Lo ocurrido con el candidato Fernando Villavicencio confirma que este país ha caído en manos de grupos delincuenciales que tienen secuestradas a la democracia, a las instituciones y a las autoridades. Estas últimas no tienen poder de acción y miran desde una esquina cómo los crímenes de todo tipo se replican a lo largo y ancho del Ecuador.
A 10 días de las elecciones presidenciales anticipadas el país está ante una encrucijada en la que nadie se anima a pronosticar una salida; algunos sugieren suspender las elecciones, otros dicen que el proceso no puede parar. Lo cierto es que la campaña electoral de este 2023 quedó manchada para siempre y lo que pase en los siguientes días es impredecible. Los candidatos presidenciales se han pronunciado en contra de la violencia, pero al parecer esas palabras no serán suficientes: la paz se terminó de esfumar y nadie está seguro.
Aquí no habrá ganadores, todo el país ha perdido. Las generaciones mayores miran con asombro cómo la supuesta isla de paz quedó sumergida entre la sangre, la violencia y la corrupción generalizada, mientras que los más jóvenes aún no asimilan lo que sucede. Algunos ya comparan a Ecuador con México de los 90, cuando el candidato presidencial Luis Donaldo Colosio fue asesinado en plena campaña electoral con todos los efectos devastadores que llegaron detrás de este crimen. Otros recuerdan al colombiano Luis Carlos Galán, también candidato a la presidencia que fue asesinado en 1989, durante un mitin electoral. Lo que ocurrió después de esos crímenes fue una tragedia, tanto para México, como para Colombia.
¿Qué pasará en Ecuador? ¿La escalada de violencia continuará? ¿Seguiremos en manos de quienes infunden terror? ¿Cuánto más durará esta pesadilla? Las preguntas se multiplican, tal como el miedo que sentimos todos.