A nivel global, se estima que se produce un ciberataque cada once segundos afectando desde infraestructuras nacionales críticas hasta los datos personales confidenciales. Resulta evidente entonces que el impacto económico y social de los ataques cibernéticos, de continuar a este ritmo, puede ser astronómico.
El costo de este tipo de ataques y la mayor vulnerabilidad resaltan la necesidad de que los gobiernos aceleren rápidamente la planificación de resiliencia cibernética, es decir, la capacidad de prevenir, responder y recuperarse del delito cibernético, para de esta forma, garantizar una base sólida a medida que avanzamos hacia la recuperación económica mundial.
Las nuevas tecnologías (IA, Big Data, Nube y Edge Computing) están revolucionando la economía, pero la seguridad es un riesgo, retrasando su adopción. Según Oxford Economics, estas preocupaciones significan que tanto las empresas, como gobiernos pueden dudar en iniciar proyectos digitales, sofocando así su potencial de innovación.
Pero más que financiamiento, los gobiernos deben cambiar el enfoque de la ciberseguridad simple hacia la adopción de estrategias de resiliencia cibernética basadas en el riesgo. Este enfoque permite la construcción de un espacio digital seguro, gratuito y justo, que protege a las administraciones públicas, la infraestructura crítica, las instituciones académicas y los ciudadanos.
Resultados del estudio Global Data Protection Index de Dell Technologies revelan que las organizaciones enfrentan varios desafíos para la protección de datos, impulsados por la amenaza constante del ransomware y el consumo de tecnologías emergentes como las aplicaciones nativas de la nube, los contenedores de Kubernetes y la Inteligencia Artificial.
El daño causado por los ataques cibernéticos va mucho más allá de los costos financieros, con el robo o destrucción de datos personales y propiedad intelectual, así como daños a la reputación. Por ello, la ciberseguridad es mucho más que una simple póliza de seguro contra ataques. La resiliencia cibernética, si se implementa de manera efectiva, puede ayudar a potenciar la innovación y la prosperidad económica a largo plazo.
Ante esta realidad, el mercado latinoamericano de ciberseguridad sigue en crecimiento. En el año 2020 se estimaba el valor del mismo en US$ 4.840 millones y está creciendo rápidamente con una tasa de crecimiento anual compuesto del 10,8%, según Mordor Intelligence. Sin embargo, según el estudio realizado por la OEA y el BID, aunque nuestra región ha fortalecido sus capacidades en ciberseguridad, continúa enfrentando importantes desafíos. Por ejemplo, sólo 13 países de nuestra región tienen una estrategia nacional de ciberseguridad. Según el Global Cybersecurity Index de ITU, de 55 países que destacan por su compromiso con la ciberseguridad, solo uno (Uruguay) es de América Latina.
El ritmo y la escala de los ataques cibernéticos son advertencias de que una economía y una sociedad transformadas digitalmente sólo pueden ser sostenibles con la resiliencia cibernética en sus cimientos. En este sentido, la resiliencia cibernética es imprescindible para una recuperación económica sólida y solamente las organizaciones correctamente preparadas podrán hacer frente a los riesgos cibernéticos mientras impulsan su propio crecimiento e innovación.
*Nota publicada en Forbes México