Se calcula que, a partir de mediados de 2023, el consumidor europeo podrá tener la conciencia tranquila: todo producto de madera, café, aceite de palma, caucho, cacao, soja y carne que entre al mercado común deberá ser "libre de deforestación". Pero no solamente los productos, sino también sus derivados: de la madera, el papel impreso; del aceite de palma, los cosméticos. Y si bien no todas, sí la mayoría de estas materias primas no se producen en territorio europeo. ¿Cómo se lo toman los países productores en América Latina?
"La preocupación es grande. Cuando algo cambia no siempre es bien recibido", respondió a DW Christopher Hansen, ponente del informe sobre la nueva ley ante una Eurocámara que la aprobó con amplísima mayoría (552 votos a favor, 44 en contra y 43 abstenciones).
De Brasil y la Argentina viene la mayor parte de la soja que consume la UE. De varios países de América Latina proviene buena parte del café y el cacao que llega a las mesas europeas. Pero también en Brasil, entre marzo de 2022 y marzo de 2023, la deforestación ha aumentado en un 14 por ciento.
Entre 1990 y 2020, la deforestación con fines agrícolas destruyó 420 millones de hectáreas de bosques (una superficie mayor que la de la Unión Europea). Y el 10 por ciento de ello es atribuible al consumo europeo. El aceite de palma y los cultivos de soja, por ejemplo, son responsables de dos tercios de esa deforestación. De ahí que, en 2020, se pusiera en marcha la legislación que acaba de ser aprobada por el Parlamento Europeo.
"Los estantes de nuestros supermercados se llenaban muy a menudo con productos cubiertos por las cenizas de las selvas tropicales calcinadas y los ecosistemas irreversiblemente destruidos. Me tranquiliza saber que los consumidores europeos ya no serán cómplices involuntarios de la deforestación cuando se coman un chocolate o disfruten de un merecido café", decía Hansen, al salir de la aprobación de la regulación en el pleno de Estrasburgo.
Reconociendo los desafíos administrativos que la nueva legislación supondrá para los países productores, este eurodiputado luxemburgués de la bancada conservadora insistió en que, planetariamente, compartimos el mismo destino en cuanto a los efectos del cambio climático.
Por otro lado, en relación con América Latina, el impacto de la deforestación no es homogéneo. La región amazónica es, junto a Indonesia, la más desforestada del planeta. No obstante, "los datos de Costa Rica no reflejan este fenómeno”, explicaba Hansen. Por eso, la Comisión Europea clasificará a los países productores según su riesgo: alto, estándar o bajo. ¿Brasil? "Probablemente será alto", respondió Hansen.
"Mucho trabajo por hacer"
¿Qué significa todo esto en concreto? Después de su aprobación, la ley entra en vigor y las grandes empresas que operan en territorio europeo tendrán 18 meses para establecer un sistema de trazabilidad; las pequeñas, 24 meses.
"En ese tiempo, hay mucho trabajo por hacer para las empresas, para las organizaciones de productores, para los Estados, para la Comisión Europea", explica a DW Indra Van Gisbergen, de FERN, organización gubernamental que vela por los bosques y sus habitantes. Reconociendo que este es un gran paso, Van Gisbergen apunta al poco diálogo que ha habido con los países productores, de los cuales algunos de América Latina lo ven como una decisión unilateral y punitiva.
"No hay que olvidar que algunos países como Brasil y Colombia tienen sus propios planes contra la deforestación. También hay que tener muy en cuenta que en la producción de café en América Latina hay muchos productores pequeños que no podrían asumir los supuestos costos de la geolocalización requerida. Y recordemos, así mismo, que grandes cadenas de alimentos o de neumáticos hace muchos años lanzaron su sello 'deforestation free'”, anota Van Gisbergen, enfatizando que el peso estará en las empresas y que los Estados pueden, pero no tienen, que asumir sistemas de trazabilidad.
El peso de la trazabilidad
¿Y qué significa trazabilidad? "La recolección de los datos del terreno de producción, comprobando que no provenga de bosques talados", responde Van Gisbergen.
En que esto es un gran paso concuerdan tanto organizaciones de la sociedad, como políticos y ciudadanos europeos que ponen a la deforestación entre sus preocupaciones.
No obstante, la regulación es perfectible. "Tenemos que poner mucha atención en su implementación, no solamente porque debe salir bien para que pueda ser ampliada a commodities minerales como el cobalto o el litio, sino porque hay países que, priorizando los intereses comerciales, podrían echarse para atrás o no querer cooperar", apunta Van Gisbergen.
Por otro lado, predicando con el ejemplo, la UE podría generar un efecto alud con otras iniciativas existentes en Estados Unidos, Reino Unido y China. Van Gisbergen insiste en exhortar a un diálogo, hasta ahora débil.
En ese diálogo, respondió Hansen a DW, deben estar los pequeños productores, las cooperativas, las poblaciones. "Son los que más sentirán el efecto de la pérdida de áreas de bosques, de biodiversidad. A la larga veremos que vale la pena, que esta ley contra la deforestación es un gran paso", apuntó.
Para Van Gisbergen, sin embargo, "limpiar el mercado europeo de productos causantes de deforestación no es suficiente. Hay que llegar a las causas de la deforestación, analizando con los socios y sus diferentes situaciones, también en América Latina".