A veces es bueno dejar de mirar lo que está a la vuelta de la esquina para intentar mirar un poco más allá. Desde el punto de vista de 2035, a mitad de la próxima década, creo que 2023 y 2024 van a ser recordados como momentos decisivos en la historia de la inteligencia artificial.
Pero, ¿cómo va a ser el mundo entonces? Hoy voy a centrarme en la tecnología de consumo, un vasto campo que abarca los dispositivos de entretenimiento de nuestros hogares, los electrodomésticos de nuestras cocinas y los autos que conducimos. Tecnología que todos los hombres y mujeres de 2035 van a comprar para hacer su vida más fácil, emocionante o divertida.
Acá tenés lo que serán las ideas más excitantes, los temas de debate más candentes y la fuente del bombo más jadeante (y posiblemente de aire caliente) en el lejano mundo de 2035.
Olvidate de los smartphones
Incluso en 2024, los teléfonos inteligentes tienen un nombre bastante inexacto. Hacer presentaciones telefónicas ya no es su principal utilidad. En su lugar, el smartphone es un centro de transmisión de información y de interacción con la tecnología y los dispositivos que nos rodean.
Pensá en todo lo que tu iPhone o tu Android pueden hacer ahora en comparación con lo que podían hacer cuando se presentaron por primera vez hace casi dos décadas. Después, pensá en cómo podrían seguir evolucionando a medida que la IA y otras tecnologías continúen transformando el mundo.
Los teléfonos inteligentes son una parte tan importante de nuestras vidas que la mayoría de nosotros no podemos imaginar la vida sin ellos. Pero, ¿seguirán existiendo tal y como los conocemos y amamos hoy dentro de 10 años? Tecnologías como las interfaces cerebro-ordenador (véase más adelante) y las pantallas de realidad virtual/aumentada podrían hacer obsoletas las pantallas, sustituyéndolas por superposiciones gráficas a través de los anteojos o enviando información directamente a nuestro cerebro.
Otra posible vía de evolución es que se conviertan principalmente en asistentes de inteligencia artificial, capaces de ayudarnos a organizar nuestras vidas y acceder a los datos como y cuando los necesitemos, mucho más allá de las capacidades de los teléfonos actuales.
Control mental
En 2035, los avances en las interfaces cerebro-ordenador (BCI) pueden haber alterado fundamentalmente nuestra relación con gran parte de la tecnología de nuestros hogares y nuestras vidas fuera del trabajo. Es posible que para entonces nos estemos acostumbrando a interactuar con los dispositivos que nos rodean y a controlarlos, no con pantallas ni siquiera con comandos de voz, sino sólo con nuestros pensamientos.
Esto no sólo significaría no perder más el mando a distancia, sino que nuestras máquinas y dispositivos cotidianos serían capaces de leernos, adaptando instantáneamente su funcionamiento a nuestro estado de ánimo o a nuestros deseos y necesidades. De este modo, la cafetera va a agregar una dosis extra de espresso si tenemos sueño pero aún tenemos cosas que hacer, o va a atenuar las luces y pondrá música relajante cuando se acerque la hora de dormir.
Es probable que en este momento te estén subiendo las alarmas. ¿Cómo sabemos que nuestros pensamientos siguen siendo privados? ¿Y qué se hace con toda esta información de nuestros cerebros que recogen los grandes proveedores de servicios tecnológicos de 2035? Bueno, dado que su poder no deja de aumentar, pueden salirse con la suya siendo aún menos transparentes y responsables de lo que son hoy, ¡en realidad nadie lo sabe!
¿Derechos para los robots?
En 2035, es posible que los robots nos ayuden en casa de muchas formas. Los asistentes robóticos personales podrían formar parte de la vida cotidiana, sobre todo para las personas mayores y enfermas o para quienes necesiten ayuda por enfermedad o discapacidad. Podrían ayudarnos en tareas manuales o proporcionarnos seguridad. Mientras tanto, los autos y vehículos también se convirtieron en productos altamente autónomos que son esencialmente robots.
Pero, ¿llegamos al punto de tener que considerar las posibles implicaciones éticas de esclavizarlos?
Por supuesto que no, pensarás instintivamente. Nunca nos preocupó que podamos estar explotando nuestros autos, ordenadores o cualquiera de las otras máquinas que utilizamos durante décadas para hacernos la vida más fácil. Pero pensemos que dentro de 10 años podría ser cada vez más difícil afirmar con certeza que nuestros asistentes mecanizados no son de algún modo conscientes de sí mismos. Si lo son, podrían entender que se les explota.
Sí, está bien, todos vimos Matrix y sabemos que, en el mundo de la ciencia ficción, esto podría tener consecuencias desagradables. Pero no hace falta ir tan lejos para encontrarnos en una situación ética potencialmente delicada.
En 2035, la sociedad podría tener que debatir si cualquier sugerencia de que una IA se convirtió en lo suficientemente sofisticada como para considerarse explotada nos crea la obligación ética de poner fin a esa explotación. Ya sea dentro de 10 o 50 años, es un problema al que probablemente tendremos que enfrentarnos algún día.
El mundo real es para perdedores
Los videojuegos y los mundos de realidad virtual se convirtieron en algo tan envolvente, experiencial y asombroso que algunas personas ya no se divierten lo suficiente con la realidad mundana. Quizá todavía no estemos hablando de las holocubiertas de Star Trek, en las que cualquier escenario de fantasía puede convertirse en una realidad simulada y viviente. Pero gracias a la inyección de inteligencia artificial en juegos y mundos virtuales, puede que no estemos tan lejos.
Los videojuegos de 2035, con gráficos de los que es difícil decir con certeza que no son reales y mundos vivos generados por inteligencia artificial poblados por personajes con los que podemos interactuar como si fueran humanos, harán que los juegos de vanguardia que tenemos hoy parezcan tan sofisticados como Space Invaders. Es probable que incluso podamos tocar y sentir estos mundos virtuales gracias a los avances en retroalimentación háptica y estimulación sensorial. Puede que hayamos alcanzado el punto en que esto sea indistinguible de la realidad, o puede que aún falten algunos años. Pero nos estamos acercando.
Suena muy bien, pero hay una contra: estos juegos y experiencias virtuales son tan emocionantes y estimulantes que para algunas personas el mundo real ya no es suficiente. Sin embargo, como ahora son capaces de ganar dinero, educarse y mantener relaciones personales en mundos virtuales, muchos ni siquiera lo ven como un problema.
*Con informacion de Forbes US