Si la pandemia arrojó luz sobre problemáticas de salud mental que permanecían poco examinadas, el uso de psicodélicos como alternativa para la salud mental está en expansión y es tendencia en Argentina y en todo el mundo. Desde el uso de microdosis para tratar enfermedades mentales como la depresión (especialmente las resistentes), la ansiedad o el PTS, hasta el uso de sustancias -conocidas como drogas tipo 1- de la talla del MDMA (éxtasis) o la ketamina, que ya se están probando en ensayos clínicos y terapias asistidas en países como EE.UU.
Asimismo, el crecimiento del sector está traicionando la economía, generando una demanda y produciendo más investigación, desarrollo y visibilización del tema. Al tal punto que ya se habla de "capitalismo psicodélico", en relación a la inversión en la producción o el testeo de algún componente psicodélico que tiene a empresas cotizadas en bolsa y nuevas sarta ups invirtiendo en el tema.
Ante este panorama, Forbes habló con Gabriela Genovese, emprendedora polifacética y arquitecta de ecosistemas para startups que, con una sólida experiencia en el tema, fundó y lidera Panambí Ventures, el primer fondo de inversión dedicado a la industria de la salud mental en América Latina. Un proyecto creado como fusión de su propósito personal, el conocimiento profesional y su propia experiencia con plantas enteógenas y psicodélicas a lo largo de los años.
¿Cómo surge Panambi y por qué?
Panambí es el resultado de mi camino personal y profesional, diría que de toda mi vida. De mi relación con mi salud y mi profundo vínculo con las plantas medicinales y la terapéutica. Lo siento como "mi tarea" de esta segunda mitad de mi vida. Surge en este contexto de pandemia, donde me di cuenta que esta conversación estaba emergiendo con fuerza y que desde Latinoamérica tenemos la oportunidad de participar por nuestros conocimientos y recursos. Cada tanto tiempo, se abre una ventana de oportunidad para nuestro continente de poder participar de una conversación global porque se dan las condiciones: la mayoría de estas plantas medicinales crecen en nuestro territorio y poseemos el saber ancestral de su uso y prácticas. Alrededor 35% de la farmacología de la actualidad está basada en plantas de nuestra amazonía.
El mercado de la psicofarmacología crece a una tasa del 34% anual empujado sobre todo por los países de Latinoamérica. Tenemos conocimiento científico y terapéutico, además del capital emprendedor tecnológico. El mundo nos está mirando. Lo mismo pasó con el sistema financiero y bitcoin, de donde vengo y trabajé durante 6 años, y donde participé de la generación de un ecosistema y una industria donde no existía antes. La ventana se está volviendo a abrir en este momento, solo tenemos que articular la conversación, crear el ecosistema y hacernos cargo de que podemos ocupar un lugar en la mesa. Por eso y para eso existe Panambí.
¿Cuál es la misión de Panambí?
Somos una VC firm con un propósito claro: mejorar la calidad de vida de toda la humanidad y es nuestra misión volver a Latinoamérica un líder en esta conversación global. Estamos enfocados en articular la conservación de los actores de este ecosistema y generar una identidad y cultura para nuestra región. Queremos tender el puente entre estas dos medicinas, la tradicional y la contemporánea, que tienen mucho para ofrecerse una a la otra y es hora de que dialoguen, por el bien de todos nosotros.
¿Cómo y para qué se están empleando los psicodélicos con los que Panambi trabaja hoy dentro del mundo de la salud mental?
La pandemia dejó expuesta la crisis de salud mental que hasta el momento estaba latente y en constante crecimiento. Como un volcán que viene anunciando su momento de erupcionar. Y pasó. Los indicadores de salud mental empezaron a desbordar el sistema de salud tanto público como privado dejando en evidencia la falta atención, contención, planificación y también la insuficiencia del abordaje actual de los tratamientos existentes en todo el mundo. La estigmatización de la temática también jugó un papel relevante para la demora del escenario que estamos viviendo hoy.
