Este quiteño soñaba con ser médico pediatra, pero el destino le tenía preparado otro camino. Graduado de Ingeniero Químico en la Universidad San Francisco de Quito, Álvaro Gallo recuerda que convertir la basura en combustibles era de las clases que más le gustaba. Los restos orgánicos, especialmente de frutas, los calentaban a temperaturas muy altas hasta calcinarlas para obtener el combustible.
Al terminar sus estudios en 2016, trabajó en la empresa Villacapria como jefe de planta en el relleno sanitario de Quito. Mi responsabilidad era revisar el producto que sale de la basura y remediarlo. Fui responsable del diseño, implementación y puesta en marcha de una planta modular de tratamiento de lixiviados, que son sustancias líquidas altamente contaminantes que circulan entre los residuos especialmente en los vertederos de basura. El tanque era como una casa gigante, porque debíamos arreglar, en términos entendibles 300 metros cúbicos de basura al día. En ese entonces ganaba US$ 1.500 mensuales.
Gallo sabía que su futuro profesional lo encontraría a miles de kilómetros de distancia, en España, país en el que se siente como en casa. Tiene un master en Ingeniería Química y un Doctorado en Materiales Avanzados y Nanotecnología, con distinción Cum Laude en la Universidad Autónoma de Madrid.
Hoy, a sus 30 años es el primer ecuatoriano en ser parte del Instituto de Ciencias de Materiales de Madrid. En esta entidad. El trabajo de Gallo se enfoca en el desarrollo de nanomateriales magnéticos, con aplicaciones en campos biomédicos, medioambientales y sostenibles. Explica que la nanotecnología es la manipulación de la materia a una escala diminuta, casi imperceptible. Esta tecnología permite avances científicos incalculables, dice con una pasión que contagia. El mejor ejemplo, es tomar un cabello y cortarlo en un millón de pedazos. Cada pedazo sería una nanopartícula, que a simple vista no la puedes ver.
Abrirse camino en este mundo no es fácil, dice Gallo. Hay que ser paciente, persistente, muy riguroso, porque hay experimentos que pueden durar horas, semanas o meses y no funcionan, te frustras y quieres botar la toalla. Me ha pasado cientos de veces. Eso es la química. Prueba y error hasta que lo logras y es inexplicable la satisfacción que te genera.
Hoy es parte del proyecto europeo Nestor, en colaboración con el centro atómico de Bariloche, que trabaja para profundizar la comprensión de nano partículas de óxido de hierro capaces de degradar contaminantes orgánicos en el agua. También forma parte del programa Renerg2chem, donde se encarga del diseño de nano catalizadores para reducir la contaminación ambiental.
Su labor de investigación se refleja en la publicación de 23 artículos científicos y la obtención de tres patentes internacionales, junto con su equipo de trabajo. La primera fue de nano partículas magnéticas como agentes calentadores para procesos energéticos. Las otras dos fueron durante la pandemia en una colaboración con el centro nacional de biotecnología de España. Nuestras nano partículas magnéticas fueron utilizadas como agentes de tratamiento contra el Covid 19. En el Instituto manejamos proyectos que van desde US$ 200.000 hasta de US$ 4 millones. Cada proyecto toma más o menos dos años. Como científico no debes dejar nunca de innovar. Una vez me cayó ácido en la mano, por suerte no hubo repercusiones porque los protocolos de seguridad funcionaron bien.
La institución en la que colabora este ecuatoriano de 30 años tiene 100 empleados y en 2023 tuvo ingresos por 9,3 millones de euros.
En su corto trayecto profesional, Gallo ha obtenido algunos reconocimientos: en 2022 la Sociedad de Magnetismo del Institute Electrical and Electronic Engineers le entregó un premio por la mejor tesis doctoral. En 2023 fue galardonado en los premios al talento y tecnología de la comunidad de Madrid. Recientemente recibió un reconocimiento como joven investigador de la Asociación Europea de Magnetismo.
Gallo se describe como alguien que va atrás de sus sueños, sin perder la perspectiva. En septiembre contraerá matrimonio. Estos días estuvo de paso por Quito visitando a su familia. Como latino y migrante señala que el camino es duro, pero no imposible. Uno debe creérselas y trabajar por ello. Saber que mi trabajo es un plus a favor de planeta es muy gratificante. (I)