Algunas de las fronteras más extremas de la Tierra están justo debajo nuestro, en lugares tan inhóspitos que podrían pertenecer a otro planeta. Un claro ejemplo es la cueva Veryovkina, la más profunda del mundo, oculta en el macizo Arabika del Cáucaso occidental. Con una profundidad de 2.212 metros, es una entrada vertical a un mundo donde la luz del sol nunca llega.
Fueron necesarias décadas de exploración y cerca de 30 expediciones para alcanzar su punto más profundo. Este desafío tuvo un alto costo, incluyendo el macabro hallazgo de un explorador solitario fallecido a 1.100 metros de profundidad en 2021. Pero ese punto ni siquiera marca la mitad de este abismo monstruoso.
Descender en Veryovkina es una batalla contra las fuerzas subterráneas más extremas del planeta. Y, sin embargo, contra todo pronóstico, la vida persiste en este mundo de pesadilla, en formas tan extrañas que parecen completamente alienígenas.
Medir la verdadera profundidad de Veryovkina costó décadas y vidas
La historia de la cueva Veryovkina es la de una exploración incansable. Descubierta en 1968 por espeleólogos rusos, permaneció relativamente inexplorada durante décadas. No fue hasta que el equipo Perovo-speleo (PST) retomó las expediciones en la década del 2000 que su verdadera profundidad comenzó a revelarse.
La cueva es un laberinto de pozos verticales, caídas libres mortales y pasajes claustrofóbicos. Cada nueva sección tuvo que ser meticulosamente cartografiada, obligando a los espeleólogos a descender cientos de metros en la oscuridad y luego emprender peligrosos ascensos hasta la superficie, a menudo cargando equipos que pesaban más que ellos mismos.
Muchos de los que se aventuraron dentro apenas lograron salir. En 2018, un buzo ruso fue hallado en el fondo, atrapado por una inundación repentina. Sergei Kozeev, otro explorador cuyo cuerpo fue descubierto a 1.100 metros en 2021, había descendido solo, sin el equipo adecuado para el frío extremo ni la resistencia física necesaria para escapar. Falleció de hipotermia y su cuerpo permaneció en la oscuridad durante más de nueve meses antes de ser encontrado.
Veryovkina se convierte en una trampa mortal durante las inundaciones
Si estar a varios kilómetros bajo tierra no fuera lo suficientemente peligroso, la cueva tiene una forma de transformarse de un entorno hostil en una trampa mortal: las inundaciones repentinas. En septiembre de 2018, un grupo de espeleólogos de Perovo-speleo, incluyendo al fotógrafo de National Geographic, Robbie Shone, estuvo a punto de no contarlo.
Mientras descansaban en su campamento más profundo, el agua comenzó a rugir dentro de la cueva sin previo aviso. Lo que al principio sonaba como un retumbo lejano pronto se convirtió en una sacudida similar a un terremoto: una avalancha de agua blanca se precipitaba hacia ellos. En cuestión de minutos, su campamento quedó sumergido.
Con apenas segundos para reaccionar, Shone recuerda el instante en que se dio cuenta de que estaban a un error de la muerte segura: "Simplemente pensé: 'Dios mío. Tenemos que irnos ahora mismo. No podemos esperar. Si nos quedamos acá, todos vamos a morir'".
El equipo luchó por escapar, trepando por cuerdas a través de cascadas que los golpeaban como arietes. La inundación duró casi 20 horas, bloqueando las rutas de escape y atrapándolos en una pesadilla claustrofóbica. Cuando finalmente el agua retrocedió, encontraron restos de su equipo incrustados en el techo de la cueva, marcando hasta dónde había llegado el agua.
Si hubieran dudado un solo instante, ninguno habría sobrevivido.
Explorar esta cueva es como pisar otro planeta
Incluso sin el riesgo de ahogarse, la cueva Veryovkina se siente alienígena en todos los sentidos. Al descender más allá del alcance de la luz superficial, entrás en un reino de oscuridad total tan absoluta que tus ojos nunca logran adaptarse. No hay penumbra, no hay destellos, solo un vacío ininterrumpido. Tu cerebro, desesperado por estímulos visuales, empieza a alucinar luces y formas inexistentes.
El pozo de caída libre más profundo de la cueva—un abismo vertical de 145 metros—es una verdadera sima. Descender por él se siente como entrar en el vacío, con nada más que una delgada cuerda evitando una caída al olvido.
Luego están la presión y el frío. Las temperaturas rondan los 4 °C, con una presión del aire un 10 % más alta que en la superficie. La humedad es tan persistente que todo permanece húmedo de manera constante, haciendo de la hipotermia una amenaza constante. Estar dentro de Veryovkina es sentir que saliste de la Tierra. Y, sin embargo, en estas condiciones, la vida sigue existiendo.
Cada criatura desarrolla adaptaciones únicas para sobrevivir en las profundidades
La supervivencia está reservada para las criaturas más extraordinarias, aquellas que evolucionaron para soportar la oscuridad total, el frío extremo y la casi ausencia de alimento.
Entre los habitantes más extraños de cuevas tan profundas como Veryovkina está Plutomurus ortobalaganensis, un insecto sin ojos hallado a 1.980 metros de profundidad en la cueva Krubera. Es el animal terrestre más profundo registrado y sobrevive alimentándose de hongos microscópicos.
Otros residentes de Veryovkina incluyen:
- Xiphocaridinella demidovi: un camarón de cueva que sobrevive sin luz ni plantas, alimentándose solo de materia orgánica arrastrada por el agua.
- Duvalius abyssimus: un escarabajo que perdió su pigmentación y la vista, dependiendo por completo del tacto y el olfato.
- Heterocaucaseuma deprofundum: el milpié más profundo conocido.
Veryovkina no es solo una maravilla geológica, sino una de las últimas fronteras inexploradas de la Tierra. Es un lugar donde reina la oscuridad, el tiempo se distorsiona y la vida encuentra formas de persistir que desafían la imaginación humana.
*Con información de Forbes US.