Desde que era una niña, Ninoska Merchán, de 26 años, soñaba en vivir en el mundo de Back to the Future. Era de esas niñas que querían estudiar todo a la vez. Siempre me gustó la parte de la ingeniería en robótica. De hecho, era una opción antes de escoger diseño de modas. Cuando creció trabajó de community manager en una empresa de calzado y aprovechaba toda oportunidad para ahorrar. Cuando se desea algo, uno se esfuerza tanto para lograrlo que no se necesita un colchón financiero atrás.
Con ese enfoque Merchán fundó Nino Studio en 2020, un atelier que combina el diseño de moda tradicional con la tecnología. Ella propuso una nueva línea de confección de indumentaria, pero la robótica nunca salió de su cabeza. Al ver que el mercado está lleno de moda ultra rápida, era necesario transformarlo. La vestimenta puede ayudarnos a fusionar lo físico con lo digital, algo así como ciborgs.
El primer paso que dio Merchán y su equipo fue importar una impresora 3D desde China que costó alrededor de US$ 2.000. Desarrollamos nuestro propio material 3D, queríamos producir la mayor cantidad de filamentos y materiales que pudiéramos necesitar en la confección. Los filamentos que utilizan son creados a partir de botellas PET que compran a pequeños recicladores.
Nino Studio se encuentra en Catamayo, Loja, y es una combinación de máquinas de coser normales, impresoras y cortadores láser. Una fusión de lo tradicional y lo digital.
La impresora 3D permite crear piezas personalizadas a través del sublimado. Sin embargo, la amalgama digital, los patrones, los diseños y más elementos que se imprimen requieren de una persona para ensamblar el producto. Necesitamos un artesano detrás de la pieza.
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Los diseños que salen de la mente de esta creativa incorporan materiales tradicionales como la paja toquilla, lana y tejidos artesanales. Si bien buscamos la innovación no queremos dejar de lado nuestras raíces ecuatorianas. Las propuestas también se destacan por los biomateriales utilizados en la confección, por ejemplo, utilizan café, ostra, madera, corcho y olivo Si alguien quiere un botón personalizado lo imprimimos en olivo o madera. Estamos en la cuarta revolución industrial y tenemos que migrar a la parte tecnológica. La ropa es nuestra segunda piel.
El proceso creativo tarda entre 15 y 20 días, mientras que la impresión y ensamble toman de tres a cuatro días.
Las prendas llegan a varios sectores, desde médicos hasta artistas. Merchán explica que los diseñadores, bailarines y cantantes son los que más valoran lo que propone esta fashion tech ecuatoriana. Los precios tienen un rango muy amplio: un vestido corto básico oscila entre US$ 180 y US$ 200; los tops y blusas van desde US$ 60 a US$ 80. Merchán explica: Tenemos que ser realistas con el contexto nacional en el que estamos trabajando. Otras prendas o proyectos, como ella los llama, requieren hasta tres meses en su producción El tiempo depende de hasta qué punto se quiere llegar en el proyecto. El costo de un proyecto es de alrededor desde US$ 800 hasta US$ 5.000.
Su más reciente diseño es un vestido construido con 500 luces LED embebidas con impresiones 3D. Otro 'insumo' que usa Nino Studio en sus diseños es el asistente virtual Alexa. Le enseñamos rutinas para que sugiera un color y el vestido adapte un tono, estampados geométricos o florales.
Otro aspecto diferenciador es su enfoque con adultos mayores diagnosticados con Alzheimer. Para ellos Nino Studio diseña prendas con sensores de temperatura y GPS para obtener la ubicación en tiempo real. También incluyen datos biomédicos que se conectan al celular. En un futuro Merchán y su equipo buscan ampliar su red de clientes y enfocarlo a las clínicas geriátricas y guarderías para controlar la salud de los niños y ancianos. Queremos que nuestros diseños no sean solo bonitos, que cambian y se encienden, buscamos cuidar a las personas.
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A pesar de tener tecnología las prendas de este emprendimiento requieren los mismos cuidados que la vestimenta normal. Cuando son prendas con dispositivos electrónicos solo retiras la batería y los puedes lavar con normalidad. Hemos metido nuestras prendas en la lavadora y no pasa nada.
Otro filón de esta fashion tech son las mentorías y la participación en congresos a escala internacional en países como México, Colombia y Perú. Sus diseños llegaron a Uruguay, Colombia, México, Estados Unidos e Italia. Con todo esto, los ingresos anuales de este emprendimiento bordean los US$ 43.000. Además, Nino Studio participó este año en eventos internacionales como Fashion Tech Week New York y 3D Fashion Week Latinoamérica.
No importa en qué lado del mundo se desarrolla, la prenda se puede imprimir al instante, asegura esta emprendedora ecuatoriana. (I)