Frente a esta crisis, las personas comenzaron a buscar caminos alternativos que puedan brindarles algún tipo de respuesta a su condición y calidad de vida. Al mismo tiempo, si bien los psicodélicos, las plantas medicinales y las prácticas de medicina tradicional han estado desde siempre en la historia de la humanidad y mucho antes que la ciencia empírica y la medicina contemporánea, ya desde 2019 estamos observando lo que se denomina la tercera ola del capitalismo psicodélico, término que refiere al resurgimiento de la conversación, consumo de psicodélicos y un crecimiento de la investigación en tornos a las posibilidades y aplicaciones en el campo de salud.
¿Algo que los paradigmas o enfoques médicos tradicionales no estaban viendo?
La medicina contemporánea, empirista, basada en fármacos, nacida en el positivismo hace 200 años, en el surgimiento de un nuevo modelo económico productivo trajo muchos avances a nivel científico con gran impacto en la esperanza de vida, pero dejó afuera a miles de años de conocimiento y prácticas de lo que denominamos medicina tradicional. Esta medicina no ve la enfermedad como falta de salud sino que la considera la falta de equilibrio con la naturaleza y las relaciones comunitarias. Esto quiere decir que uno está enfermo cuando se rompen esas relaciones. Son relaciones de homeostasis con el sistema en el vivimos. Sin ir más lejos, es lo que trae la medicina integrativa o el enfoque más holístico: mirarnos inmersos en un sistema de relaciones con nuestros hábitos, nuestro cuerpo, el alimento que consumimos, la naturaleza, el ejercicio, el descanso y las relaciones con los otros.
¿Qué aportan en este escenario los psicodélicos?
En este contexto, los psicodélicos son una ventana de oportunidad para poder explorar este complejo de relaciones de una forma profunda y segura, y darnos la oportunidad de revisar nuestra biografía para restablecer ese equilibrio perdido. Los estudios y avances científicos que se están realizando demuestran sus ventajas sobre los tratamientos farmacológicos actuales, el nivel seguridad, la ausencia de efectos adversos y efecto de largo plazo cuando son administrados en protocolos terapéuticos contextualizados.
¿Qué aplicaciones están financiando? ¿Cómo se inserta en esta nueva manera de pensar la salud mental de forma más integral?
La tesis de inversión que tenemos en Panambí tiene tres pilares: el equilibrio de los sistemas endógenos del cuerpo humano, bienestar humano y tratamientos de salud mental. Esta última es donde entrarían las terapias asistidas por psicodélicos, que se están utilizando para tratamientos de trastornos de ansiedad, estrés post traumático, depresión resistente y adicciones. Miramos compañías que tengan base científica y tecnológica que potencien el poder curativo de la naturaleza en contexto terapéutico. En general, son startups biotecnológicas o científico- terapéuticas.
Nuestra tesis es más amplia que psicodélicos, porque entendemos que para lograr un equilibrio de salud necesitamos una mirada integral que incluya el eje microbiota-cerebro y la homeostasis fisiológica, y un cambio de hábitos para poder sostener el cambio a largo plazo. Los psicodélicos son una herramienta, pero no resuelven el problema solos. Nos toca hacer el trabajo personal a todos. Esa es la mala noticia para los que buscan soluciones mágicas. No las hay.
¿Cómo ves este nuevo "capitalismo psicodélico" y cuál pensás que podría ser su impacto en la economía en países de Latam?
El capitalismo psicodélico tiene muchas implicancias. Es sano cuestionarlo un poco y entender desde dónde estamos participando en esta conversación. Este concepto engloba la integración de prácticas, experiencias y productos psicodélicos en las lógicas económicas dominadas por el lucro, la privatización y el consumo. Me gusta pensar al sistema como un juego de ajedrez: este es el tablero que tenemos, el capitalismo. Y en este tablero jugamos con esas reglas. Desde ahí podemos pensar qué producimos, cómo lo consumimos, cómo y por qué son las regulaciones y de dónde vienen, cómo pensamos y articulamos el acceso igualitario, qué lugar ocupa la tecnología, la ciencia, la naturaleza y los pueblos originarios.
