Seattle es una ciudad verde, con mucha lluvia y nublada. Pero no tengo ningún problema con eso porque soy de Píllaro. La frase, sincera y directa, la dice Sebastián Espín, durante una entrevista vía Zoom con Forbes Ecuador, hace un par de semanas. La conversación se cumplió una tarde de noviembre pasado, al final de la jornada laboral de este ecuatoriano de 28 años que aprendió el valor del orden y la organización con su familia.
Espín trabaja en Expeditors, una firma de servicios logísticos y soluciones para la cadena de suministro; su cargo es Oracle NMC Global Program Supervisor, y el manejo de data es una de sus fortalezas. La empresa se fundó en 1979, tiene su sede principal en Seattle y sedes regionales en Londres, Dubái, Shanghái y Singapur. Con cerca de 20.000 empleados, Expeditors tuvo ingreso por US$ 17 billones el año pasado. Y Espín es parte de esta gigante de la logística desde agosto del 2022.
Este ingeniero en petróleos, graduado de la Escuela Politécnica Nacional (EPN), tiene tres maestrías en Ingeniería Submarina, Negocios Internacionales y Finanzas, en la Universidad de Aberdeen (Reino Unido) y Hult International Business School (EE.UU.). Cada uno de los títulos logrados tienen un denominador común: las ganas de aprender y un espíritu de formación incansable.
Sentado en la sala de su departamento en Seattle, Espín recuerda algunos pasajes de su vida que lo marcaron. Uno de los más importantes se remonta a su infancia y adolescencia. Mi mamá me llevaba todos los días desde Píllaro a Ambato, unos 30 minutos en carro, para que estudie. En ese entonces no entendía porque mi mamá hacía eso, pero me ayudó a comprender lo importante de ser ordenado y organizado. Luego de estudiar en el colegio Bolívar, regresaba a su hogar en Píllaro y en las noches entrenaba baloncesto, antes de terminar sus tareas académicas.
En el 2013 dejó su tierra natal para iniciar sus estudios en la EPN. Allí advirtió que tenía el don del liderazgo cuando fue Presidente de la Escuela de Ingeniería de Petróleos; allí levantó fondos para mejorar las aulas, participaba en eventos de la Sociedad de Ingenieros Petroleros del Ecuador y creó contactos que le ayudaron en el futuro. Con emoción recuerda cuando conoció a un ejecutivo de Halliburton a quien le habló de las necesidades de la escuela de ingeniería de petróleos. Esa conversación terminó en una importante ayuda para conseguir los programas informáticos que requerían Espín y sus compañeros de aula. Los politécnicos son todos inteligentes, pero no siempre tienen las habilidades para hablar con la gente o de comunicarse de la mejor manera, dice con honestidad y sin recelo. A los 24 años se graduó y se dio cuenta de sus habilidades para liderar y negociar.
Sin embargo, Espín no la tuvo tan sencilla. Tras sus idas y venidas académicas, este joven ecuatoriano sorteó retos como el paro nacional de octubre de 2019, la pandemia del Covid 19 y no se resignó cuando no tenía respuestas a sus aplicaciones de trabajo, dentro y fuera del país. Enviaba mi CV, pero no tenía respuesta. Estaba sorprendido, pero seguía preparándome. Mi mamá tiene una farmacia y yo le ayudaba, ella valoraba mi esfuerzo y dedicación. Un día recibió un nuevo consejo, ahora de su padre: 'La vida nunca es lo que planeamos, no aspires solo a vivir sino a hacer la diferencia'. Esas palabras fueron una carga de energía fundamental para sus planes.
Cuando estaba por terminar una de sus maestrías en Hult International Business School, en Boston, este pillareño envío cerca de 100 hojas de vida y recibió propuestas de firmas como Coca Cola, Amazon, Goldman Sachs y Expeditors. Espín estaba feliz y se inclinó por la última. Fui a Seattle, tuve una entrevista con mi ahora jefe, fue muy buena onda. Y en septiembre del 2022 arrancó como analista de datos. Tenía 36.000 líneas de dato al día, era bastante. Me encargaba de organizar la data y pasarla a los visualizadores. A los cuatro meses apliqué para una nueva posición y la obtuve. Hoy maneja un equipo de 20 personas distribuidas Ámsterdam, Singapur y Dallas.
Un día de trabajo de Espín empieza a las siete de la mañana con una llamada que dura unos 45 minutos y que le permite enterarse de lo que está pasado y que puede venir durante el día. Desayuna y de ocho a diez de la mañana participa un pitch para detectar problemas y dar soporte a los clientes. A las once de la mañana reviso correos y respondo. Luego del almuerzo preparo un reporte para el cliente usando el flujo de datos con cifras, oportunidades de mejora, amenazas, problemas con la base de datos. Los datos son fundamentales.
Para distraerse Espín toma fotografías con dron y una cámara. Además hace bastante bicicleta y juega básquetbol. Amo Ecuador aunque me molesta mucho la viveza criolla. Reconoce que Seattle es cara y ya tiene en mente una nueva meta: incursionar en manejo de datos del mundo petrolero. (I)