Cómo integrar la geopolítica en tu estrategia empresarial: lo que debés saber
Esade Business & Law School Colaborador
Esade Business & Law School Colaborador
La guerra, la crisis climática, multipolaridad, rivalidad por las materias primas, polarización... El mundo está cambiando y este cambio tiene un impacto crítico en los negocios.
En un contexto incierto, los líderes no pueden permitirse ignorar la geopolítica.
Para sortear los riesgos y aprovechar las oportunidades, las empresas y los consejos de administración tienen que situar la seguridad nacional en lo más alto de sus agendas globales. Una serie de principios y estrategias pueden ayudarles a hacerlo con mayor eficacia.
En los últimos años, el mundo fue testigo de crecientes niveles de confrontación geopolítica, profundos cambios de poder y una redistribución de la influencia. Las consecuencias alcanzan mucho más allá del ámbito político.
Tomemos como ejemplo el impacto de este escenario en las cadenas de suministro mundiales. China está tomando una porción mayor de las cadenas de valor y creando una dependencia en áreas estratégicas como la tecnología verde o los minerales. ¿Cómo pueden los líderes empresariales ignorar esta tendencia o no diseñar una respuesta estratégica a la misma?
La contracción de las cadenas de suministro mundiales es sólo un ejemplo de los estrechos vínculos entre geopolítica y gestión. Pensemos en la carrera por la productividad y la deflación, las grandes expectativas sobre la inteligencia artificial y la automatización, las energías renovables y los precios de la energía, por no mencionar las presiones normativas y los riesgos para la reputación en términos de derechos humanos y sostenibilidad.
El Informe sobre Riesgos Mundiales del Foro Económico Mundial enumera una serie de riesgos “antiguos" y nuevos, que van desde la inflación y las guerras comerciales hasta la baja inversión mundial y la desglobalización. El informe concluye anticipando ”una década única, incierta y turbulenta por venir".
Los líderes empresariales deben ser capaces de anticipar el impacto de estos riesgos en la estrategia y las operaciones de la empresa.
El informe Shifting geopolitics and the role of the board de KPMG, ofrece algunas ideas para afrontar con éxito este desafío. Entre otras, se incluyen propuestas como:
a) incorporar la geopolítica a los procesos de toma de decisiones;
b) proporcionar formación geopolítica a directores, miembros del consejo y expertos externos;
c) clasificar los mercados en función de su relevancia para las prioridades de la empresa, sus riesgos geopolíticos (interrupción del suministro, sanciones, límites a la exportación o importación) y cómo afectan a clientes, proveedores y socios;
d) elaborar escenarios de riesgos y oportunidades, así como tendencias potenciales y cambios inesperados.
Del mismo modo, en Geostrategic Outlook 2022, EY propone un plan en tres fases para abordar los desafíos geopolíticos. En primer lugar, identificar y supervisar dinámicamente los riesgos políticos en busca de oportunidades y desafíos (Escanear). Segundo, evaluar el impacto de los riesgos políticos en las funciones de la empresa y en la huella global (Enfocar). Tercero, gestionar el riesgo político de forma holística e interfuncional tanto a nivel operativo como estratégico (Actuar).
Estos marcos comparten principios comunes como la expectativa, la colaboración con expertos externos y la acción temprana. Todos estos son componentes vitales para mantener la competitividad empresarial y proteger la seguridad en un entorno global cada vez más interconectado.
Basándose en estas directrices, las empresas deberían adoptar tres estrategias esenciales para integrar la geopolítica en la agenda de la junta directiva.
1. Análisis geopolítico. Es esencial que los miembros del consejo de administración y los ejecutivos realicen actividades de formación periódicas para inculcarles una conciencia permanente de los puntos de vista geopolíticos. Los altos dirigentes deben ser capaces de reconocer y responder a las tendencias y escenarios en los que se espera que desempeñen un papel, incluidas las normativas locales, mundiales y los avances jurídicos clave. Los consejos de administración sin este nivel de formación formal estarán en gran desventaja a la hora de identificar riesgos y oportunidades y fracasarán cuando se trate de infundir confianza a toda la organización.
2. Reforzar las conexiones público-privadas. Los sectores público y privado ya no pueden funcionar por separado. En el conflictivo mundo actual, toda la cadena de valor está vinculada a la seguridad nacional. Los centros de investigación, las universidades y los grupos de reflexión son fuentes inestimables de investigación y conocimientos vitales. Las organizaciones deben cultivar estas relaciones para aplicar la inteligencia más reciente y garantizar la transferencia de conocimientos. De hecho, la seguridad nacional depende de un alto nivel de cooperación entre las redes civiles, privadas y sociales.
3. Gestionar los riesgos e identificar las oportunidades. Las carreras tecnológicas y de innovación entre empresas, sectores, países y continentes se están convirtiendo en una competición cada vez más reñida. Con este telón de fondo, los organismos nacionales e internacionales están desarrollando y aplicando una gobernanza y una normativa que intentan seguir el rápido ritmo del cambio, lo que tiene un enorme impacto económico tanto en las organizaciones como en las naciones.
La proactividad es esencial: los consejos de administración deben desarrollar estrategias de acción temprana en sectores clave que incorporen factores nacionales y globales al tiempo que permitan flexibilidad.
Discutir las cuestiones geopolíticas en la junta sólo de forma reactiva ya no es una opción. Comprender, anticipar y gestionar los riesgos y las oportunidades es crucial no sólo para una empresa competitiva, sino también para una sociedad segura.
Al adoptar estos principios y objetivos estratégicos, los consejos de administración pueden sortear mejor los tiempos de incertidumbre y fortalecer la relación entre los sectores público y privado para alimentar un entorno global cada vez más interconectado.