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El más terrible de los ataques, con 130 muertos, más uno que murió dos años después y que también dejó 400 heridos y mutilados ocurrió en la sala Bataclan, donde actuaban la banda musical estadounidense Eagles of Death Metal.

23 Agosto de 2023 14.24

Cuando Francia aún no terminaba de indignarse por el ataque a la sede de la revista Charlie Hebdo, en enero de 2015, en noviembre del mismo año otro ataque terrorista, mucho más terrible causaría la muerte de 130 personas en tres sitios diferentes de la histórica París.

Muchos años después, entre septiembre de 2021 y junio de 2022 se llevó a cabo el juicio para determinar las responsabilidades de los 14 acusados de pertenecer al comando terrorista Estado Islámico (EI).

El escritor Emmanuel Carrère (París 1957) se apuntó para cubrir como periodista el desarrollo del juicio en el Palacio de Justicia y lo cuenta todo en su libro V13, Crónica Judicial, Editorial Anagrama 2023.

Y precisamente, la crónica es el mejor género periodístico posible para narrar todo lo que ocurrió en un juicio de mucha tensión, de testimonios escalofriantes y de cinismo extremo.

Fue promocionado mediáticamente como el juicio del siglo, de la historia o simplemente como un proceso jurídico ejemplar que se desarrolló en el “venerable palacio de justicia de l'île de la Cité”, describe el narrador.

Carrère escribió sus crónicas semanales para el medio L'Obs. Entre los autores de los ataques terroristas de EI sobresale Salah Abdeslam, el único que sobrevivió o como dice Carrère “la estrella del juicio”.

Todos los terroristas atacaron casi simultáneamente los tres puntos céntricos de la capital francesa; llevaban colocados cinturones repletos de explosivos que debían accionar después de perpetradas cada una de las masacres.

¿Pero cómo se explica que solo uno, Salah Abdeslam, sobrevivió? Falló el mecanismo, tuvo miedo de inmolarse o le sobrevino un fugaz momento de arrepentimiento o de respeto a las vidas, son las conjeturas que descifra el autor de Limónov, otro gran libro de Carrère.

Abdeslam vivía en un barrio de Bruselas -Molenbeek- conocido por ser una guarida de los musulmanes radicalizados. En la noche de los atentados, su hermano menor Brahim se hizo saltar por los aires afuera de una cafetería.

Viernes 13 de noviembre de 2015 o V13 fue la fecha que escogieron para los ataques sincronizados en horas de la noche y en espacios de gran concurrencia. El viernes 13 es considerada una fecha fatídica similar al martes 13.

El más terrible de los ataques, con 130 muertos, más uno que murió dos años después y que también dejó 400 heridos y mutilados ocurrió en la sala Bataclan, donde actuaban la banda musical estadounidense Eagles of Death Metal.

Casi al mismo tiempo tres yihadistas llegaron al Stade de France, donde se jugaba un partido de fútbol entre las selecciones de Francia y Alemania y al que había asistido el presidente francés François Hollande, que gobernó entre 2012 y 2017.

El otro sitio escogido para la masacre fue el café Comptoir Voltaire, cuya terraza estaba llena en una noche otoñal sin lluvia en el centro de París.

La sala Bataclan puede acoger a 1.498 espectadores y esa noche estaba abarrotada; solo en la pista había un millar de personas de pie, bien apretujadas, se explica en el juicio.

Casi todos se lanzaron al suelo en una reacción natural de defensa de sus vidas, pero unos caían sobre otros, los que quedaron encima fueron los más vulnerables por los disparos con fusiles y ametralladoras.

El escritor, que cita el libro de Hugo Micheron Le Jihadisme français anota que por primera vez en la historia una organización terrorista reina sobre un gran territorio como Francia, al que todo el mundo puede ir.

Al Qaeda, prosigue, reclutaba ingenieros, intelectuales, teólogos; “el Estado Islámico acoge a todo el mundo bajo su bandera negra”.

Todos son bienvenidos -dice el libro citado-, adolescentes a disgusto consigo mismos, idealistas, botarates, locos de atar, a todos se les promete el paraíso: “alojamiento, mujeres, armas, rehenes que torturar”.

El mismo Micheron explica que el Estado Islámico es el único ejército del mundo que no da ningún valor a la vida de sus soldados. Da igual que mueran, pero si mueren como mártires “irán derecho al paraíso”.

El juicio del siglo o de la historia duró nueve meses, ninguno de los acusados fue absuelto, el sobreviviente Abdeslam fue condenado a cadena perpetua. Los cómplices o colaboradores que reservaron hoteles o alquilaron carros para la sangrienta operación también fueron condenados.

Un tema que llevó varios días de debates fue el de dos miembros del EI que por algunas razones no participaron en los atentados solo porque no pudieron llegar o se atrasaron demasiado.

En la justicia normal el hecho de no llegar es una coartada irrebatible, pero en la justicia antiterrorista la intención basta. La justicia, se dice en el libro, debe juzgar a alguien por lo que ha hecho y no por lo que podría haber hecho. (O)

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