A José Javier Cordero lo conocen en todas partes como 'Jota'. Llegó a las oficinas de Forbes con un estilo relajado: jeans, una camisa sport y su mochila al hombro, todo un milennial. Vive en Miami, EE.UU., y estuvo de vacaciones unos días en Ecuador, en diciembre pasado.
Graduado de Economía y Finanzas en Bentley University, empezó su vida profesional en las oficinas de Deutsche Bank, en Nueva York, como analista. El siguiente destino fue Ginebra, Suiza como asesor de inversiones. El amor a su ahora esposa lo hizo volver a EE.UU. "En ese tiempo me dediqué a implementar un modelo de inversiones que, en lugar de ganar un porcentaje por transacción, lo hacíamos en base al patrimonio que poseían. Aprendí muchísimo, fue una gran escuela".
En esa etapa de su vida, su objetivo era prepararse y ganar experiencia profesional para luchar por algo propio. Sin dudarlo, seis años después, renunció para hacer un MBA, enfocado en emprendimiento a tiempo completo en Columbia University en Nueva York.
Pero la muerte de su mejor amigo, en un accidente de tránsito, marcó un antes y un después en la vida de este quiteño. "En el colegio era un relajero, farrista, amiguero, no te imaginas las canas verdes que le saqué a mi mamá. La muerte de mi amigo fue un sacudón, me enfoqué en tener buenas calificaciones y en la universidad fui summa cum laude".
Cordero cuenta que el camino no ha sido fácil, que ha pasado por caídas, resbalones y decepciones. "Exploré un proyecto de fondos de criptomonedas con unos jóvenes de Europa del este y no funcionó, por suerte no perdí dinero. También trabajé con una empresa que digitalizaba documentos físicos para identificar fraudes con IA que tampoco funcionó". Entonces los astros se alinearon para conectarlo con su socio Juan Sebastián Moscoso.
Todo empezó cuando el propietario de un colegio en Cuenca, le comentó a Moscoso, un ingeniero de software y gestión de proyectos, que tenía problemas con el manejo de la cafetería y que pasaba horas cuadrando las cuentas porque los padres de familia no pagaban a tiempo y que todo era un desorden.
Moscoso creó un software enfocado en dar una solución al problema y Cordero la estrategia de negocio. Nacía PayMon y los dos sintieron tocar las estrellas, porque compartían el mismo sueño: enseñar a los jóvenes a manejar sus finanzas, sin temor a equivocarse, en un ambiente cerrado y controlado.
La inversión inicial fue de US$ 40.000. En un principio manejaban un fee mensual de US$ 50 y en 2022, su primer año de operación, cerraron con seis colegios en Quito, Guayaquil y Cuenca.
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La plataforma automatiza los servicios de las cafeterías en escuelas, colegios y universidades, mediante una billetera digital para padres de familia y estudiantes.
"Empezamos automatizando cafeterías escolares, con un software de gestión, combinado con una app wallet para digitalizar los pagos. Los padres de familia y estudiantes se vuelven en clientes nuestros a través de la institución educativa. Por la aplicación se paga, se configuran recargas recurrentes, se puede limitar el gasto por día, restringir alimentos, los padres ven en tiempo real lo que consumen sus hijos. Los estudiantes aprenden a realizar las transacciones con una 'tarjeta de crédito' y los más pequeños cuentan con una pulsera contactless para hacer sus pedidos".
A sus 30 años, este CEO asegura sentirse como un pez en el agua. Cuenta que en 2023 PayMon tramitó 190.000 pedidos y procesó US$ 500.000 en pagos realizados por padres de familia y estudiantes utilizando esta app. Ese año concluyó con 24 colegios.
El siguiente paso era volver rentable al negocio. En 2024 el fee mensual fue remplazado por un porcentaje del valor de las transacciones que procesan. Además, levantaron una primera ronda de inversión por US$ 600.000. "Conseguimos el apoyo de Magma Partners de México, de Buen Trip de Ecuador y de otros inversionistas ángeles como Madeline Clavijo, co-fundadora de Kushki, quien también se volvió nuestra asesora. Como parte del proceso participamos en el programa de Pygma, una aceleradora basada en EE.UU. dirigido a startups latinoamericanas".
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Apasionado por la innovación, la inclusión financiera y las inversiones responsables, Cordero asegura que su mayor impulso es educar a los jóvenes para que manejen correctamente su dinero. En 2024 PayMon abrió operaciones en México, porque en ese país existen alrededor de 40.000 instituciones privadas a las que apuntan.
El año pasado la fintech cerró con 15 colaboradores y 75 instituciones (entre colegios y universidades) de las cuales 14 están en México. En total procesaron 1,3 millones de órdenes, 25.000 familias utilizaron su app y los padres de familia transaccionaron US$ 3 millones a través de ella.
El futuro de Paymon es ambicioso porque están seguros de que el modelo de negocio es exitoso. Ejecutar las ideas es lo que marca la diferencia. "En 2025 llegaremos a procesar entre US$ 4 millones y US$ 5 millones en pagos mensuales por nuestra app, unas 100.000 familias usarán la aplicación y la facturación llegará al millón de dólares. También nos extenderemos a otras áreas como venta de útiles y uniformes".
Al terminar la entrevista, comenta que emprender es un camino largo, por lo que hay que aprender a disfrutar cada reto, cada tropiezo, tener determinación y confianza. No hay una fórmula perfecta. Con su enfoque en la digitalización y la inclusión financiera, esta fintech está pensada no solo para transformar el sector de servicios en las instituciones educativas, sino en educar a los jóvenes para que en un futuro tomen decisiones financieras correctas. (I)