Subir el listón para empezar a cobrar por tu trabajo -por no hablar de cómo hacerlo- no es tarea fácil. Cuando lancé mi primer curso online de preparación para el LSAT, mi hermano y yo debatíamos si podría vender una copia en mi primer mes. Afortunadamente, vendí 10 (¡por un total de 290 dólares!). No fue una gran cantidad de ingresos, pero esa pequeña oleada de ventas me cambió la vida y reforzó mi confianza y mi decisión de seguir adelante.

El camino hacia la monetización puede ser accidentado para cualquier empresa, pero especialmente para los creadores de contenido. Muchos de nosotros empezamos regalando contenidos y creando comunidades gratuitas, lo que hace difícil saber cómo valorar nuestra experiencia y nuestros resultados. Pero hacer esos primeros ingresos puede tener un efecto realmente catártico, ya que valida nuestra estrategia y refuerza nuestra valía, por no hablar de nuestra capacidad para influir positivamente en los demás.

Aprovechar las formas en que tu trabajo mejorará la vida de las personas es una forma de sentirse cómodo cobrando por tu experiencia, pero no es la única táctica para determinar cuándo, cómo y qué cobrar. Acá tenés cuatro estrategias para que los creadores superen los escollos en el camino a conseguir su primer dólar.

Atiende primero a los productos digitales

No tenía intención de crear cursos online hasta que me di cuenta de que podía alcanzar a más gente online que en un aula. Mis primeras 10 ventas fueron suficientes para inspirarme a construir un estudio en mi apartamento de una habitación para crear mejores contenidos y más de ellos. Me había mudado a un sótano porque el alquiler era más barato.

Una mañana, me tomé un descanso para practicar kitesurf y, cuando volví, había vendido cursos por valor de 1.000 dólares. Fue mi primer gran día de ventas y un momento cristalizador que me confirmó que estaba en el buen camino. También fue un buen recordatorio para tomarme tiempo libre. A veces ocurren cosas buenas cuando lo hacés.

Los creadores tienen muchas formas de rentabilizar su experiencia: desde ingresos publicitarios y acuerdos de patrocinio hasta la venta de productos de marca. Todos estos enfoques tienen sus pros y sus contras, desde la necesidad de contar con una gran audiencia hasta la necesidad de asegurarse de que los socios o patrocinadores tienen los valores adecuados.

Pero creo que los productos digitales son la verdadera mina de oro. No sólo sos dueño del producto para siempre, sino que podés monetizarlo con una audiencia más pequeña o de nicho. Y te quedás con la mayor parte de los beneficios porque los productos digitales suelen tener mayores márgenes que otros productos o servicios. El único obstáculo potencial es el miedo inicial a exponerse y averiguar cuánto cobrar.

Superar los obstáculos emocionales

Pasar de un contenido gratuito a un producto de pago puede desencadenar todo tipo de sentimientos de síndrome del impostor, por lo que es crucial superar este obstáculo. Acá está lo que a mí me funcionó: superar los miedos conscientemente. Pensá en lo peor que podría pasar y visualizá el objetivo final, ya sea mantenerte, hacer lo que te gusta o ayudar a otras personas a alcanzar sus metas.

Nunca olvidaré el primer "gracias" que recibí de alguien que aprobó el examen LSAT después de hacer mi curso, o el estudiante que me alcanzó para decirme que se había hecho socio de un bufete de abogados. Si buscás una justificación para cobrar por tu experiencia, pensá en la diferencia que podés hacer en la vida de alguien.

No rebajes el precio

El precio de los productos digitales puede ser un desafío, y con frecuencia veo que los creadores cobran demasiado poco. A mí me pasó lo mismo: al principio, el precio de mi curso era de 29 dólares. Hoy cuesta 389 dólares y refleja mejor su valor.

Si te cuesta subir la cifra, pensá en lo que cobrarías si ofrecieras el curso en un aula. Una vez obtenida la cifra, comparala con lo que cobran otros creadores e incluí un ajuste de lanzamiento si lo desea.

Si tu producto es descargable, también podés considerar otros modelos. Tal vez sea un obsequio que actúe como imán de clientes potenciales. También podés cobrar por él para cualificar a sus clientes potenciales. Otra buena forma de empezar es crear una descarga digital o un minicurso y fijar un precio bajo. Una vez que se venda, podés añadir productos de mayor precio que tarden más en crearse.

Hay muchos factores en juego a la hora de fijar los precios, y tendrás que tener en cuenta tu estrategia general de marketing. Pero la conclusión es que no pasa nada si empezás con poco, pero no devalúes tu oferta demasiado ni durante demasiado tiempo.

Empodérate con tecnología y herramientas

Establecer sistemas de ventas no siempre es algo que les guste hacer a las personas creativas, pero es una parte fundamental de su negocio. Y querés hacerlo lo más fácil posible, tanto para vos como para tus usuarios finales.

Hay muchos productos de habilitación empresarial que ofrecen escaparates profesionales, como Shopify y otros diseñados para reducir la fricción en el proceso de comercio electrónico. Por ejemplo, mi empresa acaba de lanzar una herramienta de IA que permite a los creadores armar rápidamente productos digitales y lanzar un curso de prueba de concepto.

¿Nuestra justificación para el lanzamiento rápido? Sacar algo al mercado con rapidez es muy valioso para superar el obstáculo de hacer el primer dólar. Una vez que recibes comentarios, es más fácil modificarlo.

Aún así, puede resultar incómodo exponerse, sobre todo si estás acostumbrado a ofrecer tus conocimientos de forma gratuita. Pero hay pocas cosas más gratificantes que ganar tu primer dólar haciendo algo que te gusta. Y conseguir esos primeros pagos a menudo es todo lo que se necesita para crear un verdadero impulso en su negocio.

*Con información de Forbes US.