Si hacemos un símil entre el ecosistema de emprendimiento del Ecuador y la naturaleza, en los últimos 16 años hemos pasado de un desierto lleno de camellos y cucarachas a un bosque más diverso, en donde ya han nacido algunos ponis. Ahora, si queremos encontrar dragones, centauros y unicornios, no basta con las herramientas que hemos estado usando; necesitamos un equipo más sofisticado, como si estuviéramos dejando la selva y preparándonos para una misión al espacio.
Para embarcarnos juntos en esta misión, primero debemos entender qué tipo de emprendimientos existen: los unicornios son aquellos valorados en más de 1.000 millones de dólares, aunque esa valoración no es lo mismo que ventas. Los centauros, en cambio, generan ingresos anuales de al menos 100 millones de dólares. Los dragones logran retornos significativos para sus inversionistas, devolviendo la inversión completa por sí solos. Los camellos son resilientes, sostenibles y sobreviven en mercados difíciles, priorizando la rentabilidad sobre el crecimiento explosivo. Los ponis tienen valoraciones entre 10 y 100 millones de dólares y están en camino a crecer. Y finalmente, las cucarachas son esos emprendimientos que avanzan lentamente pero resisten sin depender de financiamiento externo.
Ahora que ya tenemos emprendimientos con ventas y valoraciones de alrededor de 10 millones de dólares, y que hemos visto muchos sobrevivir sin rondas de inversión, enfoquémonos en lo que aún no tenemos: los que venderán 100 millones, los que alcanzarán valoraciones de 1.000 millones y los que crecerán de manera exponencial. ¿Qué características deben tener para lograrlo?
Primero, enfocarse en algo único. Ecuador nos ofrece ventajas comparativas que no se encuentran en otras partes del mundo como su ubicación geográfica privilegiada, la dolarización, el talento y resiliencia de nuestros emprendedores, y sectores donde ya somos líderes mundiales, como el banano, el camarón, las flores y el cacao. Aprovechar estas fortalezas nos permite competir a otro nivel.
Segundo, la innovación debe ser el motor. No basta con hacer más de lo mismo; las empresas que aspiren a convertirse en unicornios deben diferenciarse y adoptar nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial, para acelerar su crecimiento.
Tercero, visión y mentalidad ganadora. Debemos vernos como centauros o unicornios desde el primer día y construir planes de negocio con esa ambición en mente. Pensar en grande no es un lujo, es una necesidad.
Cuarto, ser atractivos para la inversión. Un emprendimiento con proyección internacional debe estar preparado para recibir inversión externa. Esto significa estructurar rondas de financiamiento de manera clara, definir métricas sólidas y demostrar escalabilidad.
Quinto, liderazgo en el mercado. Conocer a los clientes, anticipar sus necesidades y solucionar problemas de manera efectiva es lo que distingue a los grandes de los que se quedan en el camino.
Sexto, sostenibilidad. No basta con levantar capital, el modelo de negocio debe ser sostenible en el tiempo, y eso implica también una visión de impacto ambiental y social.
Séptimo, equipos integrales. Ninguna empresa de alto impacto se construye alrededor de una sola persona. Se necesitan equipos sólidos que cubran todas las áreas clave: mercado, producción, finanzas e innovación.
Para que esto sea posible, como ecosistema debemos desarrollar herramientas que nos permitan despegar. Es clave contar con instrumentos ágiles de inversión, como los SAFE (Simple Agreement for Future Equity), que faciliten la entrada de capital sin complicaciones. También necesitamos canales de internacionalización para que los emprendimientos ecuatorianos no solo crezcan dentro del país, sino que compitan en mercados globales. Las grandes empresas deben abrirse a colaborar con startups y servir como plataformas de crecimiento. Y, por supuesto, el sector público tiene un rol fundamental, generando instrumentos de financiamiento en etapas tempranas para que los emprendedores puedan experimentar, innovar y construir modelos de negocio disruptivos.
Estamos más cerca de lo que creemos. Hay emprendimientos que ya se perfilan para convertirse en unicornios, centauros y dragones. Lo que más necesitamos ahora es alinear esfuerzos y trabajar juntos. Es momento de comenzar una "misión espacial" para pensar en grande, y lograr que el esfuerzo que hoy ponemos en crear cucarachas y ponis se canalice hacia la construcción de centauros y unicornios.
Porque la grandeza no es un destino inalcanzable, es el resultado de atreverse a imaginar sin límites y actuar con determinación. (O)