Una mirada a otras pandemias permite observar que los efectos económicos alcanzan hasta el mediano y largo plazo, tal como sucedió en la Peste Negra del siglo XIV. Al respecto y aunque la venidera recesión sea una de las más anticipadas de todos los tiempos, aquello no significa sus efectos no vayan a ser dañinos.
Las estimaciones en Wall Street son sombrías, pues se prevé que el 2023 sea uno de los peores años para la economía mundial en cuatro décadas. Las probabilidades de una grave recesión global son del 65 %, según Barclays. Por su lado, Fidelity International considera que la idea un aterrizaje forzoso (hard landing, término usado en la jerga financiera) causado por la Reserva Federal y sus ajustes fiscales es inevitable. Es decir, una marcada desaceleración o recesión económica, seguida por un período de rápido crecimiento.
Previo al inicio del 2023, Bloomberg News hizo un estudio para el cual invitó a más de 400 estrategas de Wall Street, a fin de analizar y proyectar el panorama económico que se avecina. Los pronósticos optimistas son escasos, al contrario, se avizora una amenaza con un nuevo reto para los inversores que acaban de enfrentar el gran colapso de 2022. Gigantes tecnológicos, manufactura e industrias que operan con un alto grado de financiamiento serán las más afectadas en resultados por el alto costo de endeudamiento efecto de los potenciales incrementos de tasa en este año. (Polter, Bloomberg Markets)
La Reserva Federal ha intensificado su gran plan de ajuste fiscal, con subidas periódicas de las tasas de interés, en su objetivo de controlar la inflación que ha generado una apreciación en el costo de vida, sin embargo, estas acciones podrían significar una desaceleración al ciclo económico, lo que argumenta la opinión general de una recesión, que aunque leve, golpearía ambos lados del Atlántico en 2023, que se encuentran en alta tensión por la guerra en Ucrania y sus consecuencias que son de dominio público.
Estamos frente a un año con mucha volatilidad. Deutsche Bank AG prevé que el índice S&P 500 subirá a 4200 en el primer semestre y luego caerá 25 % en el tercer trimestre cuando comience la recesión, solo para recuperarse a 4600 a finales de 2023, cuando los inversores buscan señales de una recuperación inminente. (Petters, Deutsche Bank Analysis)
Tal vez, por fin, el dinero fácil se hará a través del mercado de bonos. En consecuencia, a que la renta variable tuvo pérdidas de dos dígitos en 2022, la demanda por activos refugio ha crecido, llevando la atención de los inversores a los bonos americanos y sus jugosos cupones.
Mientras tanto, la criptoburbuja ha estallado. Las casas de inversión no están de humor para hablar de la industria, después de pasar años de auge promocionando la manía especulativa como el mismo tipo de oro digital para el mañana, mientras venden productos de moneda virtual a clientes en finanzas tradicionales. Ahora, las referencias criptográficas casi se han extinguido en las perspectivas de 2023.
¿Y el COVID-19? Al menos para los macro-estrategas globales, es un recuerdo lejano. La pandemia es solo una consideración con respecto al esfuerzo de alto riesgo de China para reabrir rápidamente su economía, cuyo resultado podría tener profundas consecuencias para el ciclo mundial de inversión y consumo.
No es un mercado perdido. La volatilidad aporta mayor oportunidad de ganancia en un menor tiempo, pero también conlleva un mayor riesgo. Un momento oportuno de entrada al mercado, una estrategia de inversión adecuada para la coyuntura (long, short) y medidas de control de riesgo son imperativos al momento de crear portafolios ganadores en mercados altamente variables. (O)