Ecuador, un país con un inmenso potencial para los negocios, ha perdido terreno en la atracción de Inversión Extranjera Directa (IED) en la región. Países cercanos como Uruguay, Costa Rica y Colombia han experimentado un crecimiento económico significativo en la última década, entre otras razones, debido a sus exitosas zonas francas. Ecuador aún busca la fórmula para atraer inversiones y dinamizar su economía. ¿La solución? Una ley de zonas francas clara, previsible y ejecutable.
Las zonas francas han demostrado ser motores de desarrollo económico en todo el mundo. Estas son áreas delimitadas, donde las empresas pueden disfrutar de beneficios fiscales y comerciales, son imanes para la inversión extranjera y la creación de empleo.
En Uruguay, la Zona Franca de Montevideo ha sido fundamental para atraer inversión extranjera y fomentar la diversificación de la economía. Empresas de diversos sectores, desde tecnología hasta manufactura, han establecido operaciones en esta zona, aprovechando los beneficios fiscales y logísticos. La posibilidad de crear zonas francas uniempresariales permite el desarrollo de proyectos de inversión de call centers, innovación tecnológica y desarrollo software para todo el mundo.
Colombia, por su parte, ha experimentado un auge económico impulsado en parte por sus zonas francas. La Zona Franca de Bogotá con más de 192 empresas instaladas, por ejemplo, ha atraído inversiones en los sectores de logística, electrónica e industria farmacéutica. Estas inversiones han estimulado el desarrollo de infraestructuras y la creación de empleo especializado, consolidando a Colombia como un destino atractivo para la inversión extranjera.
Costa Rica ha sido exitosa en el establecimiento de zonas francas, como la Zona Franca La Lima, que ha jugado un papel crucial en el impulso de su sector exportador. La presencia de empresas tecnológicas y manufactureras ha contribuido al desarrollo de habilidades especializadas en la fuerza laboral costarricense y ha posicionado al país como un actor clave en la cadena de valor global.
En Ecuador, sin embargo, la aprobación de una ley de zonas francas que cumpla satisfactoriamente con los objetivos previamente mencionados ha sido un proceso infructuoso. A pesar de tres intentos gubernamentales en los últimos dos años, los proyectos de ley no han logrado el respaldo necesario, lo cual es un llamado de atención para todos los actores involucrados. La acumulación indebida de materias dentro de un proyecto de ley, la falta de consenso político ante el poder legislativo y la declarada inconstitucionalidad del proyecto de ley; empañaron las buenas intenciones del gobierno.
Ecuador necesita ser un país más competitivo en la región; objetivo que se podría alcanzar con la aprobación de una ley de zonas francas. Dicho proyecto de ley deberá aplicar el régimen de zonas francas tanto a empresas nuevas como a las ya establecidas sin importar el tamaño o el sector. La exoneración de impuestos y de tributos para el comercio exterior deberían ser componentes centrales de la nueva normativa, otorgando incentivos tangibles para atraer inversión y promover la exportación de bienes y servicios ecuatorianos.
Uno de los aspectos más críticos es la claridad y certeza que transmita la norma. Los parámetros deben estar definidos de manera precisa en la ley y no dejarse caer al arbitrio de reglamentos que dependen del Ejecutivo. Esto garantiza transparencia y evita ambigüedades que pudieran ser explotadas en detrimento de la inversión y la economía del país, así como beneficiar intereses particulares. Además, se deben establecer plazos claros para la implementación y funcionamiento de las zonas francas, brindando a los inversores la seguridad necesaria para comprometer sus recursos en proyectos a largo plazo.
Las zonas francas son una herramienta probada en todo el mundo y es hora de que nuestro país se suba al tren del desarrollo económico regional. La aprobación de una ley de zonas francas bien concebida y ejecutada es esencial para el crecimiento sostenible y el progreso de la nación. (O)