Arribar a Colombia, para el ecuatoriano, representa un cúmulo de sensaciones y cuestionamientos particulares, las consabidas preguntas de cajón surgen inmediatamente, no se pueden evitar, ¿por qué? ¿por qué estando tan cerca somos tan diferentes? ¿Por qué la actitud amable de la gente le da un atractivo especial? Luego de medio siglo de graves conflictos internos, populismo y narcotráfico, el pueblo colombiano cuenta con un proverbial carácter, alegre y emprendedor, sin perder la memoria y asumiendo las lecciones de muerte de décadas pasadas, llegar a la Comuna 13 en Medellín, es tan sobrecogedor como esperanzador.
La figura de Gabriel García Márquez flota en el ambiente, circular por las ciudades y la ruralidad colombianas, confirma ese realismo mágico insoslayable, la sabana en la Orinoquía, la Sierra Nevada o el inigualable Caribe al norte, nos dejan ver las fuentes de inspiración del Gabo, sin duda, Macondo es Colombia y Colombia es Macondo.
La presencia en Medellín de sus ilustres hijos Fernando Botero y Fernando Vallejo, es evidente, el primero artista excelso de la pintura y escultura, sus obras contienen el drama, la torería, grandeza y voluptuosidad del ser humano, lejos de la crítica y la burla, no cambia la figura humana, simplemente la descubre, aficionado a los toros de pro, ha dejado una huella indeleble en su tierra natal. El segundo Fernando, vallejo de apellido, también medallo, incita y provoca con su crudeza, lírica y crítica, se trata de un escritor brutal, para citar sus botones de muestra, hay que referirse a sus putas y a su virgen, las de Babilonia y la de los sicarios.
Alvaro Mutis es uno de los grandes del siglo XX, amigo íntimo de su personaje Maqroll es considerado escritor universal, cultor de la vida, a través de la soledad y la muerte, tiene su alter ego en su paisano César Rincón, otro bogotano de clase mundial.
Lima visitada con amigos es inmejorable, gastronomía sin comparación, llena de sitios en donde Chabuca Granda, la grande, parecería que cada día canta mejor su caballero de fina estampa, curiosamente dedicada a un ecuatoriano de excepción, Don Luis de Ascázubi, ganadero de bravo, dramaturgo, políglota, poeta y escritor.
Entre marineras y valsesitos, caballos de paso y tradiciones sin fin, la inmensa sombra poética de César Vallejo y sus Heraldos Negros siempre estará presente. En la plaza de Acho del Municipio del Rimac, si tiene suerte, se encontrará con el gran Mario Vargas Llosa, su presencia es avasalladora, este hombre fue más allá de su discurso cuando firmó, su pregonado, pacto honrado con la soledad en su incesante búsqueda del secreto para una buena vejez. Perú hubiese sido otro si le dejaban residir en la Casa de Pizarro.
Y de regreso a Quito, ciudad conventual y recoleta, simple y complicada, casi siempre maltratada por los insensatos de turno, a ratos atosigante y en otros momentos relajante, basta con llegar al Farol Café Libro de La Mariscal, conversar con el amigo Jorge Santori, con una taza de buen café, el viajero-lector, descubrirá los intríngulis de la literatura ecuatoriana, sus vicios y virtudes en medio de una amena tertulia.
Queda claro que, para quien estas letras escribe, la figura de Jorge Enrique Adoum, junto con nuestro Kafka lojano Pablo Palacio, son de lo más granado que ha parido este país, la literatura del turco, tal como sucedió en su momento con Benjamín Carrión, sobrepasó de largo, la esfera de su pensamiento político.
Escribir sobre escritores en el Ecuador y no referirse al fakir César Davila Andrade es una herejía, poeta y maestro del nuevo relato en el país, lírico y telúrico, está en el corazón de muchos, paradójicamente quiso estar solo y hasta ahora no lo consigue, aunque lo intentó y por su propia voluntad se fue…
Sin embargo, la rutilante vida literaria de Jorge Carrera Andrade de acuerdo con su obra y sus biógrafos, es lo mejor de todos los tiempos, al punto que gozó de la admiración de Octavio Paz, Gabriela Mistral y Pablo Neruda, entre otros importantes personajes de las letras mundiales, indudablemente Carrera Andrade es un grande de Hispanoamérica, cantor del agua, del aire, de la tierra y las cosas sencillas, él mismo resultó ser el hombre eco de un murmullo universal.
Quedan muchas reflexiones por hacer y preguntas por resolver, ¿qué hubiese pasado si resultábamos una sola nación? ¿hubiéramos sido tan productivos y emprendedores como los colombianos? … ¿hubiéramos despuntado como los vecinos del sur? ... o talvez esta parte de la región no hubiese aguantado tanto latrocinio junto, sufrido por separado. ¿Nuestras letras se hubieran potenciado o las de ellos serían más naturales?
Vaya usted a saber… lo único cierto es que, nadie nos podrá quitar lo entretenido de la cuestión… (O)