Biotecnología ecuatoriana, lista para comerse el mundo
Tras cuatro años de afinar el concepto, Paradise One se abre a una etapa de escalamiento en el mercado. La mente maestra detrás de esta compañía, que personaliza la medicina a través de un pasaporte genético, es Camilo Herrera. Él cuenta todo su recorrido hasta ahora.

Entre carcajadas, Camilo Herrera Doukh dice ser y sentirse más ecuatoriano que las chugchucaras. Esto, pese a que es mitad ruso (de padre ecuatoriano y madre rusa), haber nacido hace 32 años a orillas del Mar Negro y haber cursado sus estudios universitarios en la Universidad Lomonósov, en Moscú, considerada como la Harvard rusa o, como él explica, también entre una solemne risa, la Hogwarts rusa. Su energía es efervescente, apasionada y llena de conocimiento, así que, cuando cuenta su historia, la sensación que queda es la de tener al frente a una de las mentes ecuatorianas más creativas. 

Es especialista en genética molecular, exalumno del Liceo Internacional y exinvestigador de la Universidad de las Américas (UDLA). No se considera un genio, tampoco se ve como uno, pero definitivamente lo es, eso sí, con un diferente 'style'. 

“Toda mi vida ha estado marcada por el esfuerzo y la creatividad. He trabajado y me he sacado un montón la madre. Es como dicen, que después del sufrimiento viene la iluminación, entonces la idea era siempre ponerme en alguna posición incómoda para sacar lo mejor de mí. Tengo una afición por el mundo en general, por la música, las artes y la ciencia. El arte y la ciencia son parte de la nobleza del ser humano de crear. La ciencia es mucha creatividad. Soy un creativo. Es la mejor palabra que me define. Soy pianista. Compongo música, tengo dos discos grabados, me gusta escribir poesía, leer. Solucionar problemas es de las cosas más creativas, no de las más fáciles y placenteras, pero definitivamente de las más creativas”. 

Cuando tenía un año de nacido, su padre, que había estudiado y vivido en Rusia, decidió volver a Ecuador con su familia. Es el mayor de dos hermanos y, hasta que tuvo edad para ir a la universidad, creció como un quiteño 'másfff'. Curiosamente, tenía solo pasaporte ecuatoriano, así que cuando tuvo que aplicar para la universidad rusa a la que quería ir, las personas le decían que no podría hacerlo, porque no era ruso. Dio los exámenes de ingreso, aprobó y el rector -al cual nunca conoció- le extendió una beca. “Eso fue un súper 'win' para mí. En verdad quería estar ahí. Toda mi vida ha habido gente diciéndome que no puedo hacer nada tal o cual cosa, que es muy difícil, que no se puede, pero soy obstinado, así que confiaba que me iban a aceptar. Siempre busqué un reto académico, porque soy mucho más afín a la educación clásica. Estudié biología molecular y la especialización en genética molecular. Fueron años muy duros en el pre y post grado, uno de los retos más grandes que he tenido. Pero fue muy inspirador ver cómo los verdaderos científicos o académicos tienen una cosmovisión ampliada de las cosas. No hay edad para la sabiduría y el conocimiento, así que éramos gente de 20 años de edad también discutiendo de literatura, temas científicos. Era el decantado de la comunidad académica rusa”.

EMPRESA Y CIENCIA

De vuelta en Ecuador, empezó su carrera profesional en la UDLA, en el Instituto de Investigaciones Biomédicas. Pasó dos años y medio haciendo investigación sobre el cáncer de piel. Ganó una convocatoria abierta de investigación dentro del centro académico, a sus 25 años ya daba clases de biología molecular. Sin embargo, se enfocó más a la investigación. Sumó más experiencia con visitas académicas y científicas por México e Inglaterra, lo cual le permitió ampliar su conocimiento sobre la dinámica científica y cómo se maneja la ciencia a escala internacional. Es así como se dio cuenta que los profesionales saltan de post doctorado en post doctorado, pero al final son mano de obra académica, incapaces de levantar financiamiento, porque este se da a las ideas, a los proyectos. No quiso quedarse suspendido en el sistema. Así que empezó a indagar cómo se engranan la ciencia y la dinámica empresarial. 

