'San Donald Trump' salvó e impulsó a la ecuatoriana Cinchona Drinks
Una declaración del expresidente de EE.UU., sobre el supuesto éxito de la cloroquinina para curar el Covid, literalmente, evitó que el naciente negocio cerrara. Hoy, la marca ecuatoriana exporta a Panamá, llegó a Colombia hace dos meses y acaba de enviar sus primeras botellas a Hong Kong. El objetivo ahora es más grande: conquistar los mercados estadounidense y europeo.

La historia de Cinchona Drinksun emprendimiento ecuatoriano de aguas tónicas empezó al puro estilo de “El viaje del héroe”, de Joseph Campbell, cuando Javier Mantilla (ingeniero agrónomo con negocios en rosas y flores de verano), Sebastián Saá (abogado) e Ignacio Pallares (financiero), amigos del colegio Americano, emprendieron juntos una aventura por España en 2017. En medio de la odisea, casi sin querer, uno de ellos se dio cuenta de que las aguas tónicas, que eran parte de la carta en algunos restaurantes, tenían un precio muy elevado, a veces más caro que el propio gin con el que, ahora, se acostumbra mezclar. La intriga le mantuvo inquieto todo el viaje. Y la contagió al resto. 

La curiosidad los llevó a investigar más sobre la bebida, sin saber que estaban a punto de abrir una caja de pandora llena de saberes andinos. En su investigación descubrieron un insumo esencial para la elaboración de agua tónica, que se remontaba a la época de la colonia (siglo XVI), y que, se decía, curaba la malaria: la quinina, proveniente de la corteza del árbol cinchona o más conocido como cascarilla. Su fama se internacionalizó cuando los jesuitas que visitaron Loja se enfermaron y un cacique lojano llamado Pedro Leiva, Don Pedro, los curó con la quinina. 

“Él compartió estos polvos mágicos para salvarlos de la malaria, que era peor que el Covid. Luego, los jesuitas viajaron a Lima y curaron a la condesa de Cinchón (de donde viene el nombre), esposa del virrey del Perú, de dicha enfermedad. Pronto se convirtió en uno de los productos de mayor trueque entre América y Europa debido a sus propiedades curativas”, explican, citando referencias de la investigación realizada. 

En 2017, los tres amigos encontraron a Jorge Tapia (ingeniero ambiental), un joven lojano que había desarrollado una tesis sobre la historia del árbol de la cinchona. Al hablar con ellos, les invitó a Loja. Pallares cuenta que los tres se subieron en un auto y viajaron 677 kilómetros para reunirse y revisar en la Alcaldía de Loja una gran cantidad de documentos y libros históricos de hace muchísimos años. “Y dijimos bueno, echémosle pa' lante”. Luego de su visita se decidieron: “Vamos a hacer un agua tónica ecuatoriana”. Así que sumaron a Tapia como su socio.

En papel, la idea estaba lista, pero en la práctica descubrieron que no era tan sencillo como parecía. Demoraron dos años en sacar la quinina del árbol. “La corteza es café. Cuando empezamos, dijimos, 'hagámosle polvo y pongámosle un poco', se hacía rojo, pero después sacamos la primera muestra, la probamos y sabía a madera”. Tras un sinnúmero de pruebas, la quinina al fin estuvo lista. En ese momento, dos socios más se unieron: José Javier Pallares (abogado y floricultor) y Javier Pallares (abogado), quienes proporcionaron el principal ingrediente para la producción de la bebida, por supuesto, el agua, proveniente de una fuente subterránea en su propiedad en Cayambe.  A la vez, se encargaban de desarrollar la etiqueta y el packaging, adornándolos con la flor de la cinchona. Con todo listo, decidieron invertir US$ 150.000 para construir su primera planta industrial en Cayambe, con la que desarrollaron su producto estrella: agua tónica (con y sin azúcar).

Sin embargo, el inicio oficial estuvo lleno de amenazas. “Quisimos hacer nuestro primer lanzamiento en octubre de 2019, pero sabemos qué pasó en esa fecha y tuvimos que aplazarlo para noviembre. Diciembre siempre es un mes complicado por lo que arrancamos en 2020. Ya teníamos nuestros primeros clientes, pero nos cogió la pandemia”. Llegó un momento en que dijeron que debían cerrar, pero por casualidades de la vida, en una declaración del entonces presidente de EE.UU., Donald Trump, se afirmó que la cloroquinina era la cura del Covid. “Todo el mundo dijo: 'hay que tomar agua tónica'; y nos comenzaron a llegar una cantidad importante de pedidos a domicilio. No cerramos y, como éramos del sector de alimentos, podíamos trabajar. Eso fue lo que hicimos”. 

Ese impulso los levantó y con ello pudieron comercializar su producto. Actualmente, Cinchona Drinks produce entre 3.000 y 3.500 botellas al día y factura US$ 180.000 al año. En diciembre de 2020, hicieron su primera exportación a Panamá; hace dos meses llegaron sus primeros palets a Colombia (ahora tienen un nuevo pedido de 24.000 botellas); y acaban de enviar en estos días 2.000 unidades a Hong Kong, para abrirse paso en ese país. En el futuro su objetivo es llevar el producto 100 % natural a Estados Unidos y Europa, como en la época de Don Pedro.

Además, ya empezaron sus planes para diversificar otros productos con base en la quinina. “Estamos desarrollando algunas ideas en nuestro laboratorio, pero la creación de un nuevo producto no se da de la noche a la mañana. Una nueva receta, por lo bajo, nos toma entre seis y 12 meses ”. La fábrica actual, según Pallares, “ya les quedó chica” por lo que planean invertir otros US$ 150.000 en infraestructura y maquinaria que les permita tener una mayor capacidad de producción. Su propósito ahora es posicionar en el mercado internacional que Ecuador tiene “la mejor quinina del mundo. Tiene unos beneficios impresionantes para la salud, desde mejorar la circulación de la sangre y la digestión, hasta el alivio para los atletas que sufren calambres”. (I)