De todos los conceptos que engloba me interesa poner foco en el de consumir la sustancia para ser más productivo, más funcional. Si bien también los psicodélicos brindan la oportunidad de autoconocimiento y exploración, ahí hay algo para reflexionar con respecto a cómo nos relacionamos con el consumo, la naturaleza y el impacto que tiene ese hábito en nuestra salud.
¿Con qué ventajas corremos como latinoamericanos en términos de cómo se piensa este sector?
Como toda partida de ajedrez, hay más de un movimiento posible y una estrategia para implementar en la partida. Por eso creo que Latinoamérica tiene que pensar cuáles son sus ventajas y ponerlas a jugar. La creatividad, la cultura, la naturaleza son nuestra identidad y es para mí lo que tenemos que explotar para poder tenemos que poner a jugar.
¿Cuál es el trabajo que hacen? ¿Son una aceleradora?
Parte de nuestra estrategia es articular con otros fondos, instituciones, organizaciones científicas y universidades para poder encontrar las mejores oportunidades de inversión en Latinoamérica. También tenemos una estrategia de presencia en territorio y estamos en conversaciones con un partner para hacer un programa de incubación y aceleración de startups que apliquen IA en la vertical de salud mental. El ecosistema está emergiendo, por eso parte de nuestro trabajo tiene que ver con la divulgación, la educación y la información, y también un trabajo cercano con los profesionales de salud. Sabemos que no solo nuestro portfolio va a necesitar dinero sino que los ayudamos a alcanzar sus próximos hitos: tracción y conseguir más dinero. Nuestra articulación con los stakeholders de nuestra industria es fundamental para la vida de nuestro portfolio.
¿Qué le dirías a una persona a la que tenés que explicarle de forma relativamente simple qué tienen para ofrecer estos nuevos enfoques terapéuticos?
En primer lugar, los enfoques no son opuestos, sino complementarios, y no todo tratamiento es para todos en todo momento. Las terapias asistidas por psicodélicos son una herramienta más. Nos gusta decir que "no siempre es recomendable". En este sentido, la evaluación de la circunstancia, el contexto, la motivación, el estado físico y psicológico de cada persona, como así también los antecedentes familiares, son relevantes a la hora de tomar una decisión de uso de estas sustancias y es bueno contar con profesionales en estas tareas que puedan sugerir, evaluar y acompañar.
Particularmente la psilocibina, la sustancia que está en los hongos del género Psilocybe Cubensis, no genera adicción porque no actúa sobre los receptores del sistema dopaminérgico, que es el sistema recompensa, el del placer, como lo hacen otras sustancias, como la cocaína. Y no existe registro de muerte por intoxicación, como sí hay en el consumo de otros psicofármacos de la industria e incluso con el alcohol, que es de venta legal.
La oportunidad que nos ofrecen los psicodélicos es poder integrar la experiencia del cuerpo, las emociones, la mente y la vida espiritual en el mismo plano y en el mismo momento. Dejar de estar disociados por una ventana de tiempo determinada y poder así ver con todos nuestros sentidos nuestra verdadera realidad.
¿Qué se necesita para seguir creciendo?
Necesitamos sentarnos todos en la mesa a dialogar. La solución es compleja y sistémica y requiere que nos pongamos de acuerdo, que se investigue, que haya fondos, que se accesible, que se creen políticas públicas, regulaciones, se despenalicen las sustancias y que exista sistema de salud que piense en el bienestar de las personas y no solo en el beneficio particular de algunos sectores. Estamos en el portal de una nueva revolución en materia de salud. Es mi deseo que esta vez el estado ampliado de conciencia sea para nosotros como continente y que podamos recuperar ese equilibrio que perdimos con la naturaleza y para con todas nuestras relaciones.