Forbes Ecuador
Melanie Riofrío (cropped)
Liderazgo
Share

Cuando decidió poner toda su energía en el arbitraje internacional y asentarse en Madrid, no faltó quien le preguntara, seriamente, que si iba a ser abogada del árbitro de los partidos del club de fútbol Real Madrid. Corría 2012, y la ecuatoriano-canadiense Mélanie Riofrío Piché empezaba su aventura en el equipo de Juan Fernández-Armesto, socio fundador del despacho Armesto & Asociados. Allí participó en procedimientos arbitrales internacionales comerciales y de inversión. Pero, para ese entonces, la gente no tenía mucha noción sobre esta actividad por lo que las preguntas, con el tiempo, se convirtieron en una graciosa anécdota.

4 Febrero de 2022 10.04

A finales de septiembre de 2021 fue designada por el Gobierno ecuatoriano como una de las integrantes del panel de árbitros del Centro Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a Inversiones (Ciadi). El hecho es inédito, porque es la primera mujer en ser considerada para este panel. Licenciada en Derecho por la Pontificia Universidad Católica de Ecuador (PUCE), cuenta con un currículo envidiable. Es la Secretaria General del Centro Internacional de Arbitraje de Madrid (CIAM). 

De lo canadiense, tiene lo práctica, directa y racional. De lo ecuatoriana, la sensibilidad, la calidez y la sonrisa permanente. De chiquita le gustaba leer a Martin Luther King. Hoy, ella es toda una inspiración para los jóvenes que se apasionan por el arbitraje internacional. 

El mundo del arbitraje es complejo, visto desde afuera. Los estereotipos de que un árbitro mientras más viejo es más sabio y, de alguna forma, un ámbito todavía machista, ¿ha significado un campo difícil como joven mujer?

 Justamente conversaba con un amigo sobre el nombramiento Ciadi. Y le decía que debo ser una de las más jóvenes. Y me decía: “Sí sí, es verdad, no tienes 80 años” (risas). Claro, tenemos la imagen de que los árbitros, en general, son mayores, que tienen bastantes canas. Pero eso ha ido cambiando. Ahora ya no son esos señores mayores, sino que se busca otro tipo de destrezas, no solo es tener el conocimiento y la experiencia. 

El ámbito en el que se desenvuelve es una selva. ¿Cómo ser una buena lideresa en ese espacio? 

Hay que tener una mente abierta y resiliencia. De mi padre aprendí que las cosas hay que demostrarlas en la cancha. Me decía que no perdiera tiempo lamentándome, sino que buscara siempre soluciones, que hay que ser eficientes con el tiempo. Podemos tener un mal día, en el que salgan mal las cosas, pero no pasa nada, hay que encontrar la solución. 

¿Cómo hacer para que los problemas profesionales no se mezclen con lo personal? 

Hay que ser de hierro. Todo el mundo tiene problemas. La diferencia es cómo enfocar ese problema. Puedes irte al baño a llorar, pero, al final, ¿qué ganas con eso? Siempre trato de ver el costo-beneficio. No digo que no te sientas triste, sí, o sea, hay momentos en los cuales tienes que sentirte triste y tener un periodo de reflexión para ver qué hiciste mal y cómo lo puedes mejorar. El error es duro de superar. Al final, de lo que se trata es que hagas tu trabajo, tienes que dar lo mejor de ti. Si trabajaste como tienes que trabajar y aun así salen mal algunas cosas, simplemente sigue adelante. ¿Cómo logré ser resiliente y tener un balance? Porque siempre tuve un apoyo espectacular. Tener equilibrio y apoyo de mi familia me ayudó para estar donde estoy en este momento, porque sabía que si algo salía mal, si había un problema en la parte profesional, llegaba a mi casa y estaban mis padres, mi esposo, mis amigos, que me daban un abrazo. 

¿Cuándo decidió ser abogada? 

Yo quería seguir diplomacia. Por el hecho de haber estado en contacto con varias culturas, de ver cómo muchas veces un mensaje no se transmite, sino que se pierde entre una cultura y otra, algún momento quise dedicarme a la diplomacia. Sin embargo, al buscar universidad se presentó esto del Derecho y vi que podía acceder a la diplomacia a través de este campo. Tuve la suerte de seguir la materia de Arbitraje Comercial Internacional con dos profesores buenísimos, que eran bastante jóvenes en ese tiempo. Tenían una metodología práctica, de generar un pensamiento crítico, no solo aprender cosas de memoria. Y me encantaba la materia. Eso me motivó a seguir. 

¿Cuál es su referente? 

Tengo muchos. Me acuerdo que desde pequeñita me gustaba Martin Luther King. Desde niña tuve que adaptarme, venía de Canadá, me inscribieron en el Liceo La Condamine y era duro, no sabía hablar español, apenas unas palabritas y contar hasta 15, creo. Sin embargo, esa conexión entre ambas culturas me ayudó a abrir la mente, a ser más tolerante y, sobre todo, a ponerme en la situación del que está frente a mí. Tenemos nuestras ideas, nuestros pensamientos, pero hay que estar superconscientes de que eso viene con un bagaje, no solo cultural, sino político y socioeconómico. Este no necesariamente es el mismo que el de quien está frente a ti. Me gustaba mucho cómo encontrar puentes de entendimiento entre las diferentes culturas. Y eso también creo que me llevó al arbitraje, para resolver disputas, diferencias, como un mecanismo pacífico de resolución. Séneca decía que la suerte es lo que sucede cuando la preparación y la oportunidad se encuentran. Tengo claro que fui privilegiada en poder hacer arbitraje y eso a mí me ha llenado muchísimo. 

