Nuestro gran problema es que no hemos sabido elegir a nuestros gobernantes ni a nuestras autoridades. Desde niña recuerdo campañas políticas llenas de bailes, chistes y con comediantes queriéndonos creer que pueden ser políticos.
Esta ha sido nuestra realidad y si bien en los últimos años ha habido fuertes críticas a la postulación de cantantes, actores, futbolistas y demás aún seguimos teniendo comediantes en la Asamblea Nacional.
En relación a esto, lo más indignante recientemente es que estos asambleístas han otorgado Amnistía a los responsables de causar el caos en nuestra capital en octubre del 2019. Ninguna autoridad capitalina se ha pronunciado oficialmente al respecto resignándose a que en cualquier manifestación vuelvan a sembrar el miedo en la ciudad y salgan victoriosos.
El incendio de la Contraloría, la destrucción del centro histórico, la falta de respeto a policías y las pérdidas económicas de los negocios durante esos días no parecen causales suficientes para defender nuestra ciudad. Nos hemos vuelto indiferentes a lo que le pasa a Quito y al país. No sé si nos ganó el miedo, el conformismo o el individualismo. Sin embargo, sea cual sea la razón, no podemos permitir que actos como los ocurridos sean perdonados ya que estamos abriendo la puerta a que nadie respete no sólo ésta sino ninguna ciudad del país. No podemos conformarnos con decir que tenemos a la peor Asamblea Nacional de la historia.
Estamos permitiendo que un órgano de gobierno como la Asamblea Nacional sea el escenario donde practican estos comediantes su mejor obra de teatro. Todos queriendo ser protagonistas de una escena donde los acuerdos políticos y los intereses personales priman más no solo que el país sino que sobre el mismo sentido común.
Tenemos derecho como ciudadanos a una justicia implacable. Quizás eso es lo que todos soñamos pero que día a día nos rompen la ilusión. Ya sea porque enjuician a un policía por cumplir con su trabajo o porque liberan a un ladrón in fraganti por falta de pruebas. No obstante, el hecho de haber sido testigos de todos los destrozos que hicieron en Quito nos hace cómplices de esta decisión. La indiferencia nos hace cómplices.
La gran diferencia la encontramos al otro lado del mundo. Simultáneamente a estos hechos, Ucrania sigue resistiendo frente a un poderoso como lo es Rusia por más de un mes. Un verdadero comediante como Volodimir Zelenski ha podido mantener la resistencia de un pueblo mucho más indefenso que el monstruo ruso.
Este actor quien realmente practicó en su serie Servant of the People ha hecho un extraordinario papel. Ha logrado cautivar al mundo con sus discursos. Ha convencido a jóvenes y adultos a que luchen por su patria. Ha logrado que su gente, pese a ver al país destrozado, no pierda la fe que pronto esta guerra terminará. Ha demostrado lo que es el verdadero patriotismo y sobre todo le ha demostrado a las grandes potencias que es vital su apoyo pero no es un condicionamiento para dejar de defender un país.
Frases como Necesito municiones y no un aventón como respuesta a la propuesta de Estados Unidos de sacarlo de Ucrania nos llevan a pensar que aquí en situaciones menos complejas hemos tenido presidentes que han huido en helicóptero. O otra como "Cuelguen las fotos de sus hijos y mírenlas cada vez que estén tomando una decisión" me lleva a reflexionar sobre el egocentrismo de otro de nuestros presidentes que más bien ordenó colocar su foto en toda institución pública.
Estas diferencias entre un actor con conciencia y aptitud para liderar un pueblo y nuestros comediantes que buscan en la política la manera de ver crecer sus propias carreras es lo que lamentablemente nos impide un crecimiento sostenible. De desmerecer carreras por no ser acordes a un perfil político y en especial a recordar que el amor a la patria es lo que más nos hace falta. (O)