conquistar.

El compromiso de Macias con el proyecto iba más allá de lo comercial. Las comunidades de Luisiana, especialmente aquellas afectadas por la guerra contra las drogas, necesitaban lo que este programa podía ofrecer: empleos, educación y una vía hacia el empoderamiento económico. Con el tiempo en contra, Macias recurrió a cada conexión que tenía. Finalmente, consiguió la financiación de un aliado inesperado: una empresa de cannabis con sede en Pensilvania a la que una vez había ayudado de manera pro bono. "Confiaron en mí, y esa confianza lo hizo todo posible", cuenta.

Bajo el liderazgo de Macias, Southern University se convirtió en la primera HBCU en cultivar y fabricar cannabis medicinal de manera legal. El programa no solo creó oportunidades para estudiantes locales, sino que también abrió nuevos caminos en la defensa de derechos. A través de su trabajo, Macias impulsó medidas de despenalización a nivel estatal y desempeñó un papel clave en la obtención de indultos para miles de personas con condenas relacionadas al cannabis en Luisiana.

Convertirse en la reina Zulú

En medio de su innovador trabajo en Luisiana, Macias fue inesperadamente catapultada a otro ámbito: el Mardi Gras. En 2020, fue elegida como Reina Zulu, un título cargado de significado cultural e histórico. Fundado en 1916, el Zulu Social Aid and Pleasure Club representa el corazón de la tradición afroamericana del Mardi Gras en Nueva Orleans. Incluso el legendario músico de jazz Louis Armstrong había sido Rey Zulu en 1949. Para Macias, asumir este rol fue un honor; pero no estuvo exento de controversia.

La comunidad Zulu, al igual que gran parte de Luisiana, tenía sentimientos encontrados sobre el cannabis. Muchos de sus miembros habían sido directamente afectados por la guerra contra las drogas, y su asociación con la planta generó dudas. "Recuerdo que el Rey me dijo: 'A mi comunidad no le gusta el cannabis'", relata. Al principio, algunos miembros resistieron su selección, temiendo que pudiera manchar el legado del club. Macias respondió con la misma determinación que había definido su carrera. "No quería usar su plataforma para impulsar mi narrativa, pero tampoco iba a ocultar quién soy", explica.

Hizo concesiones, aceptando no vestir de verde ni incluir imágenes relacionadas con el cannabis en sus apariciones durante el Mardi Gras. Sin embargo, permaneció fiel a su misión, utilizando su rol para fomentar el diálogo y derribar estigmas. "Al principio, la comunidad intentó activamente removerme", dice, mientras se le llenan los ojos de lágrimas. "Pero los hombres de Zulu me defendieron. Dijeron: 'Esta es nuestra Reina'", cuenta.

El reinado de Macias se convirtió en un punto de inflexión, no solo para ella, sino también para la comunidad Zulu. Al finalizar el Mardi Gras, muchos de sus detractores se habían transformado en defensores. Southern University reconoció públicamente su labor, y la alcaldesa de Nueva Orleans destacó sus logros como emprendedora en la industria del cannabis. "En medio del desfile, me felicitaron en el escenario por todo lo que había hecho. Fue uno de los momentos más poderosos de mi vida", dice.

A pesar de los reconocimientos, el rol no estuvo exento de desafíos. Macias enfrentó amenazas a su seguridad y su vida, un crudo recordatorio de la resistencia que encontraba como mujer afroamericana liderando el cambio en el sur. "Mi esposo me rogó que volviera a casa, pero me negué a huir de todo lo que había construido. Contraté más seguridad y seguí adelante", afirma. Su compromiso dio frutos, ya que sus esfuerzos de defensa comenzaron a ganar fuerza y su impacto en el panorama del cannabis en Luisiana se consolidó.

Las mujeres cultivan y fomentan la esperanza

Cuando la Dra. Macias comenzó su camino en la industria del cannabis, rápidamente se dio cuenta de que el conocimiento técnico y la experiencia científica no serían suficientes para tener éxito. Administrar un dispensario implicaba desafíos únicos, desde cumplir con regulaciones hasta construir conexiones significativas con la comunidad. En busca de apoyo, asistió a un evento de Women Grow, donde encontró mucho más que orientación. "Me recibieron con los brazos abiertos", recuerda Macias. "Me ayudaron a armar mis puestos educativos, me enseñaron cómo relacionarme con los pacientes y crearon una comunidad de mujeres ayudando a mujeres". remarca.

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Planta de Cannabis.

 

Con el tiempo, Macias pasó de ser participante a líder. Reconociendo su determinación e impacto, Women Grow le confió roles de gestión, primero supervisando los mercados de Washington D.C. y Maryland, y más tarde expandiéndose a Ohio, donde ayudó a sentar las bases para la legalización del cannabis medicinal. En 2018, fue nombrada presidenta de la junta directiva y, más tarde, directora ejecutiva. Bajo su liderazgo, Women Grow se transformó en una plataforma nacional de empoderamiento, mentoría y educación. "No se trata solo del cannabis: se trata de crear oportunidades y ayudarnos mutuamente a crecer", explica.

