Científicos argentinos lograron un avance sin precedentes en la biotecnología equina al presentar los primeros cinco caballos genéticamente editados del mundo. Este logro coloca a la Argentina en un lugar destacado de la investigación en edición genética y abre nuevas posibilidades en el mejoramiento equino, tanto en el ámbito deportivo como en la salud animal.
El equipo de investigación, respaldado por la biotecnológica Kheiron S.A. y financiado por capitales locales, utilizó la técnica CRISPR-Cas9 para modificar el genoma equino. Este método permite realizar modificaciones dirigidas al ADN sin generar combinaciones genéticas que puedan clasificarse como Organismos Genéticamente Modificados (OGM). Como resultado, los ejemplares pueden considerarse naturales bajo las estrictas regulaciones nacionales e internacionales.
CRISPR-Cas9 es una herramienta de edición genética que permite realizar cortes precisos en el ADN, guiados por secuencias específicas de ARN. Una vez que se realiza el corte, los mecanismos naturales de reparación del ADN permiten insertar o modificar secuencias genéticas con exactitud.
En el ámbito animal, esta tecnología se utilizó para estudiar enfermedades humanas, mejorar la producción ganadera y conservar especies en peligro. En caballos, su aplicación podría transformar la selección de características deseadas en una sola generación, optimizando el desarrollo de ejemplares de alto rendimiento y reduciendo los tiempos asociados a la selección tradicional.
El contexto de un avance importante
Kheiron S.A., una empresa argentina reconocida por sus avances en clonación equina, ya alcanzó hitos globales en el campo. En esta oportunidad, su equipo dio un paso más al aplicar la edición genética a caballos de alta performance. La investigación se centró en modificar el gen MSTN, asociado a la regulación del crecimiento muscular, utilizando fibroblastos fetales para generar mutaciones específicas y controladas.
Según informaron los especialistas, el proceso incluyó la transferencia nuclear de células somáticas, un procedimiento que permite seleccionar células previamente editadas y garantizar resultados precisos. Este enfoque minimiza errores en regiones genéticas no deseadas y asegura la transmisión de las características buscadas a la siguiente generación. La eficiencia de la técnica fue destacada en estudios previos, con tasas de edición de hasta el 96%.
Implicancias en el rendimiento deportivo y la salud equina
El desarrollo de estos caballos genéticamente editados abre nuevas puertas tanto en el rendimiento deportivo como en la prevención de enfermedades hereditarias. Los investigadores destacaron que la modificación del gen MSTN podría potenciar capacidades físicas específicas, como la velocidad y la resistencia, atributos clave en disciplinas como el polo y las carreras. Además, esta tecnología podría emplearse para corregir mutaciones responsables de patologías genéticas, mejorando la calidad de vida de los animales y reduciendo costos veterinarios asociados a tratamientos.
Un caso emblemático de esta innovación fue la elección de Polo Pureza, una yegua multipremiada reconocida en el "Salón de la Fama" de la Asociación Argentina de Criadores de Caballos de Polo, como base para las modificaciones genéticas. El objetivo fue potenciar su explosividad sin alterar otras cualidades clave, demostrando la versatilidad de la edición genética para adaptarse a necesidades específicas.
El proyecto cumplió con los requisitos establecidos por la Dirección Nacional de Bioeconomía y la Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria (CONABIA), organismos clave en la regulación de biotecnología en Argentina. Paralelamente, el desarrollo responde a las normativas de la Asociación Argentina de Criadores de Caballos de Polo y la Sociedad Rural Argentina, garantizando que los ejemplares no sean cuestionados por "doping genético".
El hito alcanzado por Kheiron representa un punto de inflexión en la biotecnología animal. El impacto de este avance podría extenderse más allá de la industria ecuestre, influyendo en la agricultura, la medicina veterinaria y otros campos. Además, refuerza la importancia de integrar el conocimiento científico con aplicaciones comerciales que beneficien tanto a la investigación como a la economía.