Fue en un viaje a Londres, después de encontrarse con un amigo, que su visión futura finalmente quedó aclarada. “Me ofrecieron un doctorado en el Colegio Imperial de Londres y me negué, porque mi amigo me dijo que, si no tengo nada mejor que hacer, me dedique a la academia, porque es una burbuja bellísima. Que no se malinterprete. pero mi propósito era generar un cambio y lograr un impacto más fuerte. El tema empresarial es muy importante para los procesos investigativos. Muchos de los fondos que se dan para investigación son financiados por empresas privadas. Y entenderlo es clave. La empresa es un mecanismo de cambio, que tiene mucho más protagonismo a nivel de impacto, Porque a la final, la herramienta que mueve las sinergias es el dinero. Y ahí vemos cuánto invierten en investigación Google, Facebook, Tesla, IBM. Hay 'Think Thanks' dentro de las empresas que generan tecnología de punta, donde la inversión no está tan condicionada como en el ámbito académico, donde todo depende del 'grant' que recibes. Las decisiones que he tomado en toda mi vida han sido con base en un propósito, el de ayudar. Así nació Paradise One, en 2017”. 

La compañía desarrolla tecnologías de análisis genético, que son costo-eficientes. Eso le da una gran competitividad y la posibilidad de escalar a escala regional un mundial. Herrera explica que la genética ha sido mal entendida, como si se tratara de una herramienta predictiva. “Nuestra innovación a nivel científico es usar a la genética no como una herramienta predictiva sino como una herramienta que permita tener una idea del funcionamiento metabólico del individuo. Y a eso conjugarlo con una estrategia de acompañamiento médico. No es decirle a la persona 'tú eres propenso a esto', sino 'tú funcionas de esta manera y necesitas tratarte o generar una estrategia médica de esta forma'. Es la personalización de la medicina”. 

En estos años, Paradise One ha estado enfocado en aumentar su curva de aprendizaje, a través de la práctica privada con pacientes y afinando los métodos de gestión y asistencia médica. La idea le permitió ser reconocida con los premios del Banco de Ideas de 2017, de la Senescyt, y del Fondo Emprende de Innovación Productiva del Ministerio de la Producción. Hasta el momento, ha invertido más de medio millón de dólares. Y finalmente está listo para escalar, por ello, la firma se encuentra en conversaciones con un fondo de inversión canadiense. Adicionalmente tiene en camino varios proyectos de envergadura. 

“Para nosotros es un momento clave, estamos listos para escalar nuestra tecnología en el mundo. Sabemos que, mientras más grande el problema, más grande la capitalización. Estoy en una posición en que me siento contento, porque puedo involucrar todas las virtudes en pos de un propósito. No soy el cliché del científico. Nuestro método de análisis apunta a tener un pasaporte genético que nos permita entender cómo funciona el metabolismo de las personas. Con base en esto, y mediante una estrategia nutricional, compensamos las carencias y las situaciones de riesgo a nivel metabólico”.

Con semejante personalidad que desborda, ¿no habría sido más fácil ser YouTuber? Quizás, pero Herrera quiere dejar un legado y ser inspiración para los que vienen detrás. “La belleza de la genética, en general, es que te explica cómo funciona el mundo, es como el código binario en las computadoras, así es la genética en los seres vivos. El código genético está presente en las plantas, en los animales, las personas. Entender los mecanismos moleculares puede darnos un conocimiento muy profundo de cómo funciona la vida todo nivel. Apostamos por el país y queremos inspirara a las siguientes generaciones. Y demostrarles que en Ecuador sí es posible, que sí hay cómo. Poner un caso de éxito en el mapa es posible”. (I)