Macias destaca la importancia de la interseccionalidad, asegurándose de que las mujeres de color, frecuentemente subrepresentadas en la industria del cannabis, tengan acceso a recursos y apoyo. A través de Women Grow, lideró iniciativas educativas, construyó redes de defensa y creó espacios donde las mujeres pudieran prosperar en una industria llena de desafíos. "No estamos solo construyendo negocios; estamos construyendo un movimiento", afirma.

Encontrando esperanza en el cannabis

Uno de los proyectos más impactantes en la carrera de Macias surgió de una colaboración con la defensora del autismo Erica Daniels en Pensilvania. Juntas desarrollaron Hope, una línea de productos de cannabis diseñada específicamente para niños con autismo. La iniciativa abordaba síntomas como la ansiedad, la agresión y la falta de concentración, ofreciendo un rayo de esperanza a las familias. "La visión y dedicación de Erica a las necesidades de su hijo moldearon todo lo relacionado con Hope", comenta Macias. Desde evitar alérgenos en la fórmula hasta ajustar las dosis, cada detalle fue cuidadosamente considerado.

El éxito de Hope fue inmediato y profundo, generando más de 1 millón de dólares en su primer año solo en Pensilvania. Más allá de su impacto financiero, Hope ofreció algo mucho más importante: alivio para las familias que habían agotado todas las demás opciones. "Los padres venían a nosotros llorando, diciéndonos cómo este producto les dio a sus hijos una mejor calidad de vida", comparte Macias. Para ella, Hope representa la esencia de lo que debería ser la defensa del cannabis: satisfacer necesidades insatisfechas y transformar vidas.

Reflexiones sobre defensa de derechos, desafíos y liderazgo

A lo largo de su carrera, Macias fue una defensora incansable de la equidad y el progreso en la industria del cannabis. Su crítica hacia las barreras sistémicas que afectan de manera desproporcionada a las mujeres y a los emprendedores de comunidades minoritarias es firme. "Los negocios de cannabis enfrentan obstáculos como el 280E, la falta de acceso bancario y los impuestos excesivos, pero estos desafíos golpean más duro a los pequeños operadores", expresa.

La amenaza latente del dominio corporativo es otra de sus preocupaciones. Aunque reclasificar el cannabis a la Categoría III podría aliviar algunos desafíos, Macias advierte que también abriría las puertas para que las grandes farmacéuticas monopolicen la industria. "La reclasificación expulsaría a los pequeños negocios que construyeron esta industria", advierte. Su defensa se centra en proteger la diversidad y garantizar que el espacio del cannabis siga siendo accesible para las comunidades subrepresentadas.

El enfoque de liderazgo de Macias es profundamente personal. Orienta a nuevos titulares de licencias, comparte conocimientos sobre los desafíos operativos y promueve cambios en las políticas que apoyen a las pequeñas empresas. "Pasé por todo: perdí mi casa, enfrenté prejuicios sistémicos y construí desde cero. Quiero asegurarme de que la próxima generación lo tenga más fácil", dice.

Pequeños momentos que alimentan la lucha

A pesar de los desafíos, son las historias personales de sus pacientes las que impulsan el compromiso de Macias. Recuerda a una madre de seis hijos que, tras recibir un diagnóstico de seis meses de vida, encontró esperanza a través del cannabis. Su vida cambió de manera drástica.

Otro paciente, un profesor con esclerosis múltiple, pasó de estar confinado a una silla de ruedas a caminar. "Estos momentos me recuerdan por qué lucho", reflexiona.

Sin embargo, equilibrar su trabajo de defensa con la maternidad no estuvo libre de dificultades. Macias reconoce los sacrificios que sus hijos hicieron y el estigma que enfrentaron debido a su trabajo en el cannabis. Al reflexionar sobre el impacto, comparte: "Mi hija menor tuvo que ir a un internado por su seguridad. Eso afectó nuestra relación, pero su seguridad era lo primero", relata.

Con el tiempo, la sanación y la comprensión ayudaron a reparar esos lazos. Hoy, algunos de sus hijos trabajan junto a ella en la industria del cannabis. Su hijo menor, que creció en un hogar donde el cannabis se normalizó como medicina, ahora hace la tarea en su dispensario después de la escuela. Su hijo mayor, que vive con enfermedad de Crohn, usa cannabis para aliviarse, y su hija menor se unió profesionalmente a ella, cerrando el círculo de la historia familiar. Macias también recuerda haber entrenado a sus hijos para usar un lenguaje cuidadoso, refiriéndose al cannabis solo como medicina, para protegerlos de posibles consecuencias.

