Las mascotas con suéter, pañuelo y cuenta de Instagram son parte del paisaje cotidiano y se dejan ver en parques, cafeterías, centros comerciales y otros espacios. Sus dueños, en su mayoría millennials, los cuidan como a verdaderos hijos. Esta generación, que ronda entre los 18 y 35 años, prioriza la libertad, el bienestar emocional y la compañía sin las ataduras de la crianza tradicional.
Mientras las tasas de natalidad caen en todo el mundo, el mercado de productos y servicios para mascotas crece sin freno. Alimentos premium, snacks, veterinarios especializados, gimnasios caninos y hasta seguros médicos son parte del paquete. El fenómeno no es una moda pasajera, es un cambio cultural. En una era de incertidumbre económica, del trabajo remoto y la búsqueda de equilibrio emocional, las mascotas son cada vez más consentidas.
Por ejemplo, según la consultora Grand View Research, en Estados Unidos, el mercado global de snacks y golosinas para mascotas alcanzó un valor estimado de US$ 36.380 millones en 2023 y se espera que crezca a una tasa compuesta anual del 11,8 % entre 2024 y 2030. Según Forbes USA, en 2023, el 66 % de los hogares estadounidenses (86 millones) tenía mascotas. En ese mismo país, se destinaron US$ 136.800 millones al gasto en mascotas en 2022, según la Asociación Americana de Productos para Mascotas (APPA), de los cuales US$ 58.100 millones correspondieron solo a alimentos y golosinas.
Dentro de esas cifras de consumo está una empresa ecuatoriana. Con sede en Ambato, Andesfoods encontró una fórmula ganadora: snacks premium para mascotas con sello local y destino internacional. La empresa exporta actualmente entre el 85 % y el 90 % de su producción a Estados Unidos, con ingresos que alcanzan los US$ 400.000 mensuales. Cada mes, seis contenedores cargados de golosinas naturales, saludables y sabrosas cruzan el continente con destino a Nueva York, el principal punto de entrada para su creciente cartera de clientes. La firma espera llegar a los 12 contenedores de exportación este año.
Patricio Callejas está al mando de esta empresa. Es agrónomo de profesión y empresario por vocación. Estudió en Argentina y, al volver a Ecuador, se integró a la empresa familiar. Su carrera tomó un giro cuando asumió la dirección de compras y logística de Curtiduría Tungurahua, un cargo que ocupó durante 16 años y que le permitió desarrollar un sentido comercial y una visión sobre los subproductos del agro. Fue allí donde nació su inquietud por agregar valor a lo que, en muchos casos, simplemente se desechaba.
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En 2017, Callejas comenzó a experimentar con huesos y subproductos cárnicos como materia prima para snacks para mascotas. Lo que empezó como un piloto casero, pronto se convirtió en un proyecto con proyección real. Reunió a la familia, presentó la idea y recibió su respaldo. Había que buscar aliados estratégicos para llevar el proyecto al siguiente nivel. Aunque inicialmente se pensó en adquirir una empresa ya operativa, la oportunidad apareció cuando una multinacional decidió cerrar operaciones en Ecuador. Callejas y su equipo tomaron la decisión de adquirir las instalaciones completas —infraestructura, maquinaria y tecnología— una inversión que marcó el nacimiento de Andesfoods.
La empresa empezó operaciones en febrero de 2020, justo al inicio de la pandemia. A pesar del golpe inicial, la crisis sanitaria obligó a replantear el modelo de negocio. La idea original de lanzar una marca propia quedó en pausa y Andesfoods se enfocó en la producción de marca blanca para grandes jugadores como Bioalimentar, Pronaca y Corporación Favorita. Poco a poco, también llegaron clientes internacionales, especialmente de Estados Unidos. Hoy, tras fortalecer su capacidad operativa, la organización lanzó en febrero de este año su marca propia, Perrines.
No todo fue positivo. En junio de 2023, Callejas asumió la presidencia de la empresa en un momento crítico. Había dos opciones: inyectar más dinero o cerrar. En ese momento, Callejas era solo accionista. Tomó la decisión de seguir adelante y se hizo cargo del negocio. "Me comprometí a hacer todo lo posible, sabiendo que los bancos no querían prestarnos dinero". Para conseguir los recursos, acudió a una cooperativa de ahorro y crédito que aceptó prestarle US$ 350.000.
Las ventas necesitaban alcanzar el punto de equilibrio necesario, por lo que este visionario voló a Nueva York para reunirse con su principal cliente y sumar más pedidos. La falta de liquidez y recursos no les permitía cumplir con la demanda, pero Callejas le dio su palabra de que no lo defraudarían nuevamente. Regresó y, a partir de ahí, los resultados fueron sorprendentes: en 2020, las ventas alcanzaron US$ 290.000; en 2021, llegaron a US$ 400.000; en 2022, alcanzaron el millón y medio; en 2023, con el nuevo empuje, los ingresos fueron por US$ 2,4 millones y en 2024, facturaron US$ 4 millones. Este año, la proyección es llegar a los US$ 5,5 millones en ingresos.
La génesis de Andesfoods partió de una inquietud muy concreta y era agregar valor a un subproducto que la familia Callejas generaba todos los días en su planta agroindustrial. En un sector donde conseguir materia prima es una de las principales dificultades, este empresario ya contaba con ese eslabón asegurado. Hoy, Andesfoods cuenta con certificaciones de Buenas Prácticas de Manufactura, BASC y próximamente tendrá la SQF, una norma reconocida que permitirá su expansión a mercados más exigentes como Europa y Canadá. La materia prima proviene de fuentes confiables, explica este experto. En el caso del pollo, trabajan con proveedores como Incubandina y también con firmas como Molinos Miraflores para harinas. Todo con un mismo objetivo, garantizar trazabilidad, inocuidad y calidad de exportación.
El músculo detrás de esta operación es una planta —de seis zonas y 6.000 m2 de construcción— que produce en promedio 8.000 kilogramos diarios, con un equipo de 165 personas, de las cuales 140 están en producción y el 90% son mujeres. "Son empresarias de sí mismas", dice Callejas. La jornada arranca temprano con protocolos estrictos de desinfección, lo que permite operar bajo estándares de inocuidad similares a los de cualquier planta de primer mundo, asegura.
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En el área de producción, un solo trabajador experimentado puede armar hasta 1.000 huesos pequeños de 2,5 pulgadas en una jornada de ocho horas. Es una habilidad que toma tiempo dominar. Quienes ingresan por primera vez apenas ensamblan 30 unidades en su primer día, pero tras un mes de entrenamiento ya alcanzan las 100 diarias. Para sostener esa curva de aprendizaje, la empresa estructuró un modelo interno de capacitación donde las colaboradoras con mayor experiencia se convierten en entrenadoras.
Su portafolio tiene más de 200 productos, que van desde pelotas comestibles en forma de béisbol, galletas y roscas hasta los tradicionales huesos en diferentes tamaños. Además, tienen productos más simples como las patitas de pollo deshidratadas, ricas en colágeno, que se encuentran disponibles en tiendas como MaxiPets a granel.
Andesfoods tiene una promesa: "Making happy moments for pets". Callejas dice que "más allá de los productos que hacemos, nuestro verdadero propósito es crear momentos que marquen la diferencia en la vida de las mascotas y sus dueños". Y es que así lograron algo más grande que un negocio exitoso y cultivaron una comunidad que celebra la conexión genuina entre los seres humanos y los animales. Esa es la verdadera recompensa. (I)