Dice que tiene la mente abierta, ¿qué le falta todavía por abrir?  

Muchísimo. Todos los días aprendo algo. Trato de rodearme de gente muy diversa, eso me ayuda mucho a aprender. 

¿Cómo se lleva con las redes sociales?  

Les tengo pavor (risas). La verdad es que soy mucho de mitigar daños todo el tiempo y, tengo que ser muy honesta, no utilizo muchísimo las redes sociales. Creo que, bien empleada, es una excelente herramienta, pero tienes que darle un buen uso.

 ¿En España tiene tiempo para la siesta? 

No hay tiempo para la siesta (risas). Menos ahora que tengo una bebé de nueve meses. Hay que saberse dar el tiempo para uno, el equilibrio es fundamental. Yo no estaría donde estoy si no tuviera ayuda de mi familia, de mi esposo, de mi secretaria, que es una de mis mayores bendiciones, y de Lily, la señora que cuida a mi hija. Y por mi equipo de trabajo. Al final, si tienes un buen equipo de trabajo, puedes enfocar tus conocimientos y tus esfuerzos también en tu aspecto personal. Yo, por ejemplo, de 18:00 a 20:00 apago todos los teléfonos, nada ni nadie interrumpe el tiempo con mi hija. Ejecutivas, madres y mujeres a la vez, una ecuación muy exigente. Como mujer me parece que tenemos esa presión de ser superheroínas, una supermamá, una superhija, una superprofesional, alcanzar absolutamente todo. Y creo que ese es un peso que tenemos que relativizar, nosotras no somos superheroínas y necesitamos ayuda. La carrera profesional no es una carrera de velocidad, es de aguante. Yo no sería capaz de hacer todo lo que hago si no fuese porque tengo equipos de trabajo y gente que me ayuda. Un excelente equipo de trabajo en CIAM, un excelente equipo de trabajo en mi casa, que somos mi esposo, Lily y mi familia. Por otro lado, hay que ser generoso también, porque ser generoso, ser buena persona, es lo más importante en la vida. Lo que se siembra se cosecha. 

¿Cuál es su estilo para liderar? 

La verdad soy bastante directa, muy práctica. Es algo que he ido aprendiendo. Soy muy canadiense, directa, objetiva, clara. Pero en Latinoamérica o en España, por ejemplo, las formas son un poco distintas. Eso sí, estoy siempre riéndome y eso es lo que me ha ayudado mucho a sobrellevar y sobrepasar inconvenientes. Un líder tiene que ser, sí o sí, supereducado, con una sonrisa y sobre todo ponerse en el zapato de la otra persona. Porque tú tienes una idea en tu cabeza, pero tienes que saber transmitirla, saber cómo llegar. 

Directa no significa enojada. 

Para nada. El enojo es un sentimiento, una emoción y al final no es cuestión de estar enojado o no, es cuestión de ser educado y decir las cosas como tienen que ser, pero de una forma más objetiva, porque eso es más eficiente. Al final tienes que ir acomodándote, porque cuando tienes un grupo que viene de diferentes culturas, hay que saber lidiar con las diferencias y hay que hacerlo eficientemente. 

¿Extraña algo de Ecuador? 

Uuuuf, muchísimas cosas. La cercanía de la gente, su candidez. Y obviamente la comida, en especial el locro de papas y el ceviche de camarón. 

¿Cómo se ve en los próximos años?, ¿cuál es su sueño?  

Inspirar a los jóvenes. Soy una de las personas que no puede decir 'no' a un joven que quiere que le guíe, que le oriente, que le aconseje. Dejo reuniones, pero no a los jóvenes. Creé una organización para fomentar el arbitraje internacional, para que aprendan, pero también para que tengan acceso a profesionales del mundo del arbitraje internacional de mucho peso, que estén identificados con los problemas e inconvenientes que tienen los jóvenes para acceder a este. Es un mundo al que es complicado acceder. Siempre los jóvenes han tenido un espacio muy cercano en mi corazón. Trató de darles mi experiencia. A ellos les digo que no tengan miedo de escribir o de contactar a los grandes árbitros que, aunque parecieran lejanos, pueden hacer un cambio en su vida. Y el otro tip es que tienen que ser excelentes en el trabajo, porque al final es su carta de presentación. Y, si no tienes oportunidades, créalas. Si hace diez años me decías que te refiera a árbitras internacionales, te podía decir dos, ahora hay un sinnúmero de mujeres brillantes, supertalentosas. Y eso es por los referentes. Al final, si tienes un referente, creo que es mucho más fácil poder decir 'si ella lo logró, pues yo también lo voy a lograr'. Espero ser un día referente para los nuevos. (I)

10