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“Dentro de un año va a ser posible que una sola persona pueda hacer una película completa con inteligencia artificial (IA)”, estima Felipe Pesántez, un cuencano que se atrevió a cruzar las fronteras geográficas y digitales para pasar de ser generalista 3D en las principales producciones cinematográficas del mundo, a dar un giro de 180 grados y convertirse en uno de los referentes de la IA en Ecuador y el mundo con cientos de ofertas diarias de empleo. Una profesión donde un trabajador junior factura entre US$ 100.000 y US$ 120.000 al año, mientras un puesto de lead, supervisor o head cobra alrededor de US$ 1 millón al año.

Felipe Pesántez dejó una huella única en los estudios más grandes del mundo, con producciones de películas como Avatar: The Way of Water, Pantera Negra, El Rey León, Mulán en live-action y Godzilla vs. Kong. Inició como generalista, un rol capaz de hacer desde modelado de personajes, iluminación, texturas, render y más; es decir, era capaz de cumplir todos los oficios de un departamento de animación él solo. Pero poco a poco se fue adentrando en la creación de nuevas tecnologías que permitían solucionar problemas, como crear la sabana africana en la película de El Rey León con un solo clic, o realizar tecnología que con una acción tan simple como un copy-paste permitía reproducir islas flotantes en Avatar. Trabajos que pueden durar meses y que requieren de miles de personas se lograron solucionar en poco tiempo con los avances tecnológicos hechos por este cuencano, que ahora se desempeña como Technical Lead en la empresa Improbable. Les sorprenderá saber que no obtuvo un título universitario para adquirir todos estos conocimientos. Y ahora se especializa en la generación de inteligencia artificial, consultoría en esta rama y brinda talleres en la misma escuela donde inició su camino profesional en el área tecnológica, Rebelway.

Tiene 36 años y vivió su infancia en Cuenca. Viene de una familia creativa, con profesiones que van desde el lado científico hasta lo artístico, como pintores y músicos, y siempre se sintió influenciado por su tío, un programador informático, pero no se animó por esa profesión porque “no encontré una carrera más para seguir después de eso”. Sus primeros pasos por el mundo de la tecnología los inició en el colegio. “Eran superbásicos, todo estaba dirigido al diseño web o bases de datos”.

Empezó a estudiar Comunicación Social por dos años en la Universidad de Azuay, hasta que una profesora le dijo: “Lo tuyo es más del lado de las computadoras”. Así que se cambió a Diseño Gráfico, pero tampoco fue lo suyo. A la par, vio los trabajos que estaba haciendo su primo en la carrera de Animación 3D y dijo “eso es para mí”. Entonces, viajó a Quito y empezó a estudiar Multimedia y Producción Audiovisual en la Universidad de las Américas en 2012.

Llegar a la capital de Ecuador fue una explosión multicultural para Pesántez, por la diversidad de personas que conoció. Cuando inició la carrera obtuvo las bases en diferentes ramas del mundo de la animación 3D. Pero a la par se dedicó de lleno a estudiar y practicar por su cuenta a través de workshops y en Rebelway, una escuela en línea de efectos visuales. “En un punto me di cuenta de que la universidad no estaba cumpliendo con mis expectativas. Por esta razón me retiré un año antes de graduarme, porque los estudios que realizaba por mi cuenta estaban yendo mucho más a fondo de lo que me enseñaban en la universidad. Cuando iba a clases, es como que estaba adelantado unos tres años. Fue tanto así que empecé a dar clases a mis compañeros”.

En un inicio se lanzó al mundo del freelance desarrollando varios proyectos multimedia para productoras ecuatorianas, pero la carrera de animación le permitió abrirse camino en el exterior. Aplicaba diseño gráfico, modelado, motion graphics y más. “En esa época tenía habilidades en el campo del 3D, eso se llama generalista. Podía hacer de todo. Un día puedes hacer una montaña, el siguiente haces la textura de un carro, puedes hacer el carro o personajes o puedes animar el vehículo”. Así empezó a trabajar con aproximadamente 20 compañías de Estados Unidos y Europa.

Los imprevistos del viaje

Más tarde decidió aplicar a varias empresas. PlayStation lo contactó para trabajar en el juego The Last of Us 2 y Sony quería que viajara a California. A la par le escribieron de una empresa alemana de publicidad que iba a hacer una campaña de una marca de cerveza por largo tiempo. Optó por la segunda opción porque su esposa, con quien contrajo matrimonio en 2015, tenía ciudadanía española y “era más fácil ir a Europa porque toda la familia de mi esposa estaba en España y todos los papeles estaban listos”.

Por varios motivos, los papeles tardaron más de lo que esperaban y cuando llegaron a España le escribió la empresa alemana para decirle que tardó demasiado y que habían contratado a alguien más. “Me quedé en blanco porque rechacé todas las otras ofertas para ir a esta”.

Sin más opciones en España, volvió a tomar contratos freelance como lo hacía en Ecuador. Trabajó en compañías de Estados Unidos, Japón, Alemania y otras partes del mundo. Brilló tanto el trabajo que llegó a tener seis ayudantes en modalidad remota. Entonces, recibió una llamada que había estado esperando hace mucho tiempo. Le contactó MPC, una de las productoras de cine más grandes del mundo.

“Yo me enamoré de esa compañía porque, en Ecuador, con mi esposa fuimos a ver el remake de la película El Libro de la Selva. Ya estaba estudiando animación en esa época y veía la parte técnica de esa película y era increíble. Yo le dije a mi esposa que mi meta era trabajar ahí algún día. Y justo en España me escribió esta compañía y me dijeron: 'Ahora estamos haciendo El Rey León, ¿te gustaría trabajar con nosotros?'. Y yo respondí: '¡Claro que sí!'. Esa era la razón por la que estaba estudiando animación y haciendo todo para llegar específicamente a ese estudio”.

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