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El Juego del Calamar.
Liderazgo

De los juegos mortales al branding de clase mundial: las lecciones de marketing de El Juego del Calamar

Stephanie Gravalese

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El juego del calamar inspira colaboraciones gastronómicas que convierten la oscuridad de su narrativa en experiencias de consumo innovadoras y accesibles.

21 Enero de 2025 16.10

¿Puede un sándwich de pollo crocante o un cóctel con whisky aliviar el peso de la desesperación existencial? Con la tercera temporada de El juego del calamar en camino, colaboraciones gastronómicas como la hamburguesa de pan rosa con sésamo de KFC y el whisky de edición limitada de Johnnie Walker están generando un inesperado debate cultural. ¿Cómo encajan estas propuestas lúdicas y orientadas al consumo con una serie que explora temas como la muerte, la lucha de clases y la supervivencia?

La "deliciosa oscuridad" de los alimentos relacionados con el juego del calamar

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Los panecillos rosados de KFC, las salchichas Jack Links y el whisky Johnnie Walker combinan una marca divertida con calamares Temas oscuros del juego que invitan a los fanáticos a disfrutar del lado más suave de la serie.

La comida rápida, los snacks y el whisky parecen estar alejados del contexto mortal de El juego del calamar, pero estas colaboraciones logran conectar con la resonancia global de la serie. En España, el Menú Squid Game de KFC incluye un pan rosa con sésamo, en referencia a los inquietantes soldados rosados que imponen las reglas en los juegos. Jack Link's lleva la tensión de "Luz roja, luz verde" al paladar con sabores picantes de barbacoa coreana y un empaque coleccionable. Por su parte, el cóctel "The 456" de Johnnie Walker usa ingredientes tradicionales coreanos, como el jarabe de té de cebada, y fusiona raíces culturales con un toque de sofisticación.

Estos productos no solo hacen referencia a la serie; también permiten que los fanáticos se relacionen con sus temas más oscuros de una manera más liviana. La comida funciona como un punto de entrada reconfortante, invitando a los seguidores al mundo de El juego del calamar sin toda su intensidad.

La paradoja cultural: historias oscuras, aperitivos divertidos

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Los panecillos rosados de KFC y el whisky Johnnie Walker combinan una marca divertida con el sabor oscuro de Squid Game temas—invitando a los fanáticos a disfrutar de un lado más suave de la serie.

¿Por qué las marcas combinan productos amigables con narrativas sombrías? La respuesta está en nuestro interés por la complejidad. Series oscuras como El juego del calamar abordan grandes preguntas existenciales, pero las colaboraciones gastronómicas ofrecen una forma de interactuar que se percibe segura y accesible. Al transformar temas inquietantes en algo tangible—como un snack agridulce o un pan rosa divertido—las marcas aprovechan la tensión entre el placer y la introspección.

Esta idea no es nueva. Pensemos en las heladerías temáticas de Stranger Things o los pop-ups del Capitolio de Los Juegos del Hambre. Estas colaboraciones permiten que los consumidores jueguen con la distopía en lugar de temerle, ofreciendo una forma accesible de digerir historias intensas.

La comida como puente entre la historia y el público

Colaboraciones gastronómicas como el cóctel "The 456" o los snacks de Jack Link's son más que estrategias de marketing; funcionan como extensiones de la narrativa de El juego del calamar. Ingredientes tradicionales coreanos, como el bori-cha (té de cebada), anclan la historia en sus raíces culturales, mientras que los sabores audaces e impredecibles de los snacks reflejan la tensión y los altos riesgos de los juegos.

Es un equilibrio delicado. Los sabores y el diseño del empaque capturan la esencia de la serie, haciéndola accesible y fácil de disfrutar.

Los límites del capitalismo y el contenido

¿Un pan rosa con sésamo trivializa una historia sobre desigualdad sistémica? ¿Puede un cóctel inspirado en juegos de vida o muerte ser algo más que irónico? La tensión ética es evidente. Las marcas caminan una línea delgada al aprovechar el impacto cultural de El juego del calamar, corriendo el riesgo de diluir su mensaje.

KFC
KFC

Sin embargo, los consumidores también tienen un rol en esta dinámica. Estas colaboraciones funcionan porque permiten interactuar con temas complejos de una manera lúdica y accesible. Difuminan la línea entre la sátira y la celebración, obligándonos a reflexionar sobre nuestra propia participación en convertir historias de sufrimiento en productos de consumo.

Las investigaciones refuerzan el poder de estas alianzas para moldear percepciones. Un estudio de 2017 publicado en Appetite demostró que los "premios de películas" incluidos en comidas influían en las preferencias alimenticias de los niños y en cómo percibían esos productos, haciéndolos parecer más atractivos. Aunque se centró en niños, los mismos principios aplican a los adultos, cuyas decisiones de compra están influenciadas por conexiones emocionales con una narrativa.

El académico marxista David Harvey destaca que "el capital no es una cosa, sino un proceso que solo existe en movimiento. Cuando la circulación se detiene, el valor desaparece y todo el sistema se desmorona". Su análisis subraya cómo el capitalismo absorbe incluso sus críticas más duras, transformando narrativas anticapitalistas como El juego del calamar en productos que alimentan los mismos sistemas que cuestionan.

Productos como el whisky Johnnie Walker Black Label inspirado en la serie encapsulan esta dinámica a la perfección. Cada botella lleva un número aleatorio entre 001 y 456, en alusión a la sombría lotería de supervivencia de la historia. El logo del Striding Man usa el característico uniforme verde de los jugadores, combinando exclusividad con inmersión narrativa. Aunque está diseñado como un artículo coleccionable para fanáticos, también convierte la crítica a la explotación de la serie en un objeto de lujo.

Cuando las marcas no dan en el blanco

No todas las colaboraciones de marca logran encontrar el tono adecuado. La desafortunada campaña social de It Ends With Us, una historia sobre violencia doméstica, mostró a la actriz Blake Lively posando con imágenes florales y alegres. La desconexión entre la estética ligera de la campaña y los temas profundos del libro generó críticas, ya que muchos acusaron a la campaña de banalizar un tema tan serio.

Estos desaciertos subrayan la importancia de alinear tono, temática y ejecución. Con El juego del calamar, el desafío es igual de grande. Colaboraciones como el whisky de Johnnie Walker o los snacks de Jack Link's deben equilibrar la oscura crítica de la serie sobre la explotación con una autenticidad que respete su mensaje. Un elegante diseño de botella o un pan rosa divertido corren el riesgo de convertir el mensaje de la serie en una simple novedad, en lugar de una declaración significativa.

Las marcas deben preguntarse: ¿esta campaña refuerza la historia o pierde el rumbo? La reacción negativa hacia It Ends With Us es un recordatorio de las consecuencias cuando el marketing prioriza el estilo por encima del contenido.

¿Dónde trazamos la línea?

Estas colaboraciones no son nuevas: la comida funciona desde hace mucho como un puente entre el contenido y el comercio. Sin embargo, plantean una reflexión más profunda: ¿celebramos la crítica de la serie o solo la disfrutamos? ¿Estas alianzas fortalecen nuestra conexión con la historia o reducen su mensaje sobre la desigualdad sistémica a una distracción superficial?

Interesado en las historias detrás de la comida y la cultura que moldea? Seguí mis análisis acá en Forbes para explorar las razones detrás de las tendencias, las personas, las noticias y el papel que juega la comida en nuestra vida cotidiana.

Nota publicada por Forbes US

 

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