Me pregunto con frecuencia: ¿cómo influyen los padres en la elección de carrera de sus hijos? Esta pregunta surge en las conversaciones que mantengo con estudiantes de tercero de Bachillerato. Muchos de ellos se acercan a mí interesados en la carrera de Educación. Preguntan sobre el campo laboral, las materias que cursarán y las prácticas que realizarán si deciden ser docentes.
Al dialogar sobre sus aspiraciones, noto que varios jóvenes me cuentan que, aunque sus padres no están de acuerdo con que elijan esta carrera, siguen pensando en hacerlo. La razón principal de los padres es que, según ellos, Educación no garantiza ingresos económicos tan altos como otras carreras, por ejemplo, Medicina.
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Recuerdo especialmente a Sara, una joven decidida a estudiar Educación, que había ya tenido experiencia como voluntaria en una guardería y quien, además tenía muy claro hacia dónde va esta carrera. Lo lamentable es que llegó llena de temores. En algún punto de la conversación me dijo: necesito que me digas que hay detrás de todas estas ideas tan negativas sobre ser maestro, porque yo no lo entiendo, cuando estoy con niños me siento feliz y además, veo que son las almas más puras que pueden existir, ¿qué puede ser malo en esto? Lo que había pasado es que su madre y otros familiares le habían dicho que no era una buena elección. Su abuelo incluso le aseguró que era una pésima opción. Me apena ver cómo estos prejuicios, basados en la idea de que el éxito es solo sinónimo de dinero, afectan a jóvenes como Sara.
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Para contrarrestar estas ideas, suelo compartir historias reales. Una de ellas es la de Raquel, una estudiante que al principio optó por una carrera aparentemente más lucrativa. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que no era feliz. Su salud mental se deterioró hasta que decidió cambiar y seguir su verdadera vocación: la Educación. Hace poco, la encontré en un evento donde fue premiada por su excelente promedio, y me compartió una frase que resume su experiencia: "Hay que estar donde el sol brille". Para ella, más allá de la rentabilidad económica, es fundamental contribuir al desarrollo de la sociedad y buscar el bien común.
¿Idealista? Tal vez. Pero es cierto que el dinero es material, y trabajar en algo que nos apasiona trasciende lo económico. Es hora de valorar la educación como un pilar en la vida de cada individuo. Detrás de grandes profesionales siempre hay grandes maestros.
En un mundo cada vez más materialista, elegir una carrera humanista es un gran reto. La buena noticia es que ninguno de los jóvenes que me han contado sus historias ha renunciado a sus sueños. La vocación, siempre, es más fuerte que cualquier voz externa.
Me quedo con esta idea: todos deberíamos estar "donde el sol brille" porque seguro será donde mejor aporte brindemos a la sociedad y donde podamos ser más humanos y sobre todo encontraremos la felicidad que trasciende lo material. (O)