"Soy inversionista de impacto, soy general partner en Impaqto Capital y directora Ejecutiva de Socap Global". Michelle Arévalo-Carpenter cuenta sus distintos roles en el mundo de la inversión de impacto.
Socap viene de social capital, una terminología previa a inversión de impacto, que nació hace unos 20 años en California de la mano de unos soñadores que vieron más allá de las inversiones con retorno financiero.
Arévalo-Carpenter habla con soltura sobre sostenibilidad, empresas B, inversionistas, ecosistemas, empresas sociales que manejan redito financiero y rédito social. "La inversión de impacto es la pieza que le faltaba a la región para terminar de desarrollar el ecosistema de empresas de impacto".
Desde enero de 2022 es directora de Socap Global, organización con 17 años de vida. Allí trabaja con un equipo reducido, pero potente. "Es pequeño para lo que logramos hacer, tengo un grupo de siete personas y durante la conferencia crece a cerca de veinte".
La base de Socap está en San Francisco, EE.UU., y agrupa a una comunidad de inversionistas de impacto global gigante. "En la conferencia anual se cuentan 3.000 asistentes, todos tienen un fondo de inversión y entre todos suman un trillón de dólares en activos bajo administración. Todo esto bajo el precepto de invertir por un rédito social. Socap empuja a la inversión de impacto de la periferia a ser lo central, el mainstream, lo nuevo normal".
En Socap trabaja con pilares como salud, bienestar mental, educación, sistemas alimentarios, bienes raíces, entre otros.
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Arévalo-Carpenter es la primera directora Ejecutiva de Socap de fuera de California. En su selección pesó su experiencia y visión sobre la inversión de impacto en el día a día. De lunes a jueves -el tiempo que Arévalo le dedica a Socap- su mente está en inversiones en África, en inteligencia artificial aplicada en conocimientos ancestrales o analizando la bioeconomía de la Amazonía.
Los viernes se enfoca en Impaqto Capital, un fondo de inversión que trabaja con empresas ecuatorianas. Esta organización ha levantado desde hace cinco años hasta la fecha US$ 2 millones y ha invertido en siete empresas, que colectivamente facturan sobre los US$ 7 millones anuales. Operan en Ecuador, Perú, Bolivia, Colombia, por lo que calcula que ha impactado en unas 177.000 vidas.
La primera inversión fue en una empresa peruana que desarrolló un software para combatir el acoso laboral. Es una empresa rentable que está creciendo". También ha colocado recursos en empresas de alimentos o de servicios de telecomunicaciones, por citar dos ejemplos.
¿Cómo defines el impacto social? "Son esas inversiones que uno hace no necesariamente prediciendo lo que va a pasar en el futuro, sino construyendo lo que uno quiere que pase en el futuro". Menciona ejemplos: que se pague lo justo a los artesanos, a los cacaoteros, que las mujeres no sufran acoso laboral etc. "Para eso se necesita una empresa que genere un cambio en la industria. Hay que invertir para que eso suceda porque es bueno para el mundo, no es caridad, es pensar en construir un mundo mejor".
Para esta mujer, esposa, madre e inversionista, las cosas están cambiando con fondos que suman cerca de US$ 100 millones en la región andina. "Eso es mucho comparado hace cinco años, aunque poco para lo que se quiere llegar. Soy optimista, porque si vemos empresas que lideran el tema y se multiplican va a llover capital".
Por su trabajo Arévalo-Carpenter viaja fuera del país casi siempre al menos una semana al mes. Participa en conferencias, habla con otros inversionistas, escucha a emprendedores. "Tengo mi oído bien activo para escuchar tendencias y saber lo que está emergiendo en inversión". Inglaterra, Estados Unidos, Canadá, México, Costa Rica son algunos de los países que ha visitado este año.
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¿Qué se siente al fomentar la inversión de impacto? "Estoy en una etapa en la que se abren varios aspectos de mis intereses y capacidades que puedo ofrecer. Estoy en expansión, he recibido invitaciones, converso con muchas personas sobre el capital privado interesado en invertir en bioeconomía de la Amazonía. No son hippies, es gente seria, de países como Arabia Saudita que quiere aportar en temas como el cambio climático", dice esta mujer orientada al logro y que se describe como una ecuatoriana global por el alcance de su trabajo. (I)