El crecimiento de la población y el desmedido consumo que tenemos actualmente ha afectado directamente a la generación de residuos y al impacto negativo que estos tienen en el ambiente. Entonces vale la pena empezar a mirar a la innovación y preguntarse si la robótica o la inteligencia artificial nos ayudarán y si estamos listos para cambiar el paradigma.
¿Cuáles son las oportunidades y los retos para tomar el control de esta problemática con nueva tecnología? Vayamos por partes. Por un lado, hay que conocer que la gestión de residuos es un proceso en el que un desecho es recolectado, transportado, reciclado o tiene un tratamiento o disposición final técnica apropiada. Y, por el otro entendemos a la Inteligencia Artificial (IA) como un sistema que permite que una máquina reconozca patrones, resuelva problemas y aprenda a realizar tareas humanas de manera eficiente. Si unimos las dos áreas podemos asegurar que existen varias oportunidades para que la tecnología moderna facilite todo el proceso de gestión de residuos de manera eficaz.
Un ejemplo: desde hace mucho tiempo organizar rutas inteligentes de recolección de residuos ha sido algo muy complejo, sin embargo, gracias a la aplicación de IA ese proceso logístico que se realiza en campo se convertiría en algo mecánico, eficiente, productivo, con menos congestión vehicular y por ende generaría menos contaminación de aire y de ruido en ciudades inteligentes. Si pensamos en el futuro, este proceso podría ser incluso realizado con drones comandados por esta tecnología lo que sumaría más impactos positivos.
Otra herramienta ambiental que puede ser beneficiada por la Inteligencia Artificial es la clasificación de residuos gracias al uso de robots con sensores específicos para que reconozcan diferentes tipos de residuos, los clasifiquen de manera eficiente y rápida por tipo, reciclabilidad o peligrosidad. Esto a su vez incidirá en la determinación de patrones de consumo o generación de residuos de poblaciones especificas con lo que se podrán crear política pública enfocada en desincentivar la generación de un residuo en particular. Y, por otro lado, ayudará a que los gobiernos locales o las empresas gestoras estén preparadas para potencializar la gestión de dicho residuo y el desarrollo de nuevos modelos de negocio enfocados en dar solución a una problemática en particular.
Pero ¿es todo tan bonito como lo estoy contando? Si lo vemos únicamente desde la perspectiva ambiental suena interesante y hasta invita a pensar en volver obligatoria la implementación de tecnologías que aporten al cuidado ambiental que tanto personas como empresas generan. Sin embargo, para que el análisis sea completo hay mirar todas las aristas para poder ver de manera completa todo el espectro de un cambio como este. Por un lado, y aunque el uso de la IA está en crecimiento, implementarla hoy requiere de grandes inversiones que van más allá de aplicar sistemas de análisis, respuesta o aprendizaje autónomo ya que se trata de un cambiar a un modelo más industrializado con compontes tecnológicos de avanzada y en ese sentido cabe preguntarnos si los países como Ecuador están listos o interesados desde lo público o lo privado en invertir en estos cambios frente a las demandas o preocupaciones como salud o educación.
Otra arista para considerar es qué pasaría con la gran mano de obra que están relacionadas directa o indirectamente en el transporte, clasificación y gestión de residuos. ¿Cómo afectaría esto al desempleo? ¿Cómo generamos oportunidad de trabajo para estas personas o la incluimos en estos nuevos modelos? ¿Estamos listos un modelo de transición hacia nuevas tecnologías?
En definitiva, plantear soluciones donde incluyamos componentes tecnológicos como la Inteligencia Artificial o la robótica en la gestión ambiental y específicamente en la gestión de residuos es urgente y debería ser obligatoria por parte de la sociedad ya que esto facilitará una gestión con el menor impacto. Sin embargo, no hay que descuidar la parte social por lo que se debe promover el intercambio de conocimiento y tecnología para lograr una verdadera colaboración global que permitan que los diferentes recursos fluyan de manera apropiada y constante para que afrontar nuevas soluciones con los menores traumas para todos los actores. Necesitamos un cambio, pero un cambio del que todos seamos parte. (O)