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Liberan mosquitos genéticamente modificados para combatir una enfermedad tan vieja como conocida

Tal Patalon

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La IA ya empezó a cambiar la medicina preventiva al entender mejor el patrón que disemina enfermedades como la malara en Africa.

3 Junio de 2024 15.00

Es insondable, y doloroso de reconocer, pero real; tantas muertes en el mundo son potencialmente evitables. La malaria, una enfermedad que se puede prevenir y curar, mató a 608.000 hombres, mujeres y niños sólo en 2022. La salud de las personas sigue viéndose afectada por infecciones para las que disponemos de vacunas, tipos de cáncer cuyo pronóstico cambiaría por completo si se detectaran a tiempo mediante pruebas de detección accesibles o enfermedades cardiacas agravadas por la falta de conocimientos sanitarios y de un verdadero acceso a mejores opciones de estilo de vida.

La OCDE define la mortalidad evitable como las muertes que pueden evitarse por completo mediante medidas de salud pública o tratarse eficazmente con intervenciones oportunas: ambas pueden invertir esta preocupante tendencia.

La IA puede ayudar. Ya empezó a cambiar la medicina tal y como la conocemos. El último domingo se libraron en África mosquitos modificados genéticamente en un programa piloto para luchar contra el aumento de los casos de malaria. Ya empezamos a practicar una medicina diferente, con modelos de predicción de enfermedades, análisis automatizados de imágenes de tomografías computarizadas y resonancias magnéticas e ingeniería molecular que avanzan en el descubrimiento de fármacos.

La investigación multiómica (que integra de forma holística factores genéticos y no genéticos, o todos los diferentes niveles “ómicos” humanos, como la genómica, la epigenómica, la proteómica y la metabolómica) redefinirá pronto el tratamiento personalizado. Todas estas afirmaciones son acertadas. Mis colegas investigadores y yo escribimos bastante sobre ellas. Sin embargo, aunque innovadoras y ciertas, no son toda la verdad, ni mucho menos.

La mitad de todas las muertes mundiales de chicos menores de 5 años se deben a la desnutrición. Hasta 443.832 chicos de la misma edad mueren cada año por enfermedades relacionadas con la diarrea. No es sólo una estadística. Y éstas son sólo las muertes registradas por la Organización Mundial de la Salud.

La mitad de todas las muertes mundiales de chicos menores de 5 años se deben a la desnutrición.
La mitad de todas las muertes mundiales de chicos menores de 5 años se deben a la desnutrición.

Cada día en mi consulta, me lavo las manos innumerables veces; entre cada paciente, antes y después de cada interacción. El agua y el jabón se escurren por el desagüe hasta un complejo sistema de tuberías y desagües, mientras que al mismo tiempo, en nuestro mismo planeta, 1.500 millones de personas no tienen acceso a las instalaciones sanitarias más básicas, lo que propaga aún más las enfermedades.

El acceso a los servicios sanitarios y a los medicamentos que salvan vidas sigue siendo terriblemente limitado en los países de ingresos bajos y medios, y eso incluye los medicamentos genéricos, a los que tiene acceso menos del 60% de la población de estos países. Los habitantes de las regiones más pobres que no pueden permitirse los medicamentos básicos son también los más vulnerables a la creciente crisis de resistencia antimicrobiana. Simultáneamente, en los países desarrollados se desechan, no se utilizan, caducan y desperdician medicamentos por valor de miles de millones de dólares.

Las inversiones mundiales de capital riesgo en empresas de IA ascendieron a más de 25.000 millones de dólares en el primer trimestre de 2024, en todos los campos. Esto es notable, escalador, y sin duda está allanando el camino para un mundo nuevo, desde la comunicación accesible y la creatividad generativa, pasando por las fuentes de energía y la potencia de cálculo cuántico eficiente. Pero nuestra realidad actual sigue acá, y la gente sufre.

Si invirtiéramos la misma cantidad de tiempo, energía y recursos en hacer llegar las prácticas médicas actuales, ya avanzadas, a quienes las necesitan, sin dejar de desarrollar conocimientos de vanguardia generativos, nuestra salud colectiva mejoraría exponencialmente. Un algoritmo de detección precoz o un plan de tratamiento genómico pueden, y deben, desarrollarse y suministrarse en todas partes; pero también el agua corriente y los medicamentos esenciales.

A menudo nos resulta más fácil, en las regiones desarrolladas, centrarnos en el progreso tecnológico y el ingenio que hablar de una asistencia accesible o de un saneamiento básico. No deberían estar reñidos. El avance tecnológico y su rentabilidad impulsan las economías y crean empleo, pero es necesario adoptar un punto de vista más amplio.

Un algoritmo de detección precoz o un plan de tratamiento genómico pueden, y deben, desarrollarse y suministrarse en todas partes.
Un algoritmo de detección precoz o un plan de tratamiento genómico pueden, y deben, desarrollarse y suministrarse en todas partes.

Somos un solo pueblo en una sola tierra. No hace tanto tiempo que el Covid demostró nuestra interconexión y fragilidad, cómo el mundo entero, tanto las regiones más ricas como las más pobres, puede verse afectadas por una crisis sanitaria que comienza en una región localizada. Los gobiernos deberían crear incentivos lucrativos y los organismos reguladores deberían hacer cumplir diligentemente a las corporaciones las leyes sobre salud global e impacto.

La sostenibilidad es un buen punto de partida. No podemos seguir desarrollándonos y subdesarrollándonos en una división tan rápida. Debemos responder a preguntas difíciles como qué es el progreso médico y si la longevidad en una región tiene que producirse a costa de equiparar la atención en otras regiones o de preservar el medio ambiente para las generaciones futuras.

Mientras investigamos el progreso, promovemos la longevidad y proporcionamos cuidados sofisticados, recordemos constantemente nuestra responsabilidad cotidiana en las luchas más básicas por la supervivencia, y hagamos todo lo posible por equilibrar ambas cosas.

 

*Con información de Forbes US.

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