A pesar de estas dificultades, Macias sigue comprometida con su misión, viéndola como un legado para su familia y su comunidad. "Ellos vieron los sacrificios y las amenazas, pero también saben que hacemos esto para crear un futuro mejor, no solo para nosotros, sino para todos los que vienen después", asegura.

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Cannabis medicinal.

El factor Giner

La Dra. Macias no es ajena a la organización de eventos impactantes, pero la próxima Cumbre de Liderazgo de Women Grow 2025 en Washington, D.C. (17 y 18 de febrero) llevó sus habilidades al límite de nuevas maneras. "Esta es la primera vez que organizo una conferencia completa como coordinadora principal", comenta. El proceso fue tan desafiante como emocionante, reuniendo a figuras clave de la industria del cannabis para empoderar e inspirar.

Uno de los momentos más esperados del evento es la participación de Brittney Griner, estrella de la WNBA y medallista de oro olímpica. Macias cree que Griner encarna la resiliencia y el liderazgo frente a la adversidad. "Lo que más quiero saber, y lo que nuestra comunidad quiere saber, es cómo alguien pasa de un lugar de adversidad a uno de resiliencia y liderazgo", explica. Se siente inspirada por el viaje de Griner: desde su encarcelamiento en Rusia hasta recuperar su lugar como una atleta de clase mundial. "Fue una víctima que logró su victoria, y muchos de nosotros necesitamos ese tipo de inspiración", indica.

Lograr la participación de Griner fue una muestra de la determinación y las habilidades de abogacía de Macias. Reveló que fueron necesarios numerosos correos electrónicos y un esfuerzo constante para llegar al equipo de Griner y hacer que sucediera. "No fue fácil", comparte Macias. "Pero sabía que su historia podría inspirar a muchos. Simplemente seguí insistiendo, mostrando cuánto podía significar este momento y esta conversación para nuestra comunidad", relata.

El regreso triunfal de Griner al baloncesto fue destacado por su actuación en los Juegos Olímpicos de París 2024, donde obtuvo su tercera medalla de oro olímpica con el equipo de Estados Unidos. El equipo femenino de baloncesto de EE.UU. superó a Francia 67-66 en una final emocionante, logrando su octavo oro olímpico consecutivo. Durante la ceremonia de premiación, Griner se mostró visiblemente emocionada, reflexionando sobre su trayectoria y expresando un profundo agradecimiento por el apoyo de su país. "Mis emociones están por todas partes", dijo Griner. "Esto significa mucho para mí. Mi familia no creía que estaría acá.. y luego estar acá y ganar el oro para mi país, representarlo cuando mi país luchó tanto para que yo estuviera acá, sí, esta medalla de oro tendrá un lugar especial", expresa.

La inclusión es otro de los ejes centrales de la cumbre, con esfuerzos para garantizar que todos los asistentes se sientan representados y comprometidos. "No quiero excluir a nadie de la conversación sobre el cannabis", afirma Macias. Destaca la importancia de crear espacios donde todos, independientemente de su origen, puedan acceder a la información y participar plenamente. "Todos necesitan saber", añade.

Sigue intentándolo siempre

Las reflexiones de Macias sobre su trayectoria y la industria del cannabis están ancladas en su firme negativa a rendirse, incluso frente a obstáculos aparentemente insuperables. "'No' significa seguir intentando", afirma. "Esta es una verdad central para mí. Es así de simple", asegura.

De cara al futuro, ve tanto oportunidades como grandes desafíos para la industria del cannabis. Los altos impuestos, las restricciones federales y la amenaza latente de la consolidación corporativa continúan asfixiando a los pequeños negocios. "Los impuestos pueden destruir tu negocio", advierte. La posible reclasificación del cannabis como sustancia de la Categoría III también podría tener consecuencias no deseadas, permitiendo que las grandes farmacéuticas dominen el mercado. "Se están posicionando silenciosamente y tomarán el control de nuestra industria si lo permitimos", alerta.

Para Macias, la defensa de derechos sigue siendo un componente vital de su labor. Ve la educación como la base para el futuro de la industria del cannabis. "Si no mostramos a las personas cómo hacerlo—defender derechos, desarrollar carreras, operar negocios—¿quién lo hará?", se pregunta. La plataforma Women Grow ejemplifica esta misión, empoderando tanto a emprendedores como a defensores.

Por encima de todo, los consejos de Macias están profundamente enraizados en sus propias experiencias: resiliencia, dedicación y un compromiso inquebrantable con el bien común. "Hice ese juramento como profesional de la salud", dice. "Si no estoy ahí afuera compartiendo este mensaje, quizá no tengan una segunda oportunidad de vida. Esa es la madre de alguien, la hermana de alguien, la pareja de alguien. No puedo. No está bien", concluye.

 

Nota publicada por Forbes US

 

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